Capítulo 1

10.2K 730 210
                                    

La pequeña Adara admiraba el paisaje que se divisaba a través de la ventana de la limusina. Estaba felíz, pronto conocería a sus 6 hermanos mayores.

Había estado 5 meses con su padre y su madre, vivía felíz ya que ambos se reconciliaron, o al menos eso creía. Con sus 10 años recién cumplidos se sentía como la reina del mundo. Siempre alardeaba de que ya era lo suficientemente mayor como para ya no dormir con su pequeña lampara encendida.

—¡Papá, mamá! ¿Es aquí?
—exclamó emocionada, observando la mansión algo maravillada. Tenía una gran sonrisa, haciendo que sus mejillas se tornaran rosadas.

—Así es, pequeña. Aquí es.
—dijo su padre, mirando la expresión de su pequeña hija.

—¡Es enorme! ¿Y si me pierdo?
—dijo nerviosa y su expresión cambió a una preocupada.—¿Y si... no les agrado?—preguntó, apretando al pequeño conejito de peluche que tenía entre sus brazos.

KarlHeinz no respondió. El extravagante auto paró justo en la entrada, haciendo que la menor de los Sakamaki estuviera más nerviosa.

—Vamos, cariño.
—dijo su madre, extendiéndole una mano para que salga del auto.

—¡Vamos!—salió ella casi corriendo. Estaba entusiasmada, lo que causó que corra hasta la puerta y tocara repetidas veces. Estaba sola en la enorme puerta, esperando a su padre quien bajaba su pequeña maleta turqueza.

La enorme puerta se abrió de par en par dejando a la niña con la boca abierta.

—¿Hola?—preguntó ella, mirando hacia todas las direcciones sin encontrar a nadie. Al notar que nadie salia decidió entrar sin esperar a sus padres.

—¿Hola? ¡Soy Adara!
—gritó, abrazando a su pequeño Tommy, el conejito.

—Adara, no te alejes de nosotros.
—comentó su madre entrando a la mansión seguida de su padre.

—Papi, mami. ¿Dónde están mis hermanos? No encuentro a nadie.—dijo preocupada, tenía miedo de que no la aceptaran y se alejaran de ella.

—Ven, pequeña.—dijo su padre, Adara corrió hasta él y lo abrazó.
—Estan ahí.—dijo con tono neutro.

Adara se apartó un poco y pudo apreciar a 6 chicos en la gran sala. Sonrió por inercia y se puso derecha. Quería verse presentable, y tenía la esperanza de que ellos jugaran con ella. Pero al instante notó algo raro, todos los chicos se encontraban serios ante la presencia de su padre. Y, casi por instinto, se ocultó detrás de este, lo que causó que él sonriera ampliamente.

—¿Qué haces aquí?
—preguntó el de anteojos dirigiéndose a su padre. Adara fue borrando su sonrisa de a poco al notar el ambiente tenso que se estaba formando.

—Hijos, cuanto tiempo.—dijo el rey vampiro, con una amplia sonrisa.
—¿Eres tu Ayato?—dijo refiriéndose a un chico pelirrojo que tenía un sombrero en su cabeza. Él lo miró confundido y algo disgustado.

—Soy Raito... —corrigio él, mirando con seriedad al Rey Vampiro.

—Si, eso dije. Como sea, vine a traerles un pequeño regalo.
—agregó con su amplia sonrisa.
Todos lo miraron con sospecha.

—Adara, ven cariño.
—dijo él. Todos se quedaron sorprendidos ante tal palabra; "cariño". Él nunca les había llamado a ellos así. O mejor dicho, él nunca les había dado algún tipo de cariño.

La pequeña albina salió de su escondite toda sonrojada. Abrazando con mas fuerza a su pequeño Tommy.

—Presentate, hija.
—apresuró Tougo, lo que causó que Adara se sonrojara aún más. Estaba avergonzada por todas las miradas que la estaban atravesando.

—S... Soy Adara. Un gusto.
—se presentó, con una sonrisa tierna.

—Adara vivirá aquí de ahora en más, tratenla bien. Procuren no lastimarla demasiado.—dijo el vampiro, empujando levemente a Adara. Todos los vampiros la miraron, incluso el rubio que parecía dormido la miraba, todos la observaban con curiosidad.

—¿Lastimarme?—susurró la pequeña.—Papá yo... —Adara se volteó para encontrar a sus padres, pero sin darse cuenta ambos desaparecieron en un instante.—¿Papá, mamá? Desaparecieron...

El azabache soltó un suspiro, mientras acomodaba sus lentes.

—Adara.—llamó el azabache, con su grueza voz, lo que hizo que los nervios de Adara crecieran.

—¿S-si?—dijo asustada.
—Perdón es solo que... tengo miedo.—susurró, captando la atención de todos sus hermanos.
—Pero ya se me quitara, ahora estoy con mis hermanos.
—sonrió con dulzura, lo que causó que todos la vieran extrañados.

El chico la miró con curiosidad por un instante.

—¿Sabes nuestros nombres?
—preguntó el sujeto, la pequeña albina asintió rápidamente.

—¡Si!, tu eres Reiji.—apuntó al chico que se encontraba frente a ella.—El es Shu —señalo al rubio que se encontraba tendido en el sillon, aparentemente durmiendo.
—,él es Ayato—señalo al pelirrojo que se encontraba sentado en un sillón individual—, él Subaru
—señaló al albino que se encontraba apoyado en la pared
—, Raito—apunto al pelirrojo con sombrero que la miraba con una pequeña sonrisa.—y Kanato.
—apuntó al peli-lila que se encontraba con un oso de peluche.
—Mi padre me dio sus características, por lo que los reconocí.

Reiji la miró con una pizca de sorpresa. No esperaba que la pequeña se memorizara tantos datos como para reconocer a cada uno.

—Ya que llegastes sin dar previo aviso, dormiras con alguno. Tu habitación estará lista, y arreglada en máximo tres días. Es algo idiota, pero no deberías dormir en el patio. A menos que tu comportamiento sea reprimente. Tomaras la decisión tú.
—avisó Reiji, cruzándose de brazos.

Adara miró a todos, hasta que paró su mirada en el pelirojo; Laito. Pensó que era una buena opción, ya que desde su llegada a estado sonriendole.

—Una recomendación. Cualquiera menos Laito.
—concluyó el azabache, mirando con desconfianza al antes nombrado.

—¿Eh~? ¿Porque yo no~? Quería pasar la noche junto a mi... hermana menor.—sonrió ampliamente.

En ese momento Adara lo descartó de la lista. Y luego lo ignoró, llevándose una mirada indignada de Raito.

—¡Con Shu! Se ve abrazable, como Tommy. Además de que es mayor, y creo yo que es muy responsable.—dijo, abrazando con cariño al pequeño peluche. El ojo de Reiji hizo un pequeño Tic, ¿Aquella niña realmente pensaba que el más vago de los hermanos era responsable? ¡Pff! Por favor.

El Rubio abrió levemente los ojos, con molestia.

—Como sea. —dijo con pereza. Se Levantó de su sitio y empezó a caminar hacia un pasillo con flojera.
—Sigueme, mocosa.
—dijo él, Adara asintió he hizo una pequeña reverencia como despedida hacia sus hermanos, para luego correr hasta alcanzar a Shu.

Hermana menor: Experimento [D.L] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora