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Pareciera que todo el mundo estuviera siendo invadido, plagado de seres que en sí, tenían la suficiente hambre como para atacar a los habitantes de la Tierra. Criaturas por aquí y por allá, asustando a personas que caminaban por las oscuras calles de Japón con tranquilidad. Mientras algunas criaturas se mostraban agresivas, muchas otras trataban de recuperar aquella energía y vitalidad perdida, ocultandose en callejones deshabitados.

Y todo eso, Adara podía sentirlo. Podía captar la presencia no-humana en su dimensión y eso le preocupó. Y, aunque quisiera ir hacia allá, aquella lucha no parecía querer cesar fácilmente. Golpes provenientes de diferentes direcciones, y movimientos a grandes velocidades. No parecía tener fín. Mizuki contraatacó aquel ataque de fuego cristalizado que había mandado el Dios hacia ella, congelandolo por completo y creando una gran ráfaga de destrucción hacia el sujeto. El Dios rechazó el ataque poniendo ambos brazos extendidos hacia adelante y expulsando una cantidad increíble de energía hacia el ataque de la chica. Mizuki salió volando gracias al potente contraataque de su oponente. Ya quería terminarlo, debía recuperar aquella joya que se encontraba en el cuello del Dios. Era lo primordial.

-¡Devuelve a Hana!-exclamó, haciendo que gran parte de la tierra comience a temblar y a elevarse por sobre el hombre y que con sólo un movimiento de manos, toda la tierra se una y asfixie al Dios. Él trató de liberarse de la gran jaula de arena, pero parecía imposible. Al tratar de hallar una brecha para ejecutar su plan, uno de sus brazos comenzó a pesar demaciado. Fijó su mirada a su extremidad, y al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, ya era demaciado tarde.

¿En qué momento Mizuki había tomado posesión de su brazo?

No, ella nunca lo había tocado. Su mirada pasó de su brazo a su cuello al sentir que su pecho comenzaba a arder lo suficiente como para dolerle a horrores. Una destellante luz amenazó la vida del Dios, pero no pudo hacer nada para evitarlo. Toda una explosión hizo que la tierra se quebrara y se eleve, como si fuera un trampolin. Luego de segundos en el aire, todo comenzó a caer gracias a la gravedad. Un silencio sepulcral reinó por un momento el lugar, incluso Mizuki había sido perjudicada por la repentina explosión que acabó con todo lo que quedaba. Movió su cabeza de un lado a otro, tratando de reconocer todo el ambiente. Todo estaba sumido en una fina capa de partículas de arena, algo parecido a neblina. La chica, al querer levantarse del suelo, dos grandes estacas que cayeron del cielo aterrizaron en sus alas, clavandolas directo al suelo. El dolor no se hizo esperar, y un desgarrador grito salió desde lo más profundo de su ser. Clavada totalmente al suelo, Mizuki intentó deshacerse de sus alas pero dos estacas más cayeron a sus manos, impidiendo que siga su acción.

Le era imposible moverse, e incluso se preguntó si esas estacas tenían algún hechizo para que sean lo suficientemente fuertes y resistir toda la fuerza de la chica al tratar de liberarse de estas. Y sí, así era. Un par de sellos estaban cubriendo por completo las estacas, y parecían querer someter la voluntad de Mizuki.

-¡Waaa!-exclamó ella, levantándose de a poco junto con los objetos que seguían anclados a sus manos, desgarrandolos en el trayecto. Se rehusaba a perder, y aunque no veía al Dios, suponía que era él el que había hecho tal hechizo contra la albina.-Voy a matarte.... ¡Voy a matarte y me llevaré a Hana!

-Claro que no.-una segunda voz femenina apareció de repente, haciendo que Mizuki se sorprendiera. Ella, harta de todo, volteó con efusiva furia y dirigió todo su poder destructivo hacia aquella segunda persona.

Una segunda gran explosión resonó, pero está vez, sólo duró cinco segundos cuando todo el desastre desapareció. El humo cada vez se hacía menos denso, dejando a la vista a una hermosa mujer. Los ojos de Mizuki comenzaron a llenarse de lágrimas, cayendo libremente sin la autorización de ella. La albina cayó de rodillas al suelo al ver a Hana frente a ella, vestida con un vestido que a Mizuki le resultó muy familiar.

《No puede ser...》

La mente de la chica comenzó a nublarse, iban y venían recuerdos que claramente encajaban con todo lo sucesos y se sintió manipulada. Un creciente sentimiento de desesperación, rabia e indignación, dejando de lado la tristeza que en un principio sintió, comenzó quemar todo su cuerpo. Como si de su vida tratara, de un sólo tirón se deshizo de las estacas y corrió hacia la mujer con rapidez. Su rostro no mostraba alegría, sino todo lo contrario. Quería matarla, quería deshacerse de Hana.

-Perdón, Mizuki. Pero el juego a terminado.

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Se acerca el final ;-;

Hermana menor: Experimento [D.L] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora