La pequeña albina observaba maravillada la sala de comedor. Ella no había estado en una mansión tan grande. A excepción de la de su padre, claro.
—Adara, ¿Cuántos años tienes?
—preguntó Reiji, mirando con cuidado los torpes movimientos de la menor al utilizar los utensilios.—Tengo 10 años, ¿Porqué?
—preguntó de vuelta, sin dejar de mirar su comida con algo de desesperación al no poder hacer bien un sólo corte.—Curiosidad.—respondió Reiji, suspirando con frustración y dirigiendo su mirada a su comida.
—Adara, ¿Quieres jugar conmigo y Teddy? Él dice que quiere jugar contigo.—dijo Kanato, alzando levemente a su oso de peluche, llamando la atención de la susodicha.
El rostro de la menor fue iluminada por una gran sonrisa.
—Claro, Tommy también quiere jugar. ¿Por qué no?—respondió, señalando a su conejito de peluche.
Kanato sonrió levemente y asintió. Para luego comer rápidamente. Adara también comió velozmente y se levantó de la mesa, procurando hacer una reverencia para sus hermanos y salir corriendo junto Kanato. Ya en el salón principal, ambos se acercaron a uno de los sillones.
—¿A qué jugaremos?—preguntó Adara, abrazando al pequeño conejito de peluche que le regaló su padre. Tomó asiento en el suelo, cruzando sus piernas para estar más cómoda. Kanato, por otro lado, optó por sentarse en uno de los sillones
—Jugaremos al té. A Teddy le gusta. —respondio él, acercándose más a la pequeña mesa que estaba en el centro.
Adara asintió y empezó a jugar con Kanato. Contando varios chistes, tomando el té y comiendo dulces que Reiji se había encargado de preparar, así pasaron el tiempo ambos hermanos que, según vió uno de los otros hermanos, ya se llevaban bien. Pasaron las horas hasta que se cansaron de jugar, y decidieron irse cada quien tomando su propia direccion. La Sakamaki, al notar que estaba algo aburrida en uno de los sillones mientras coloreaba en uno de sus cuadernos, decidió salir a respirar algo de aire frío. Con cuidado de no arruinar su dibujo, se levantó del sillón y corrió hacia la gran puerta. Miró hacia todas las direcciones, pero al notar que no había nadie que le impidiera salir, abrió la puerta y salió al patio.
Adara se encontraba rodeada de hermosas rosas blancas. Un color poco usual para una flor de ese tipo. Mientras caminaba, con las yemas de sus dedos iba tocando los pétalos blancos de la hermosa flor. Al soltar un suspiro de tranquilidad, admito la brisa blanca que salía de su boca. Al parecer estaba haciendo frío. Rió al ver aquella brisa, queriendo jugar con ésta, pero al voltear, su mirada se topó con una cabellera blanca que estaba algo lejana de ella.
—¿Subaru? —susurró. El albino se volteó y se dio cuenta de la recién llegada. Un sonido de fastidio salió de su boca al ver cómo se le acercaba su hermana menor.
—¿Qué haces aquí, mocosa? ¿Acaso te perdiste?—dijo él, con brusquedad, mirándola fijamente a los ojos con algo de enojo.
—Nop, es solo que estaba caminando y te encontré.—dijo ella, con una gran sonrisa adornando su pálido rostro.
Fue ahí cuando se dio cuenta del albinismo severo que padecía su recién llegada hermana. Ahora él no parecía ser el único albino ahí, y eso de cierto modo le reconfortaba.—Y... ¿Se te ofrece algo?—preguntó, tomando desprevenida a Adara, quien borró al instante su luminosa sonrisa.
—¿No puedo visitar a mi hermano mayor?—preguntó ella. Subaru, algo avergonzado por ser llamado "hermano mayor" por primera vez, no pudo evitar sonrojarse.
—Tsk, yo no soy tu hermano.—dijo él, dándole la espalda a Adara. La pequeña frunció su ceño y caminó hasta estar frente a su hermano.
—Claro que eres mi hermano, Subaru. ¡Incluso nos parecemos!
—dijo mientras se acercaba a Subaru y lo abrazaba.
—Pero eso si, yo soy mas bonita.
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Hermana menor: Experimento [D.L] (EDITANDO)
ФанфикKarlHeinz tuvo una nueva hija. Y Adara era la pequeña hija del Rey Vampiro. KarlHeinz decide implantarle uno de sus mejores experimentos, con él fin de crear una nueva raza mas poderosa. Y la nueva raza era Adara, una pequeña niña. Una niña inocente...