Capítulo 2

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Adara observaba cada rincón de la habitación de su perezoso hermano mayor con asombro en sus ojos, tratando de grabarse cada detalle de ese espacioso lugar.

—Es muy bonito.—dijo ella, dando una vuelta sobre sus talones. Hasta que paró su vista en la cama y corrió hacia ella, mirándola con una gran sonrisa.

—Dormiré en el suelo, tú en la cama.
—concluyó Shu. Adara lo miró frunciendo él ceño.

—¿En el suelo? No, si lo haces cogerás un resfriado. ¿Porqué no en el sofá?—declaró Adara, cruzándose de brazos.

Shu no le prestó atención y se sentó en el suelo, para luego hacerse para atrás y acostarse completamente, soltando un profundo suspiro. Estaba exhausto.

—No me importa, ocupate en tus asuntos niña.—dijo él, cerrando sus ojos.

Ella bufó.

—¿Shu?—llamó Adara, mirando a su dormido hermano.
—Está bien... —dijo ella, para luego correr hacia su pequeña maleta y sacar un vestido para dormir. Fue corriendo hacia el cuarto de baño y se encerró en esta, saco toda su ropa, dejandola a un lado para no arruinarla y se acercó a la gran tina. Tomó la temperatura del agua, y al cerciorarse de que estaba fria, se escabullo en esta.

Lo frío era su favorito, y más si era en un baño. Podía bañarse en agua congelada sin ningún problema, y salir a jugar en la nieve con un pequeño vestido de tiras, pero a veces, eso tenia una gran consecuencia. Consecuencia que no la dejaba disfrutar de sus extraños gustos.

Luego de una larga ducha helada, salió, seco su cuerpo con la pequeña toalla que reposaba a un lado de la bañera y vistió uno de sus vestidos preferidos para la hora de dormir. Salió de la habitación del baño, llevándose una gran sorpresa al ver a su hermano mayor reposado en la cama, durmiendo en el lugar que le correspondía anteriormente a su nueva hermana menor.

Adara soltó un suspiro de cansancio y se acercó a la cama, se tiró sobre ésta  y luego se cubrió con las oscuras sabanas, tratando de dejar un espacio entre ella y su heemano.

—Hasta mañana, hermano.
—susurró, dejando paso a un gran bostezo junto a la oscuridad que le proporcionaba el cerrar sus cansados ojos.

[...]

Adara despertó gracias a un brazo que la rodeaba, y también por la horrible pesadilla que tuvo. Abrió sus confundidos ojos, dando vuelta y llevándose una sorpresa. Shu, quien primeramente se había mostrado frío ante Adara, estaba cómodamente abrazado a la antes mencionada, total y profundamente dormido. La menor sonrió por inercia, mirando con cierto cariño a Shu. Trató de no mover tanto su cuerpo, y rodeó con sus brazos el del rubio.

El chico pareció percatarse del pequeño cuerpecito que estaba aferrado contra su pecho, y decidió abrir los ojos, encontrándose con una cabellera blanquecina bajo las sabanas.

—¿Mocosa?—susurró el rubio, esperando que la pequeña despertara.—Adara... —dijo él ya algo frustrado, moviéndola un poco. Se sorprendió al notar la gran fuerza de esta niña, ya que no parecía querer despegarse de su cuerpo.
—Adara despierta.—llamó Shu con más fuerza, ella pareció percatarse y se separó, con algo de confusión.

—Shu... ¿Qué pasa?—preguntó ella, tallando sus ojos con el dorso de su muñeca, dejando a la vista sus ojos llorosos y con grandes ojeras bajo estos.

—Es hora de levantarse.
—susurró él, mirando fijamente cada movimiento que hacía la pequeña.

—Pero... tengo sueño, Shu. No dormí casi nada.—susurró apenada. Shu fruncio levemente el ceño al escuchar sus palabras.

—¿No dormiste casi nada?
—pregunto confundido el rubio.

—No... tuve una pesadilla.—dio respuesta a la pregunta de su hermano, sus mejillas se pusieron coloradas y lágrimas amenazaban por salir de sus ojos.

Shu la miró confundido, sinceramente no parecía comprender los sentimientos de su ahora hermana. El recuerdo de ver a una madre con su pequeño hijo llorón en sus brazos llegó a su mente, dándole una extraña pero, tal vez, buena idea.

—Ya, ya. No llores.—tranquilizó a Adara, acusándola entre sus grandes brazos. Ella, como respuesta a su repentina acción, empezó a sollozar en el pecho de su hermano.

Le recordaba a su padre.

Adara no se podía creer lo que había soñado. La pesadilla más horrible que había soñado en toda su vida. Sentía un escalofrío recorrer su cuerpo al recordar como destruía a su padre, como lo asesinaba cruelmente a sangre fria. Y todo gracias a aquel extraño experimento que florecía dentro de su pequeño cuerpo.

—S-shu... —susurró, callando un poco sus lagrimsd, limpiando con sus manos sus mejillas totalmente empapadas.

—¿Me quieres contar de que iba el sueño?—preguntó él, tratando de imitar una voz suave y reconfortante. La pequeña negó, no quería tener que recordar todo de nuevo. Y le parecía un poco extraño el cómo su hermano la estaba tratando.

—Uhm ... no, Tengo miedo.
—susurró.
—Shu..., ¿Te puedo preguntar algo?—preguntó, llevándose la atención del rubio.

—Ya la hiciste, ¿no?—respondio él, mostrando una pequeña, casi invisible, sonrisa.

—¡No! Bueno... Si, pero otra.
—exclamó la menor, ganándose una mirada un poco divertida del mayor.

—Adelante, pregunta.—permitió él, totalmente desinteresado de las inquietudes de una niña mocosa.

—¿Quién es Eva?—preguntó, el chico entrecerro los ojos, y luego se encogió de hombros.

—No lo se. ¿Porqué?—preguntó de vuelta, y ella bajó la mirada.

—Porque ella... ella apareció en mi sueño.—respondió, abrazó a Shu, y este la miró curioso y algo aburrido.

—¿Ah, sí? Y dime, ¿cómo era ella?—preguntó, tratando de mostrarse interesado.

Como respuesta, ella se encogió de hombros.

—No lo recuerdo. Pero...

—¿Pero?—preguntó, está vez mirándola con cierta curiosidad.

—Era bonita.—dijo con mala gana. Shu no pudo contener una carcajada, ganándose la mirada indignada de la menor frente suyo.

—¡No te rías!—exclamó ella, con rostro enojado.

—Esta bien. Pero, ¿Por qué te pones así? ¿Estas celosa?
—preguntó él, Adara la miro con más indignación.

Abrió su boca para responder pero decidió no decir nada e inflar sus mejillas, mientras se cruzaba de brazos. Shu volvió a reír, pero esta vez Adara lo acompañó y ambos rieron.

—¡Claro que no! Yo no estoy celosa.—dijo entre risas.

Shu paro de reír y la miro fijamente.

—No deberías estarlo, porque si fuera así, no fueras mi hermana.—dijo Shu, Adara lo miró con diversión y sonrió, haciendo que sus mejillas tomaran un leve sonrojamiento y dirigiera su inocente sonrisa al mayor.

Aún así, estaba algo preocupada. Y no del extraño sueño, si no de la chica llamada Eva. Aquella extraña iba a separar a Adara de sus hermanos, y no lo permitiría.

Eva tenía un corazón malvado, y Adara destruiría a Eva. Para eso fue creada. O al menos eso entendió de su mal sueño. Un sueño que parecía ser real.

Hermana menor: Experimento [D.L] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora