3.

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— ¿Qué no viniste aquí por esto? — rió antes de inclinarse sobre él — recuerda que tú te decidiste por esto — susurró deslizando sus fríos dedo por debajo de su camiseta — o es que acaso viniste porque realmente lo extrañabas — hablaba maliciosamente, mordiendo el lóbulo de su oreja.

Dante contuvo su respiración intentando no soltar ningún sonido, mordiendo sus labios, ladeo la cabeza bajando la mirada. Ese sujeto aún recordaba sus puntos débiles.

—Sabes, me gusta más cuando gritas como una zorra — dicho eso apretó con fuerza la entrepierna del pelirrojo. Logrando obtener un quejido lleno de dolor, con pequeñas lágrimas en los ojos, sin aire en los pulmones. Estaba inclinado hacia adelante, sujetando el brazo de Leo con una de sus manos, con la otra se recargaba en la pared. — En mis memorias tu voz era bastante sexy — volvió a presionar su entrepierna — así que más te vale no callarte ahora — amenazó.

Dante exhaló despacio cerrando los ojos — no lo haré —.

Una de las manos del pelinegro subió hasta el rostro del pelirrojo acariciándole suavemente captando la atención del chico — Decidiste dejar crecer tu cabello, ¿eh? – por un instante el rostro de ese sujeto se ablandó, sin embargo, esa paz no duró más allá de un par de segundos. 

Sus dedos se enredaron en el cabello de Dante, jalando de él con fuerza, moviendo todo su cráneo hacia atrás. El pelirrojo soltó un fuerte quejido.

— Así está mejor — Leo se inclinó sobre mayor y empezó a besarlo con ansias. Era un beso desastroso y húmedo. Sucio. 

"Desagradable" pensaba Dante mientras intentaba seguirle el paso a la lengua de Leo.

Justo antes de que un gemido saliera de la garganta de Dante interrumpiendo el beso, la mano de Leo había seguido jugando por encima del pantalón del chico, lo suficiente para despertar lo que se escondía abajo. 

—¿Cuánto tiempo llevas esperando a que alguien te vuelva a tocar así, ¿eh? — el pecho del mayor subía y bajaba pesadamente. Su rostro se encontraba enrojecido y sus pensamientos estaban nublados, definitivamente no extrañaba nada esto. — ¿Creo que sabes que es lo que sigue, ¿no? — lo miro desde arriba, Dante le devolvió la mirada con el ceño fruncido— Si me miras así, solo me dan ganas de destrozarte — soltó su cabello. Jalando de su brazo regresó a la sala tomando lugar en el sillón — ven — ordenó.

Dante se paralizo,impotente, bajo la imagen de Leo, sus ojos se clavaron en cómo se extendía sobre su cuerpo en toda esa tela negra que parecía abrazar su cuerpo. En cómo sus brazos ahora descansaban en el respaldo del sillón. En cómo sus piernas estaban apenas lo suficientemente abiertas como para ponerse entre ellas.

Dante tragó duro. Ese hijo de perra era sexy y lo sabía.

Jadeo sintiendo su cuerpo reaccionar ante él apretó los ojos en un intento de controlarse y caminó hacia él.

—Toma asiento— sonrió enarcando una ceja, inclinando su cabeza para señalar un lugar en su regazo.

—Yo — suspiro cerrando los ojos nuevamente — No — su voz parecía apagarse. 

El mayor parecía romperse frente a él. Quedándose inmóvil frente a él con los ojos cerrados, apretando los puños y conteniendo la respiración. ''¿Como demonios volvió a caer en este lugar?'' era la pregunta que rondaba por la mente del pelirrojo.

Entonces volvió a sentir los fríos dedos de Leo sobre él.

— ¿No? — repitió – ¿por qué no? ¿no fuiste tú quien vino por esto? — el pecho de Dante se encogía mientras sentía cómo era arrastrado sutilmente por Leo hasta el hueco entre sus piernas.

—Detente— tembló bajo el tacto del menor sobre su camisa —yo no quiero esto—

—Tu no quieres que me detenga realmente, ¿o sí? – sonrió –  estás disfrutando de esto, solo mírate, temblando ansioso por ser tocado por mí — aseguró removiendo la chaqueta de Dante, lanzándola al suelo sin cuidado alguno. Extendiendo su sonrisa, lo vio directamente a los ojos desde abajo. – ahora – un escalofrío corrió por la espalda del mayor al ver los perfectos dientes del pelinegro, jalo ligeramente la camisa de Dante — ¿Qué te parece ayudar un poco? — Tomó las manos de Dante y las acomodó en su propio cinturón. — Quítatelo — ordenó.

Una sonrisa se dibujó en la cara del chico mientras el pelirrojo temblaba sobre él. Una vez había bajado del regazo de Leo, el pelirrojo se dispuso a recoger su camisa, sin embargo, antes de que pudiera hacerlo Leo pateó la prenda lejos de su alcance.Dante empezaba a sentirse enfermo por toda esta situación, el hecho de que Leo estuviera de nuevo sobre él, era algo que prácticamente había jurado evitar, pero aquí estaba.

Sin darse cuenta de cómo o cuando, de pronto sus pantalones se deslizaron por sus piernas, dejándolo expuesto y ahora la mano libre de Leo, comenzaba a retirar esa última prenda.

Lágrimas corrieron por sus mejillas al darse cuenta de que podría no haber vuelta atrás.

Un simple jadeo fue lo único que se necesitó para Leo se detuviera, levantara su cabeza y esbozara una sonrisa.

—Parece que alguien ya está listo — dicho esto alzó al pelirrojo llevándolo hasta la cama, retirando su propia camisa.

LOVE ALONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora