17.

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No habían pasado más de un par de horas desde su regresó cuando Dante se acercó a su habitación visiblemente molesto.

— Lo único que tenías que hacer era no meterte en problemas, de todos los posibles lugares, ¿su casa?, ¿En qué mierda estabas pensando? ¡Tienes idea del posible peligro que eso significaría si no fuera Noa! — su voz se alzaba con cada frase —  no solo eso, te encontraste con sus padres y peleaste con ellos —.

—Ya me disculpé con Noa por lo que pasó — 

Ni siquiera sabes por que lo hice, ¿cierto?— sonrió— no dejaban de insultarte, ¡incluso intentó golpearme! — esta confesión lo sorprendió,  Noa no lo había mencionado — ¿no se supone que dijiste que siempre me defendiera? Que tu les temas no es mi puto problema —

—¡Daniel! —.

La figura de su madre acercándose tranquilizó a ambos, solo hizo falta una seña de ella para que ambos hicieran silenció y se encerraran en sus habitaciones.

Tras algunos minutos se acercó primero a la habitación de su hijo, asomándose por la puerta.

— ¿Enserio le tienes miedo a los padres de Noa?, no me esperaba eso — la incredulidad en la cara de su hijo la hizo sonreír — no se que sucedio pero deberían arreglarlo — 

— Salió con Noa, que no es el problema en sí, pero pidió ir a su casa donde terminaron encontrándose con sus padres — suspiró — lo sé de primera mano, no son la gente más amable, están lejos de serlo —.

— Si algo te preocupa deberías decirlo, no desquitarse con ella — acarició su cabello — bien, entonces piensa como lo vas a resolver, yo iré a ver una película —.

No desconfiaba de Noa, ni de su hermana, en una situación normal, ni siquiera le importaría, pero esta vez había un factor diferente, una variante inesperada. 

Desde que los conoció, los padres de Noa no eran gente con la que quisiera reunirse, y mucho menos quería que su hermana se viera involucrada.

Recostado en su cama recordó aquel primer encuentro con ellos. Después de varias semanas de haber empezado a salir, Noa lo había invitado a pasar la tarde en su casa, tal vez no debió haber ido.

Le había dado un recorrido por esta y justo se dirigían a su habitación, cuando la puerta principal se abrió y tanto su madre como su padre entraron.

Mientras que su padre lo ignoró, su madre se acercó con una falsa sonrisa a ellos.

— Oh esto es raro, ¿un amigo?— 

— Mejor aún, es mi novio — contestó sin dudarlo un segundo, causando la sorpresa en ambos.

Mientras Dante dejaba escapar una sonrisa tímida, la madre del chico palideció en cuanto logró procesar en su cabeza lo que su hijo acababa de confesarle, tan rápido como palideció su cara se tornó de rojo.

— Querido, eso no es algo con lo que debas jugar, la gente lo puede malentender y eso podría causarnos problemas — Dante notó aquel tono que esperaba Noa le contestara como quería. 

— Pero no estoy jugando, Dante es mi novio, es bastante lindo — tomó su mano entrelazando sus dedos, Dante nervioso y avergonzado intentó deshacerlo pues comenzaba a temer por la reacción de la  señora. 

Justo frente a sus ojos, Noa recibió una bofetada. Noa no se inmuto, en cuanto vio la mano de su madre alzarse, jaló a Dnate detrás de él, escondiéndolo detrás de él, su mejilla ahora pintada de rosado comenzó a arder.

— Noa — hablo con nerviosismo en un pequeño hilo de voz — ¿Estás bien? —.

— Si, supongo que ya sabía que esta sería la reacción, nunca vale la pena contarte nada, mamá — suspiró, sin soltar ni un momento la mano de Dante

—Tu maldito marica, ¡Largo de mi casa! Todo esto es por tu culpa ahora, tú se lo pegaste—.

Noa volteo con Dante, dándole la espalda a su madre, sin despegar la mirada de sus ojos lo jaló consigo, “vamos, te llevaré a tu casa”.

Escuchó los gritos de su madre detrás de ellos, pero estaba tan acostumbrado que decidió ignorarlos.

Ni bien salieron de aquella casa, Dante acercó su mano acariciando la mejilla aún roja por el golpe.

— ¿Estás bien? No debiste haberme presentado así, no todo el mundo se lo toma a bien —.

— No te preocupes por eso, vamos —tomó una de las llaves colgadas y se dirigieron al auto — hoy te demostraré mis excelentes habilidades conduciendo — sonrió poniéndolo nervioso. 

Aquella declaración lo puso nervioso, pero, aún así aceptó.

Ni bien pasaron unos días Dante decidió también contarle a sus padres, después de lo que había pasado, su mayor miedo era que reaccionarán igual.

Pero para su suerte, lo aceptaron fácilmente y sin hacer mucho escándalo.

LOVE ALONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora