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No tenía muchas expectativas sobre esa relación, de hecho, ni siquiera esperaba que durara más de un mes.

Si bien había estado bastante tranquilo, comparándolo con veces anteriores, los moretones en su cuerpo, demostraban que no había cambiado mucho.

Llegó a aquella casa sin muchas ganas de estar ahí, pero, de todas formas entró,  esperando que al menos aquel día fuera tranquilo.

Leo abrió la puerta dejándolo entrar, más no hubo una reacción normal, parecía tener sueño.

Ni bien dejó sus cosas en la sala y se dirigió a lavarse las manos, ni bien regresó a la sala, se encontró solo, sin ningún rastro de Leo a su alrededor.

Subió escaleras hasta la habitación, Leo se encontraba ahí, acostado a punto de caer dormido, se sentó en la orilla de la cama, esperando si esa era su oportunidad para irse.

—Solo quédate, no haré nada— estiró su brazo, para lograr tomar su muñeca,  jalandolo a su lado.

Aquello lo tomó por sorpresa, no sabía qué mosca le había picado, generalmente no era tan amigable.

No había pasado mucho tiempo desde su llegada y Leo ahora se encontraba durmiendo a su lado, con un brazo rodeando su cintura, tal vez, evitando su ida.

No era tan malo, había una tranquilidad bastante sorprendente y al dormir, parecía aquel niño de años atrás.

Evitó moverse, con tal de no despertarlo y que aquella paz terminase, jugó en silencio con su celular.

Hasta que sin poder evitarlo, quería ir al baño.

Lucho por un par de minutos el poder deshacer el agarre sobre su cintura, y seguido corrió al baño.

Aprovechando su libertad, buscó en la cocina algo rápido que pudiera comer, solo logró ver una manzana.

Estaba lavando la fruta, cuando unos brazos pasaron por su cintura junto con el peso del chico que recargaba su frente sobre su hombro.

—Regresa a la cama— habló aun adormilado.

 No puso mucha resistencia, solo terminó de lavar la fruta y regresó a la habitación, Leo No se había alejado de él hasta que comenzaron a subir las escalera.

Un extraño y dulce toque jugando con su cabello lo despertó, no abrió los ojos de inmediato, intentó descifrar lo que aquellos dedos que jugaban con mechones de su cabello, planeaban.

¿En qué momento había terminado por quedarse dormido? 

Entreabrió los ojos muy lentamente, intentando ver la expresión del chico a su lado.

Aquello lo impactó, había cierta ternura en su mirada junto con un muy ligero sonrojo en sus mejillas.

¿Entonces era cierto que aquel niño seguía enamorado de él? Estúpido.

Comenzó a quejarse para darle a entender que estaba despertando y así se alejara. Aquella mano sobre su cabello, efectivamente se alejó, y el chico ahora actuaba como si jugara con su teléfono.

—¿Hace cuánto despertaste? — se levantó y comenzó a estirarse —¿No tienes hambre?, Pasaste toda la tarde durmiendo, ¿Deberíamos ir a comprar algo para cenar?—

Subieron al auto y Leo condujo hasta un restaurante cercano que se encontraba a unos 10 minutos en auto.

No había mucha fila pero igual tendrían que esperar, Leo se acercó a ordenar, mientras Dante esperaba cerca del auto, jugando con su teléfono.

En una ocasión que volteó con dirección a Dante, este hablaba alegremente con una chica, algo se revolvió en su estómago, se acercó a él.

Apenas la otra persona se alejó, jaló del brazo a Dante.

—¿Quién es esa?, ¿Por qué reían?— 

—¿De qué hablas? Solo estaba siendo amable, se perdió y le ayude — se soltó — no hagas una escena por eso —.

— ¿Y por qué no le preguntó a alguien más? Obviamente porque quería acercarse a ti, siempre atraes a personas guapas—.

Casi suelta una carcajada — ¿Entonces te pareció guapa? — sonrió — ¿Ese es tu tipo? — la expresión de él lo hizo reír — solo olvidemos el tema, ¿Va a tardar mucho la comida?—.

LOVE ALONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora