2.

134 7 0
                                    

Para el tiempo en el que Dante entró a la universidad, aún no había superado del todo el trauma de su relación pasada, a seis meses desde que esta terminó pesadillas seguían interrumpiendo sus sueños, fumar se había vuelto en lo único a lo que recurría cuando sus amigos no se encontraban cerca y esto pasaba bastante a menudo, meterse en problemas había sido una buena forma de entretener su mente.

Dante se había convertido en un desastre, en sus propias palabras.

Tardó un año y varias visitas al psicólogo, no porque quisiera, pero sus amigos preocupados lo alentaron para, por fin, estar bien consigo mismo. Se esforzó en salir adelante.

Sin embargo, las peleas y los problemas seguían llegándole y aún era algo que disfrutaba hacer, salía con sus amigos, incluso intentó un par de relaciones que al final no funcionaron y otras tantas de las cuales podría sacar provecho.

Gracias a su hermana había controlado y casi dejado sus hábitos de fumar.

Por estas peleas frecuentes en las que se veía envuelto, rumores circulaban entre sus compañeros de clase, ni siquiera entendía porque a las personales les gustaba chismorrear sobre él.

No sabía qué era lo que resaltaba sobre él, su cabello rojo y ojos verdes no eran nada raros, no buscaba problemas con nadie, o al menos no daba el primer paso en esto, sus notas no eran algo que resaltaran tampoco.

Tal vez solo se estaba imaginando las cosas.

Aquella presencia estaba molestando sus días, no importaba cuanto se escondiera o lo ignorara, seguía apareciendo delante de él.

Leo se encontraba recargado sobre su casillero, esperando por él con aquella sonrisa que empezaba a molestarlo, estaba cansado de este juego psicológico.

— Puedes dejar de estar jodiendo mi día a día— suspiro— solo dime, ¿Qué es lo que quieres de mi? — Dante se quedó en silencio mientras observaba cómo Leo sonría — ¿Sexo?, ¿haces todo esto porque quieres coger?—

Leo se acercó lentamente con Dante sin despegar la vista de las expresiones de este, una vez frente a frente, sujetó el mentón de Dante atrayéndolo un poco hacia él un escalofrío pasó por la espalda— pasa por mi casa después de clases, aun recuerdas la dirección, ¿no?, si lo haces aceptaré dejarte libre— sonrió.

Sabía que no podía confiar en él

Al terminar las clases, una parte de Dante se había resignado a lo peor mientras se dirigía a casa de Leo, pasó varios minutos frente a la puerta, debatiéndose a sí mismo sobre lo que estaba por hacer, tocó la puerta y esta se abrió casi enseguida.

— Vaya realmente viniste, creí que te ibas a acobardar y huir de mí otra vez —.

— Solo cumple tu parte — suspiró dando el primer paso dentro — no esperaba tener que volver aquí — comentó en voz baja abriéndose paso entrando a la casa.

Una vez dentro, Leo, no perdió el tiempo, jaló al pelirrojo acorralándolo con la pared, provocando que este se golpeara con la pared.

— Tan impaciente como siempre — su tono de voz pasó a ser relajado y cansado— nunca aprendiste a esperar o en su defecto a controlarte— deshizo el agarre quitándose de donde estaban, esta acción hizo reír a Leo. 

— ¿Acaso crees que me voy a quedar esperándote? — Leo jaló su cuerpo y lo obligó a encararlo, como respuesta los hombros de Dante se encogieron.

— Suéltame... — ordenó mirándolo fijamente a los ojos. 

LOVE ALONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora