I. Cap 4.2

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—¿Porque no? —pregunta Max mirándome raro, a la vez que se agacha para revisar el pulso de los rebeldes en el suelo.

— lo acabo de decir —repliqué.

—Cómo sea —Erick parecía haber perdido el interés en tan maravillosa tecnología como lo calificaban sus demás colegas, cruzando los brazos mirando a otro lado.

—Eso me vendría bien, cuando tengo que usar un golpe a la cara como anestesia y dormir a mis pacientes —Dani reía.

—¡Ander! Mira tú brazo ¡mierda! ¡Estas sangrando! —o no, con tanto ajetreo descuide la seguridad de uno de ellos—, déjame ver pidió Dani.

—Debió ser la bala perdida que desvié; lo siento Ander no fue mi intención causarte una lesión. —mi vista se posó en el algo culpable por lo que le había ocasionado. Si estuviera en mí forma natural mis sistemas auditivos estarían contraídos hacia atrás expresando mi estado de ánimo.

—Estoy bien, Estela; no te preocupes. —procuró reconfortarme.

Enseguida Dani como buen oficial medico inició su trabajo sacando de su mochila que por cierto cada uno llevaba con distintas cosas según su cargo incluyéndome, pero este no estaba tan abultado como el de ellos. Tomó unas vendas y una pinza sacando la bala sin antes desinfectar con alcohol el metal. Cuando desvíe la bala no había notado a Ander en dirección de la bala, por lo que debía recompensar esta innecesaria lesión, pero...

—Estarás bien, no toco ninguna arteria del brazo, daño un poco el musculo sin embargo no es nada grave. —parece que mi intervención no sería necesaria, o al menos eso creímos cuando Dani dijo aquello.

Debido a todo esto y a los recientes sucesos, decidimos cubrir al par de rebeldes con ramas, un poco de tierra sin enterrarlos, pero lo suficiente para ocultarlos de todo, para que nadie se dé cuenta de sus cuerpos aún con vida; aunque no sé porque alguien vendría a ese sitio si casi ni hay camino definido. Una vez bien ocultas en la última posición que el escáner los había dejado, el vendaje de Ander y seguir caminando dúrate una larga hora decidimos descansar después de todo la noche era evidente. Camina de noche no es favorable ya que es peligroso por toda esa escoria, como llaman ellos, ande suelto.

Nos sentamos juntos a descansar en alguna parte del camino, rodeados de una intensa noche adornada por escasas estrellas. Esta vez fue Garrett quien encendió el fuego para mantener el calor a nuestros cuerpos humanos; es curioso, pero aunque cambiemos de forma, mi especie mantiene las habilidades y la actitud draconiana por lo que al ver la dificultas de Garrett encendido la fogata, decidí ayudarlo fugazmente sin que nadie note una pequeña llamarada salir de mi aliento cuando tomé una ramita astillándola simulando encenderla con algo más, para después acercarla a mi boca y exhalar aliento mínimo de un color violeta intenso. Como somos inmunes al fuego por ser descendientes directos de los dragones a modo de evolución humanoide, el fuego no nos lastima, todo lo contrario, no hace más fuertes; esto hiso que los demás posaran su atención en mí, cuando alejé lentamente la llama encendida en mi mano con madera quemándose hasta estar muy próxima a su intento de fogata para lanzarla en el último instante, viendo cómo se encendía muy fácil alimentada por el viento.

—¿Que? —fingí no saber lo que pensaban.

—¿Que acabas de hacer? —preguntó enfático.

—Pues solo protegí el fuego del aire que lo apagaba, solo eso Max. —disimulé muy mal.

—Ni siquiera te quemaste, si yo hacía eso, seguro que terminaba con quemaduras de tercer grado. —comentó soltando una risa nerviosa refiriéndose a mi anterior respuesta.

—¿Y..., saben quién hará guardia primero? —de la nada interrumpió Ander.

—Tranquilo, tu no serás el primero; de hecho, creo ... —no deje que Garrett terminara la oración.

FURIA ESTELAR, La Alianza (Correcion Para Libro En Fisico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora