21- Sus elecciones

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Estoy seguramente metida en el pliegue de su brazo, con la pierna envuelta en su abdomen. Su pecho se siente caliente contra mi mejilla. La carne contra la carne se siente reconfortante. Sus manos están frotando mi muslo, mi cadera, mi espalda en un modo calmante.

La sensación de su cuerpo contra mi piel hipertensa me hace cosquillear por todas partes.

-"Shhhh, cierra los ojos ... vuelve a dormir." Su voz está llena de cansancio.

Siento que se mueve debajo de mí. Está cogiendo algo y se estira a la mesilla de noche.

Un golpe en la puerta me sobresalta mientras hace eco en el silencio. Otro golpe viene, más fuerte que el anterior.

-"Alpha Grey", grita una voz asustada por el pánico desde el otro lado de la puerta.

-"¿Qué?" Su voz aumenta su disgusto de sobre manera.

Acurrucándome más profundamente a su lado, me froto la mejilla contra él, sosteniéndolo cerca de mí. Me besa la frente mientras trato de abrir mis pesados ​​párpados.

-"Son las hembras, que comienzan a entrar en calor."

Incluso en la niebla entiendo que esto podría convertirse en una situación volátil: machos que luchan contra los machos hasta la muerte debido a la necesidad de aparearse con las hembras no apareadas.

Gimiendo, cambia su peso corporal, alejándose de mí.

-"No me dejes". Mis dedos tratan de encontrar algo que pueda agarrar para impedir que se vaya. El calor abrasador comienza a extenderse donde su piel deja la mía. Gimoteo hacia él, todavía demasiado drogada para abrir los ojos. Me siento demasiado pesada para moverme, incluso para volverme a la cama.

-"Por favor, te necesito ... Quédate conmigo." Le suplico, el dolor comienza a florecer dentro de mí, extendiéndose desde la punta de mis dedos hasta el fondo de mis dedos de los pies.

-"No tengo otra opción, tengo que irme, la manada me necesita".

Apreté los dientes por sus palabras.
- "Te necesito," grito acusadoramente. "Yo Te necesito."

Es difícil respirar mientras el calor se envuelve alrededor de mi pecho, sofocándome. Un aguijón en mi muslo me tiene desesperada. Miro con un ojo abierto hacia abajo para ver la jeringuilla borrosa. Puedo probar la amargura de la medicación que trabaja en mi sistema. Siento que mi cuerpo se hunde en la cama, es tan pesado.

-"Te odio." Digo en un susurro muy fuerte cuando las lágrimas salen por mis ojos cerrados.

-"No tanto como yo me odio a mí mismo."

Casi no me di cuenta de eso. Estaba tan quieto, mis oídos tensos para oírlo.

Mi mente empieza a difuminarse. Sólo escucho ligeramente la puerta y el cierre. Mi estómago está protestando contra el fuerte sedante. Girando y girando, el ácido hace que se me suba a la garganta de forma explosiva. Vacío el contenido de mi estómago sobre la cama. Ola tras ola de bilis amarilla brota de mí en implacables pulsos.

No puedo moverme para limpiarme, la medicina es demasiado fuerte, altero mi sistema. Tomando un gran aliento, todo lo que huelo es vómito y mi cuerpo tiene espasmos incontrolablemente con dolor. Empiezo a gritar, hasta que no tengo más voz.

Me llama la calma del olvido. El último pensamiento que tengo ante la oscuridad que desciende. Es que siempre seré la segunda. Nunca primero.

Así que el ciclo se repite. Me despierto en una bruma crepuscular, pidiendo ayuda, pero mis motivos desesperados quedan sin respuesta. Grito y pateo mi miseria hacia fuera, solamente para calmarme porque habra terminado pronto. Sigue el agudo aguijón entre mis muslos y el sabor amargo del sedante.

El Norteño - POV MeelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora