6| Lo que adoro de tí.

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En los pasillos de la escuela todo parece volverse aburrido, Hunter fue a jugar Hockey con los chicos en un momento de aburrimiento,  tienen días sin hacerlo. Mientras Clair y yo fuimos a la biblioteca porque según ella, el maestro de biología hizo el próximo examen en base a un libro que hay allá, y que por ende todas las respuestas están ahí muy específicamente.

—Los maestros creen que ya nadie usa la biblioteca, pues no —anuncia ella cuando entramos al silencio lugar. En realidad hay muy pocas personas, me sorprende, ni siquiera hay algún Nerd, ni una pareja besándose en los estantes lo que en mi opinión, es genial, lo he visto en películas y ese comercial de Coca-cola.

—¿Ya nadie viene a este lugar? —murmuro mirando los polvorientos libros del pasillo.

—Incluso los nerds prefieren el Internet, estamos en el dos mil diecisiete, Harriet, los libros son fantásticos pero aquí no hay nada de John Green o Stephen King, así que es un lugar inútil —ella suelta una risita, me sujeta de la muñeca y me dirige al pasillo en donde podremos encontrar el libro.

—En verdad esperaba ver almas solitarias al menos —sopeso.

—Los fantasmas también se largaron, prefieren el salón de arte, ahí al menos hay cosas que ver —balbucea algunas cosas en cuanto tantea los libros y susurra un '¡Sí!' cuando saca uno verde oscuro y con páginas desgastadas—. ¿Haz visto ese video de Little Mix? Podríamos buscar un libro de hechizos aquí, sería divertido.

—Una cosa a la vez, ya tienes el libro, ¿podemos irnos? —sonrío suplicante.

Ella asiente y sin necesidad de pedir el libro a la bibliotecaria nos vamos de ahí, llegamos a las jardineras y nos sentamos a buscar las respuestas para copiarlas en una hoja microscópica para Clair, es una chica inteligente y más si se trata de las cosas de teoría, pero cuando no quiere estudiar para algo no hay manera de convencerla. Es experta en eso de copiarse de los profesores literalmente en su cara, es una sin vergüenza pero la envidio mucho, quisiera tener esa valentía. Soy tan miedosa.

Estoy copiando con mi linda letra de caligrafía cuando alguien detrás de mí cubre mis ojos, sonrío sabiendo que es Hunter, el niño adora hacer eso.

—¿Nunca te cansas de hacer lo mismo, Hunt? —pregunto retirando las manos de mi rostro, volteo sólo para recibir un balde de vergüenza, es Caleb.

—Que vergüenza —él parece leer mi mente en ese momento—. No  soy Hunt.

—Quisieras ser yo —ahora sí, mi hermano aparece detrás de él con sudor en todo su cuerpo—. ¿No reconoces mis manos? —me acusa ofendido.

—Asocié el sudor contigo, ¿soy culpable? —hice un intento en vano de alzar la ceja, es terrible no tener como perfeccionar mi cara sarcástica.

—¿Las vas a comparar con las mías? —Caleb soba sus manos con delicadeza—. Mis manos son perfectas, no como las manos de leñador de tu hermano.

—Las manos de leñador son sexys —susurra Clair mordiendo su lapicero. Yo voto por eso.

Hunter le guiña el ojo, retiro mi voto.

Caleb observa mi cara y ríe, creo que lo que necesitaba era un destapado de actitud, antes era mas callado y ahora es igual de sereno y sarcástico, pero luce mas agradable y se ríe mas seguido, ese es el efecto Harriet. De nada mundo.

En clase se sentó detrás de mí y conversamos como rara vez lo hacemos, me habló sobre como le fue en el cumpleaños de su prima y de que gracias a mí tuvo que usar una camiseta que odia pero su madre insistió en que era la única apta para la ocasión. Me hizo reír mucho.

El secreto de los Dallas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora