Acaricio el cabello de Hunter, él cierra los ojos con calma y los cubre con su antebrazo, suspira antes de apretar los labios y demostrarme lo mal que se siente. No puedo evitar acariciar su cuello y hombro tratando de consolarlo, está sin camisa y puedo ver más de dos heridas en su abdomen. Suspiro tomando la decisión de saber como pasó todo, debo dejar de ser tan miedosa y sensible, sí veo Game Of Thrones y series detectivescas también puedo con esto.
—Hunt... —murmuro sin despegar mi mano de su hombro, está tibio—. ¿Cómo pasó?
Él guarda silencio y suspira una vez más antes de retirar el brazo de su rostro apago y mirarme directo a los ojos.
—Salía del baño, papá me había llamado para avisarme que tal vez no tendría tiempo de traernos a casa por el asunto de el juicio, creo que me escucharon hablarle y no lo sé, me esperaron afuera y no me permitieron salir —juega con sus dedos y la mirada baja me parte el corazón—. Comenzaron con empujones, diciendo que mis padres eran unos enfermos y eso me hizo enfurecer, aún así eran más que yo y pudieron conmigo. Creo que es hora de empezar a hacer ejercicio sí me tocará encontrar gente así otra vez —esboza una sonrisa decaída y yo sigo sin despegar mi mirada de sus pestañas espesas—. Caleb pasaba por ahí y se fue contra ellos y también lo golpearon, luego llegó una profesora y los llevaron con el director. La conclusión es que somos unas nenas peleando, no sé de donde saqué eso de darle una paliza a Caleb, no podría ni con Cooper ebrio.
—Siento que tratas de omitir algo —admito acariciando su cabello, él hace una mueca con la boca y sube su mano para tomar la mía que descansa en su hombro—. No me ocultas nada más, ¿cierto?
Hunter besa mi mano y niega con la cabeza sin omitir palabra alguna. Mentiroso. Lo conozco mejor que nadie.
—No te preocupes por eso.
Ladeo los labios y me resulta difícil aceptar que él no va a decirme eso que quiere ocultarme. Me preocupa pensar que tan grave es eso pero tomando en cuenta lo terco que es, sé que no voy a conseguir una confesión tan sencillo.
La puerta me alarma y giro la cabeza para ver como se abre dándole paso al rostro afligido de papá, mi padre sigue refunfuñando en la sala y creo que lo mejor es que se descargue allá abajo antes de subir con nosotros.
Papá guarda silencio mientras cierra la puerta y camina con la cabeza gacha hasta nosotros, Hunter no lo mira, deja sus ojos clavados en la pared y yo sigo acariciando su cabello.
—Chicos —murmura. Su voz está tan rota como mi humor ahora mismo—. ¿Cómo... cómo están?
Hago ese intento raro de alzar las cejas en su dirección ante esa pregunta.
—Sí, lo sé —murmura rodando los ojos—. Pregunta tonta —entonces suspira y se sienta en el borde de la cama, al lado del hombro de Hunter y justo frente a mí—. Quiero que sepan que lo que esos chicos hicieron no tiene justificación, y... nosotros nos haremos cargos de eso.
Es bueno saber que no piensa regañarme por lo que hice, no me arrepiento de todas formas.
—Esa señora era una bruja —murmuro desviando la mirada a el callado Hunter.
—No digo que está bien haber tomado el camino violento, Harriet. Pudiste salir perjudicada, pero defendiste a tu hermano y...
—A ustedes —agrego—. A ustedes, papá. Esas personas no pueden ir por la vida creyendo que tienen razón. Es hora de que abran los ojos de una vez.
—Oh, bebé —papá acaricia mi mejilla con cariño y sonríe, no puedo imitar su gesto cuando veo como sus ojos se humedecen—. No tenías que hacerlo. Nosotros somos los que tenemos que cuidarlos, ¿de acuerdo?
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El secreto de los Dallas.
Teen FictionCualquiera diría que ser hija de una pareja homosexual en medio de Minnesota es el sueño, pero no cuando son dos sobreprotectores que te tienen bajo su lupa las veinticuatro horas, al menos es lo que se repite Harriet a diario. Su vida está restrin...