Estaba temblando cuando entré por la ventana de mi cuarto, mis labios tenían un cosquilleo y yo no dejaba de reírme con nervios. Cuando entré pude tomar aire y recapitular lo que había pasado.
En serio había besado a Caleb.
Es lo último que recuerdo.
Y ahí estoy, con dolor de cabeza, el maquillaje corrido, mi cabello parece un nido de palomas y mi yo borracha es tan tonta que ni siquiera pudo cambiarse la ropa al llegar.
Levanto lentamente la cabeza y una vez que tengo conciencia de donde estoy, vuelvo a mi almohada y trato de dormir.
Claro que no puedo tener ese lujo.
-¡Hora de levantarse, solecito! -Hunter abre estruendosamente mi puerta y en dos pasos largos salta a mi cama, sobre mí-. Vamos, bebé, tenemos escuela -dice fingiendo la voz de mi padre. Gruño para que se aleje.
-Sí vuelves a moverme acabaré contigo.
-¿Por qué estás así vestida? -que bien. Ahora suena molesto-. ¿Harriet?
-No es tu problema -murmuro aún sin abrir los ojos.
-¡¿Saliste anoche, verdad?! -da un salto fuera de la cama. Es cuando acepto que no podré dormir y me doy la vuelta para quedar sobre mi espalda, abro lentamente los ojos sólo para encarar a un furioso Hunter matutino.
-Tal vez -murmuro estirándome.
-¡¿Tal vez?! -se pasa una mano por la frente hasta la nuca dejando su cabello hecho un caos-. ¡¿Qué coño es lo que te sucede?!
-¡Deja de gritar, por un demonio! -susurro exaltada. Enseguida un agudo dolor invade mi cabeza y me quejo sujetando mi frente. Entre la resaca y el golpe de anoche mi cerebro está frito.
-Estás borracha -acusa en un susurro.
-Estaba -alzo un dedo en protesta.
-Te voy a...-hace un ademán de estarme asfixiando son sus manos y luego baja los brazos gruñendo-, ¡No! ¡Nuestros padres te van a matar!
-¿Les dirás? -ignoro el dolor de cabeza y me siento de golpe-. No puedes hacer eso.
-¿Me estás retando? -susurra amenazante.
-Le dices y yo les digo que tuviste sexo con una desconocida rusa en nuestra casa, que quedó embarazada, abortó y huyó a New York.
-¡Nada de eso es cierto gracias a tí!
-Veremos a quien le creen -me cruzo de brazos alzando el mentón.
-¿Qué mierda te pasó en la frente? -espeta acercándose a mí para sujetarme del mentón y verificar mi chichón en la frente.
-Fue un golpe con la guantera, Caleb dijo que no era nada -murmuro.
Silencio. Sólo silencio.
-¡¿FUISTE CON CALEB?! -y se levanta hecho un manojo de rabia.
Creo que no debí recordárselo.
-¡No sucedió nada! -mentira, Harriet, mentira.
-¡Lo voy a descuartizar!
Gruño cubriendome el rostro con las manos. No puede ser que exista un hermano tan celoso en ésta vida.
No me deja seguir protestando, sus piernas lo llevan fuera de la habitación con rapidez y no me deja otra opción que seguirlo, no puedo faltar a la escuela, podría fingir estar enferma pero no sí hay una amenaza ambulante a la vida de Caleb-labios-sexys.
ESTÁS LEYENDO
El secreto de los Dallas.
Ficção AdolescenteCualquiera diría que ser hija de una pareja homosexual en medio de Minnesota es el sueño, pero no cuando son dos sobreprotectores que te tienen bajo su lupa las veinticuatro horas, al menos es lo que se repite Harriet a diario. Su vida está restrin...