Tengo ganas como de gritarle a alguno de mis padres después de haber sacado a mi padre a rastras de aquel bar.
El panorama no nos favorece en absoluto. Sobretodo cuando cierto niño está viviendo bajo este techo y una mujer loca de RRHH nos sigue la pista. ¡Y nadie me va a decir lo contrario! Tal vez desde el accidente haya decidido ser compasiva y menos psicópata, pero aún me siento observada cuando salgo de la escuela y saco la basura.
Me encariñe con este mocoso, no quiero que se lo lleven solo porque nuestros padres actúan como dos adolescentes despechados.
Tengo la opción de dejar semejante lío así, igual mis padres son los que van a decidir que hacer con su matrimonio.
O puedo hacer lo que mejor se hacer: Meterme donde no me llaman, así es.
De mala gana le doy una taza jumbo de café a mi padre. Él con toda la calma la recibe y le da un sorbo lento, como si la rotación del planeta le hiciera doler la cabeza.
Miro a Hunter quedarse pensativo. Está sentado a su lado pero pareciera que su cabeza anda bien lejos.
—Gracias por buscarme, chicos —murmura acariciándose la cien con los dedos—. No fue mi mejor noche.
Estoy luchando por no explotar y gritarle en cinco idiomas inventados todo lo que pienso.
—Me imagino que en una buena noche si consigues huir de tu familia sin problemas —sisea Hunter cruzándose de brazos. Mi boca se abre con satisfactoria impresión y observo como mi padre se permite sentirse ofendido.
—Toma eso —susurro.
—¿Qué has dicho? —cuestiona mi padre con el ceño fruncido.
—Ah, el alcohol no te deja escuchar ahora —mi hermano se pone de pie y lo encara. Mi cara es la de Pikachu—. ¿O es la cobardía? —con una mano en la barbilla se lo piensa—. ¡No! No, cobardía no, porque de eso sufre papá.
—Hunter —el tono de voz de Reese Dallas se fortalece—. No te permito que me hables de esa manera, ya basta. Mi cabeza me está matando así que es mejor que todos vayamos a dormir y...
Y...
Y a dormir se fueron nuestras esperanzas de que se arreglara este problema, porque apareció Matt con su pijama de Cars y a todos se nos cortó el aire.
—Cariño —agudizo—. ¿Qué haces despierto?
—Escuché a Hunter —bostezó—. ¿Qué pasó? ¿Están peleando?
Automáticamente nos vemos las caras y en silencio decidimos ponerle pausa a la disputa, porque por nada del mundo vamos a discutir frente a este niño.
—Hablábamos de los anti-vacunas, nada importante —me agache a su altura y tomé sus pequeñas manos—. Vamos a la cama, tienes que dormir.
—Ven aquí, yo te llevaré a la cama... —cuando mi padre quiso ponerse de pie, Hunter le pone una mano en el hombro y con el rostro más despectivo que le sale le pide que se quede donde está.
—No hace falta —digo tomando la mano de Matt, él es totalmente ajeno a nuestra guerra de miradas—. Yo lo llevo.
Creo que solo piensa en dormir y soñar con el La Vaca Lola.
Puedo ver en los ojos de mi padre un extraño sentimiento de un hombre que se da cuenta de que ha hecho algo mal.
Matt se despide de ellos y en silencio volvemos a su cuarto. Se sube al colchón perezosamente y de una vez me hace una señal para que me recueste con él.
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El secreto de los Dallas.
Teen FictionCualquiera diría que ser hija de una pareja homosexual en medio de Minnesota es el sueño, pero no cuando son dos sobreprotectores que te tienen bajo su lupa las veinticuatro horas, al menos es lo que se repite Harriet a diario. Su vida está restrin...