De lo único que tengo consciencia ahora es de lo cómoda que estoy sobre el colchón, estoy en la línea entre estar dormida y despierta y aprovecho mi momento de paz matutino, algo que no suelo tener a diario.
Me muevo entre las sabanas y suspiro con la almohada en el rostro, está fría y me resulta relajante la sensación.
No puedo evitar sentir la típica presión de alguien observandome y con esfuerzo logro abrir el ojo izquierdo, así veo al nuevo Dallas, abrazando una rana peluche y usando una adorable pijama de autos. Parece nervioso y creo que duda de si es buena idea estar parado frente a mí a estas horas.
—Hola —dice.
Un suspiro me ayuda a despejarme y aclaro mi garganta para poder responder.
—Hola, cariño —sonrío apenas.
No me molesta su presencia, debo decir que al contrario, quiero que esté cómodo aquí. Porque yo tuve a mis padres desde que nací, Hunter también, tuvimos un hogar sano y estable, él por su lado vivió una pesadilla siendo un pequeño y es algo que me apena mucho. Verlo aquí y saber que somos su oportunidad de rehacer su vida de una mejor forma me reconforta y siento una especie de compromiso con ello.
—Me pidieron que te despertara —pronuncia con un hilo de voz—. Tienen escuela —ladea la boca abrazando el peluche contra su pecho.
Me siento con lentitud y estiro mis músculos soltando el aire que contengo en señal de alivio.
—Gracias, cariño —mantengo la sonrisa y acaricio su pálida mejilla sonrojada—. ¿Tú no tienes escuela?
El asiente con la cabeza.
—Sí, también iré a vestirme.
Yo asiento mirándolo con interés esperando que me diga algo más, como sus amigos de la escuela, su maestra, los juegos, lo que sea. Pero parece que tiene limite de palabras.
—Ya veo... —murmuro incómoda.
Matty me mira fijamente, cubierto hasta la boca con su rana y me veo atrapada con esos inocentes ojos almendrados.
—¿Desayunaste? —pregunto.
Niega.
—Quiero esperarlos a ustedes para comer juntos.
Mi corazón se hace añicos y solo puedo afirmarle y pedirle que me de diez minutos, salto de mi cama y corro a la habitación de Hunter para sacarlo de su sueño y que no tengamos que hacer esperar tanto a Matt.
—¡Andando, gran saco de pereza, el niño quiere desayunar con nosotros! —le arrebato la sábana bruscamente y rayos, no debí hacerlo—. Mierda —espeto llevandome las manos a los ojos y girando instantáneamente hacia la pared.
Él está aturdido y desorientado, tanto que no se da cuenta de notoria erección debajo de sus bóxer. Tengo conocimiento de eso, sé que es algo matutino debido a la presión de la sangre y todas esas cosas ¡pero es una erección!
—¿Qué...? —lo escucho decir.
Estoy estancada en el suelo y mi rostro está teñido de rojo vergüenza.
—Podrías dormir con pantalón al menos.
—O una tanga, ¿no crees? —lo conozco lo suficiente para saber que contra decirme es un acto reflejo suyo, aún no capta a que me refiero.
—Hunter, tu entrepierna —mascullo.
Él hace un sonido de confusión y a los segundos suelta una risa burlona que incrementan mi vergüenza.
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El secreto de los Dallas.
Teen FictionCualquiera diría que ser hija de una pareja homosexual en medio de Minnesota es el sueño, pero no cuando son dos sobreprotectores que te tienen bajo su lupa las veinticuatro horas, al menos es lo que se repite Harriet a diario. Su vida está restrin...