Hunter.
Año 2007.
—¡Harriet! —grité persiguiendo a mi hermana por la sala, tenía mi vaso de jugo y presentía que su plan era beberselo y dejarme sin nada—. ¡Dame eso!
—¡No! —negó esa niña tonta bebiendose un largo trago de MI jugo—. ¡Ja!
Yo la mato.
Tomé suficiente aire y cuando ya no podía más, grité:—¡Papaaaaá!
Enseguida papá llegó prácticamente corriendo a mi auxilio.
—¿Que pasó, amor?, ¿está todo bien? —se apuró a decir examinando mi cara.
—¡Harriet se robó mi jugo! —señalé a traidora con mi dedo, ella estaba lejos de nosotros mirándonos con miedo a ser regañada.
Hubiera pensado eso antes de robarme mi jugo. Y ni siquiera me gustaba, era de zanahoria, sólo lo bebía porque ella lo hacía.
Pero en serio, ¡¿A quién se le ocurrió tomar una horrible zanahoria y meterla a una licuadora a ver que pasaba?! Puaj, era asqueroso y por su culpa ahora debía beber esa cosa.
—¡Él empezó! —se defendió ella.
¡¿Qué acaba de decir?!
—¡No es cierto!
—¡Él siempre me molesta y nunca le dicen nada! —y ha comenzado a llorar de mentira.
Ese truco siempre le sirve a la muy malvada.
—¡Papá! —insistí.
—¡Ya basta! —papá gritó al aire y al ver lo sorprendidos que estábamos Harriet y yo tomó aire para calmarse y decir:—. A su cuarto.
—¡Pero..!
—¡A su cuarto!
Bien, esto salió mal.
—Eres un malcriado —susurró Harriet cruzada de brazos.
—¿Yo? ¡Tú me quitaste mi jugo!
—¡No ibas a tomártelo!
—¡No es cierto!
—¡Sí lo es!
Silencio. Yo me senté en mi cama dándole la espalda a Harriet.
Sólo me giré para sacarle la lengua y volver a mi posición.
Ja, toma eso.
—¡No hagas eso! —no toleraba que le sacara la lengua.
—Es tu culpa que estemos castigados.
—¡Es la tuya!, ¡siempre me molestas!
—¡Shh! ¡Basta! —suspiré—. Que ruidosa eres.
—Y tú eres muy molesto.
Traté de seguir molesto con ella porque de verdad no soportaba sus tonterías. Pero no me fijé en que mis brazos ya no estaban cruzados sobre mi pecho, estaban alrededor de ella.
—Te estoy abrazando pero no significa nada —dije rápidamente intentando conservar mi dignidad.
Aprendí esa palabra en televisión.
—Eres un baboso —chilla ella abrazando sus rodillas contra su pecho y apoyando su barbilla sobre una de ellas.
Yo la sigo abrazando desde su espalda.
—Pero tú me quieres. Así como yo te quiero, sin importar que seas una malcriada, molesta, llorona, malvada, chillona...
—¡Hunter!
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El secreto de los Dallas.
Teen FictionCualquiera diría que ser hija de una pareja homosexual en medio de Minnesota es el sueño, pero no cuando son dos sobreprotectores que te tienen bajo su lupa las veinticuatro horas, al menos es lo que se repite Harriet a diario. Su vida está restrin...