Cuando Callie se obsesiona con algo normalmente lo consigue.—¿Y tu crees que éste sea mas bonito que éste? —me señala dos piercings exactamente iguales para mí que están debajo de la vitrina.
—Son iguales, Callie —aseguro obstinada de que haya hecho la misma pregunta ocho veces los últimos cinco minutos—. Escoge uno y vámonos.
El mercado de pulgas no es precisamente el mejor lugar para comprar perforaciones. En mi opinión.
—No volveré a decirte las diferencias obvias, Harriet.
—¿Quieres este? —pregunta el vendedor apuntando hacia uno de ellos.
—No sé.. ¿No es muy grande para mí orificio? —espero que se dé cuenta de lo que acaba de decir.
—Es el mas pequeño que hay —dice el hombre lo mas profesional que puede ser.
—¿Está seguro? Porque los otros los compré aquí, y son mas pequeños. Sí me meto ese va a dolerme —se queja con cara de perrito insistente.
—Bueno, tenemos...—él busca entre los piercings de abajo y nos muestra el ancho de esa parte que se supone es la que entra en tu piel—. Éste también..
Y hoy, en "Frases que se usan con piercings y el sexo" presentamos..
Callie abre los ojos pasmada y niega desesperadamente con la cabeza.
—¡Eso es muy grande para mi agujerito! —chilla sin nada ninguna discreción. Yo miro hacia otro lado para que no noten mi risa, esto es mucho drama para tratarse de su nariz, él desdichado vendedor trata de ser profesional pero su tensado rostro me dice que quiere asfixiarse de la risa tanto como yo.
—Éste es el mas pequeño que hay —señala al que Callie tiene en sus manos—. No hay mas.
—Pero... va a dolerme.
—Callie, ya tienes el hueco, eso no tiene ni un milímetro de diferencia, solo póntelo —me encojo de hombros. No se de que hablo pero quizá esté en lo cierto.
—¿Tú dices? —ella cuestiona mirándome con temor. Asiento decidida—. De acuerdo...
Sujeta con sus dedos temblorosos el pequeño accesorio y antes de introducirlo en el orificio de su nariz me pregunta:—¿No crees que la punta sea muy grande para entrar?
—¡Póntelo, Callie!
—¡No me grites, jovencita!
Frunce el ceño y cuando estoy rodando mundialmente los ojos ella vuelve a ser indiscreta y escandalosa.
—¡Maldición, es muy grande! ¡Sácalo, sácalo!
Oh cielos.
—¡Quédate quieta! —nunca pensé que sería tan insensible con respecto a objetos insertados en la piel. Sujeto la punta entre mis dedos y tiro de ella logrando un manotazo de Callie en mi cabeza—. ¿Qué onda contigo? —reclamo.
—¡No tan duro!
Bufo volviendo a mi tarea, trato de tirar de nuevo del piercing pero este ya está demasiado incrustado y es imposible que salga.
—Está adentro —sentenció con voz sombría.
—¡Me duele, necesito que lo saques! —chilla abanicando su rostro, específicamente la nariz.
—Sí te lo dejas seguramente te acostumbrarás al tamaño —dice el vendedor encogiéndose en hombros. Estoy intentando no soltar una carcajada que se escuche de aquí a New York.
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El secreto de los Dallas.
Ficção AdolescenteCualquiera diría que ser hija de una pareja homosexual en medio de Minnesota es el sueño, pero no cuando son dos sobreprotectores que te tienen bajo su lupa las veinticuatro horas, al menos es lo que se repite Harriet a diario. Su vida está restrin...