15| Un buen problema.

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Recibo mi examen de química sin atreverme a echarle un vistazo a la calificación, sé que es patética. Justo como yo en estos momentos.

Recapitulemos.

Mi hermano está enamorado de mí, hasta ahí todo claro, ¿no?

Bueno, después de haber llorado durante toda esa noche, sin dejarme soltar por esa asfixiante sensación de culpa y angustia, decidí que lo mejor sería marcar una distancia oficialmente. Pude soportar desayunar en silencio con las miradas curiosas de nuestros padres clavadas en nuestras cabezas, reservarme el derecho de estar en la sala sin hacer nada sólo de saber que en cualquier segundo podría encontrarme con su presencia y eso iba en contra del plan en sí. También soporté pasar a un lado de su habitación mientras se vestía y dejaba muy a propósito su puerta abierta, no sabía que demonios sentía pero estaba decidida a fingir que mi hermano no era parte de esta existencia. Y sí que lo hice, durante casi un mes.

Me resultaba agotador a veces, pero pude desarrollar la llamada ‘voluntad de acero’ y no me importaba un carajo sí él estaba ahí o no. Al menos eso me repetía, como parte del proceso. No me fue difícil suplicarles a mis padres que me permitieran estar más tiempo en casa de Callie, en caso de que quisiera que ella me cuidase, podría ser en su casa. Como excusa dije que estaba creciendo y me agradaba su presencia femenina maternal, pff.

Uno de esos días en los que era cuidada por mi amiga-vecina-niñera, Claire me llamó para salir esa noche junto con los chicos, la rechacé enseguida con el pensamiento de que Hunter también estaría ahí, pero al confirmar que eso no sucedería tomé un respiro y acepté, mis ánimos no eran los mejores para asistir a una fiesta pero era mejor que quedarme con Callie a lamentarme por mis problemas y mi loco hermano enamoradizo.

Bailar y hacer mi trigésimo intento por beber fue un buen factor distractor, usé bien mis cartas para evadir las preguntas como "¿Por qué no estás aquí con Hunter?" "¿Están peleados?" "¿Cuanto llevan así?", fue exhaustivo pero lo logré. Esa noche mi necesidad de sacarme a Hunter de la cabeza hizo que mis oídos se abrieran a las buenas reseñas que Aaliyah y Claire hacían sobre Caleb, quién no dudaba en invitarme a bailar y no se separó de mí ni un minuto.

—¿Te estás divirtiendo? —el susodicho le dio un sorbo a la bebida que acababa de pedir en la barra, me miraba con atención e intensidad, como solía hacerlo cada vez que caía en su campo de visión.

—Sí, necesitaba esto —sonreí aceptando probar un poco de su trago, el liquido me quemó la garganta pero contuve la fea mueca que estuve a medio segundo de hacer.

—Podría decir lo mismo, la escuela ha estado pesada —hizo una mueca con los labios—. Pero tú sin duda tienes algo más que exámenes en la cabeza, ¿por qué no has querido decirme nada?

Ah claro, ven y sientate para que hablemos de como mi hermano ha estado enamorado de mí desde que jugábamos a la mancha.

—No ha sucedido nada, es sólo el estrés por la boda de mis padres, será dentro de poco y están vueltos locos buscando que todo quede como quieren, son un manojo de nervios —reí, últimamente mis poderes de Pinocho han mejorado—. ¿Irás?

Mis padres por fin se decidieron a conocer los rostros de mis amigos para asegurarse de que ninguno era adicto a las metanfetaminas o algún ex-convicto, se enamoraron de como Aaliyah hornea galletas y de como Claire puede hablar con mi papá de los chismes de celebridades, la presencia de Cooper y Caleb les incomodaron al principio, creían que ellos intentaban algo más conmigo (no es cien por ciento mentira) pero al final adoraron como Caleb se expresa al hablar y el adorable sentido del humor de Cooper, fue genial que mis padres se sintieran tan a gusto con los chicos que me hacen tanta compañía. Luego de eso decidieron incluirlos en la lista de invitados.

El secreto de los Dallas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora