—¿Recursos Humanos? —Callie está en un colapso de estrés.
—Tampoco lo comprendemos, ella solo llegó revisando todo y anotando en esa libreta —me cruzo de brazos sobre el sofá.
—No se revienten la cabeza pensando en eso, ¿de acuerdo? —Hunter se pone de pie frente a Callie y de los hombros—. No pasará nada porque mis padres son los mejores sujetos que pudieron decidir tener a Matt. Sí hay algo que ese niño tendrá siempre será cuidado y amor empalagoso. Todo estará bien.
Pero nada estuvo bien.
Al día siguiente en cuanto salimos para ir a la escuela encontramos a Geraldine acompañada de un par de sujetos que revisaban nuestra basura.
Nuestra-maldita-basura.
Dijo que era parte del protocolo.
El martes saliendo de la escuela estaba ella a una distancia muy poco prudente, no se nos acercó para nada, solo observó con extrema atención al punto que tuvimos que irnos antes de que alguien notara que una loca nos vigila.
Hoy miércoles, estoy harta.
—¡La mujer es una acosadora! —entierro los dedos en mi cabello sintiendo como el estrés me invade.
—Así son ellos, no es nada personal —insiste Hunter sujetando el puente de su nariz.
—¿Por qué tomas esto con tanta calma? —reclamo.
—¿Por qué tú lo tomas tan mal?
—Hunter.
—Alguien tiene que mantener la calma, ¿no? —alega suspirando—. Y que Matt no se entere de esto, no lo entenderá.
—Oh, grandísimo... —cierro los ojos y echo hacia atrás la cabeza.
Hunter asiente bajando la suya.
—Esta detrás de mí —adivina.
—¿Qué creen que no entendería? Yo entiendo muchas cosas —Matt se sienta junto a él en el mesón y lo mira con curiosidad.
—Lo sé, amigo —Hunt revuelve su cabello amistoso y resopla. Se ha encariñado tanto.
—¿Entonces por qué no me dicen? —ladea la cabeza.
—No es nada —me encojo en hombros viendo la escena.
—Cosas de grandes —se excusa Hunt.
Necesitamos a nuestros padres aquí cuanto antes.
[...]
.
.
.
[...]
Entro a la escuela a un ritmo muy veloz, trato de no encontrarme ni de lejos con Geraldine, sí esto sigue así voy a enloquecer.
Camino de brazos cruzados y mi cuerpo está envuelto por una chaqueta café dos tallas más grande que la mía, es un pequeño intento por “pasar desapercibida”.
Con la mirada gacha camino hacia el baño y justo cuando estoy por entrar choco ridículamente con Clair, quien estaba saliendo en dirección contraria.
Ambas quedamos aturdidas y al mirarnos el nerviosismo es evidente.
—Harriet... —sonríe forzosa.
Mi pregunta es: ¿No piensa hablarme de lo que sucedió en la boda?
—Clair —asiento hacia ella dándole pie para que me diga algo.
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El secreto de los Dallas.
Roman pour AdolescentsCualquiera diría que ser hija de una pareja homosexual en medio de Minnesota es el sueño, pero no cuando son dos sobreprotectores que te tienen bajo su lupa las veinticuatro horas, al menos es lo que se repite Harriet a diario. Su vida está restrin...