⸎ Prólogo ⸎

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La posada era fría y cochambrosa. Ni si quiera la luz era capaz de traspasar la suciedad que empañaba las ventanas, con un manto gris y maloliente que llenaba la estancia de un aroma a muerte. Emulando, recordando las guerras pasadas y la época del hambre que azotó aquellas tierras en su forma más cruel.

Había llegado al este tras largas semanas de viaje ininterrumpido. Sobre la cama, enredado en las sábanas ásperas color hueso, Light Yagami se removía inquieto entre sueños.

En ellos volvía al acantilado de su infancia, sintiendo el clima y el olor a hierba que tanto añoraba. Era tan solo un niño cuando cayó al vacío, creyendo que moriría y subiría al cielo junto a los dioses. La luz rojiza que le salvó la vida aún brillaba con nitidez en sus sueños. Como si extender los dedos fuese a concederle el regreso a los Reinos Orientales.

Despertó abruptamente, respirando agitado con el corazón latiendo en frenesí a punto de atravesar la carne de su pecho. Se limpió el sudor con el dorso de la mano, parpadeando con la esperanza de volver a la realidad. Una cruel y dolorosa, donde solo era un omega de dieciséis años que deseaba regresar a su hogar. Solo en el mundo, con la reciente noticia del fallecimiento de su madre muy lejos de él, en aquel lugar que aparecía en sus sueños cada tormentosa noche.

Pronto amanecería. Eso significaba que su estancia en la posada había llegado a su fin, pues le quedaban pocas monedas de plata y cobre. No eran suficientes para cobijarse una noche más, por lo que decidió adelantar su marcha. Recogió sus escasas pertenencias: un arco de madera que él mismo talló hace años, su vieja e inservible cota de malla, unas gruesas botas de cuero...

No iba bien protegido, sobre todo dada su condición de omega. Pero era rápido, escurridizo y un gran arquero. Había sido suficiente hasta ahora y esperaba que siguiese siendo así hasta llegar a su destino.

Salió con sigilo del dormitorio, escuchando las risas de los hombres y los sonidos de las camas de madera que servían como objeto de satisfacción entre prostitutas y clientes. Viajeros que como él, se detenían allí porque estaban de paso antes de retomar el camino y esperar que la tormenta de nieve cesase al amanecer. Antes de bajar las escaleras, se aseguró que cubría gran parte de su rostro con un pañuelo en color negro. También ocultó sus orejas felinas, el rasgo característico de los de su raza animal. Por eso jamás salía sin su capa, esa que tenía una gruesa capucha de piel de lo protegía.

―Chico, ¿ya te marchas? ―dijo la anciana. La mujer era grande y robusta, con malas pulgas y a la que nadie se atrevía a engañar. No sería la primera vez que un hombre perdía sus dedos por haber intentado estafarla.

―Si, señora. Debo partir cuanto antes ― susurró, sin querer llamar la atención de los hombres que dormían sobre la mesa o que seguían bebiendo con el cuerpo caliente de una prostituta en el regazo.

―Es una pena. Ten cuidado, entonces. Que los dioses guíen tu camino ― le dijo, extendiendo la palma de la mano para recibir las dos monedas como deuda pendiente.

Light asintió, sin hacer demasiado contacto visual con ella para pasar desapercibido. Su particularidad era destacable, su belleza innegable. Tenía unos ojos color miel preciosos y profundos, que le conferían una mirada felina a menudo. Como omega, tenía que tener cuidado al camuflar el olor de su cuerpo si no quería tener a los alfas tras su rastro.

Se frotó las manos en cuanto el frío caló entre las pieles que vestía. Aún quedaban restos de la ventisca en el aire, pero su caballo estaba bien resguardado del clima gracias al establo que ponían a disposición de los clientes. Era un animal hermoso, de color marrón oscuro cuyas patas eran de un tono canela, al igual que la crin. Lo había criado desde que era un potrillo y junto a el había recorrido medio mundo. El único recuerdo que se llevó consigo del hogar que lo acogió cuando despertó en el río.

―¿Listo, Vanreol? ―palmeó el lomo del animal, subiéndose en la silla de montar. Preparó las riendas y se aseguró de llevar provisiones para el camino hasta poder detenerse en alguna taberna para alimentarse como era debido.

Espoleó al animal, encorvándose cuando comenzó a galopar a gran velocidad, cerrando los ojos durante unos segundos debido al frío. La luz del amanecer se filtraba en el horizonte, a través de las montañas nevadas que cubrían con un manto blanco las flores que pronto darían inicio a la primavera. No había nadie en los caminos, solo restos de fogatas cuyos troncos de madera aún parecían estar calientes. Light no pudo evitar sonreír, pensando en que si las leyendas eran ciertas estaba muy cerca de encontrarse con su destino.

Regresar a casa parecía ser un sueño que se haría realidad muy pronto.

⸎ Elementales ⸎ (Death Note Yaoi AU- Omegaverse - Fantasía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora