⸎ La llegada del fuego ⸎

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Elle Lawliet se llevó la mano al pecho, respirando entre cortadamente. El sudor había impregnado las sábanas de la cama, llenándole el rostro de angustia por la inquietud de su pesadilla. ¿Cuántos años habían pasado desde que no tenía un sueño tan inquietante como aquel? Algo se acercaba a su reino. Podía intuirlo; así que quizás ver al Oráculo fuese una buena idea.

Se sentó al borde de la cama que antaño fue la de sus padres, mirando hacia el bonito ventanal de vidrieras en colores azules que adornaba la estancia. El sol cálido llenaba con su luz gran parte del dormitorio haciéndole ver que pese a sus temores, el día era espléndido. Sonrió agradecido por eso, poniéndose en pie para darse un baño antes de ir a la sala del Oráculo, situada cerca de una de las bibliotecas antiguas del castillo. Si su conocimiento sobre las expediciones seguía siendo igual de bueno, sus hombres deberían desembarcar a lo largo del día.

Con el ánimo renovado por la perspectiva de la llegada de suministros y alimentos para su gente, silbó una vieja melodía que solía ayudarlo a recordar su infancia; correteando por las colinas del reino y bañándose en el agua del mar a menudo. Echaba de menos aquellas tardes apacibles donde sus preocupaciones eran las de un pequeño niño que poco sabía del dolor y la vida. Las responsabilidades de un rey a veces eran demasiado agotadoras.

Tras salir de la bañera, decidió vestir prendas cómodas como las que usaba cuando se sumergía en el agua. Ropa de tejidos suaves y finos, que solían ser de una anchura considerable para no limitar ninguno de sus movimientos. Los pantalones de algodón le llegaban hasta las rodillas, dándole un aspecto bastante juvenil, más propio de un joven príncipe que de un rey sentado en el trono. Tenía suerte de que su gente lo respetase, valorando su amabilidad y las buenas decisiones que tomaba por el bien de los aldeanos. No había nadie que adorase más su reino que Lawliet; porque sentía que les debía demasiado.

Su estómago rugió feroz, haciéndolo sentir de forma vergonzosa cuando las risas de dos doncellas hicieron eco en el pasillo al cruzarse con él. Sonrió de forma tímida, carraspeando la garganta y saludándolas con la mano pensando que lo mejor sería desayunar antes de hacer otra cosa. Ellas lo miraron de reojo, coquetas y suspirando antes de doblar la esquina. El rey no le dio importancia, porque solía ser consciente del deseo que parecía rodearlo a menudo. De como llamaba la atención de las lindas omegas que esperaban ansiosas a ser una de las escogidas para gobernar a su lado en el trono.

―¡Rey Lawliet!

Extrañado, se detuvo hasta que el pequeño niño que corría desde el patio llegó hasta donde estaba. El chico respiraba con dificultad por el esfuerzo físico y movía los pies inquieto sobre el suelo. Lawliet le acarició el cabello, dándole un par de golpecitos en la cabeza.

―Aaron, no deberías correr así. Podrías lastimarte.

―Si, tiene razón. Disculpe ―hinchó los mofletes, intentando obviar que el rey lo había regañado. Tomó aire y se relamió el labio, mordiéndose el interior de la mejilla ―. El señor Watari me ha enviado a buscarlo, mi señor.

―¿Es importante? ― preguntó, llevándose el pulgar a los labios ―. ¿Te ha dicho algo más?

―No, mi señor. Pero dice que si no obedece se verá obligado a ir a buscarlo y... bueno... ―enlazó sus manos juntas, balanceándose con inocencia de un lado a otro, como solían hacer los niños pequeños ―. Que le tirará de las orejas hasta que le haga caso.

―Uh... ― frunció el ceño, recordando aquella vez que tuvo que pasar por eso. El viejo solía hablar en serio con esas cosas ―. En cuanto vea al Oráculo me pasaré sin falta por la sala del consejo. No tardaré, ¿de acuerdo?

Aaron asintió tranquilo porque había cumplido con su cometido. Se despidió del rey, prometiéndole que no correría muy deprisa para no lastimarse. Aunque Lawliet supo que de poco había servido cuando no pudo evitar incumplir su promesa al ver a sus amigos, que luchaban con espadas de madera en uno de los patios laterales. Tendría que posponer el desayuno si quería evitar que Watari pudiese llevar a cabo su advertencia. Ese viejo podía ser demasiado insistente cuando se lo proponía.

⸎ Elementales ⸎ (Death Note Yaoi AU- Omegaverse - Fantasía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora