¿Cuánto tiempo hacía que el rey de Salitre no salía a navegar con sus hombres? El movimiento de las aguas bajo la madera húmeda del barco era uno de los sonidos que más había añorado meses atrás.
De vez en cuando miraba el cielo plagado de estrellas, sintiéndose seguro cuando la silueta de Kaos sobrevolaba las aguas. Beyond controlaba los barcos desde el aire mientras que los demás recitaban cuentos fantásticos y otros rememoraban tiempos antiguos. Todos entonando un suave susurro de batalla, cánticos ante lo que se avecinaba. Algunos jóvenes guardaban silencio, perdidos en la inmensidad del océano que los rodeaba.
―Toma. Te traigo algo para comer.
Lawliet agradeció el gesto de Matt, echándose a un lado para que el Alfa se acomodase junto a él. Muchos ya se habían rendido al sueño tras las intensas horas que llevaban en alta mar. No tardarían en hacer la primera parada, cerca de un pueblecito costero que se situaba al límite de los dominios de Salitre. Una vez superasen aquella zona, ya no había vuelta atrás.
―¿Tú no comes?
―No tengo hambre ahora mismo ― suspiró el pelirrojo, echándole un vistazo al joven Omega que dormía en el regazo de su rey ―. Parece agotado. Esto debe de ser difícil para él.
El rey sonrió, la tristeza reflejada en su expresión. Sus manos acariciaron con amor el cabello de Light, disfrutando de la suavidad de sus mechones.
―Esto es difícil para todos. Aún me siento muy culpable por esto, Matt. Por exponeros a la batalla.
―¿Y qué hacemos, mi rey? ¿Esperar a que los orientales lleguen a Salitre? A veces es mejor un buen ataque preventivo. Creo que todos los que estamos aquí somos conscientes del peligro al que nos exponemos. Muchos han entrenado muy duro para esto, no debes preocuparte. Ganaremos.
Ojalá Lawliet pudiese creer en aquellas palabras, pero el temor hacia su gente era más grande que otra cosa. Además, la traición que había sufrido y el dolor que le ocasionaron a Light mantenían su corazón en un estado de alerta constante, como si fuese a perder a su destinado en cuanto llegasen a Oriente. Esos pensamientos que no lo dejaban ni siquiera conciliar un sueño tranquilo.
―Tengo miedo, Matt― susurró, mirando las estrellas ―. Temo que Light decida quedarse en Oriente.
―Sois destinados, Lawliet. Eso no ocurrirá.
―Yo sería incapaz de obligarlo, ¿sabes? Incapaz de hacerlo elegir entre el reino que le pertenece por derecho o nuestro vínculo. Es doloroso. Cada vez que los barcos se acercan más a su destino siento como si mi corazón se rompiese.
Matt no supo que responder a eso. La desesperación del rey parecía ser casi palpable, como si al extender los dedos la encontrase en su camino. Todos sabían lo mucho que ambos se amaban, la chispa que surgió cuando se encontraron por primera vez y su naturaleza animal habló por sí sola.
―Eres un gran hombre, Lawliet. Estoy seguro de que Light nunca te abandonará ― susurró, sin querer pensar demasiado en sus palabras. No quería expresar en voz alta lo que ocurriría si Light se alejaba para siempre del rey. Seguramente el Omega moriría de tristeza.
Bajó la mirada, pensando de nuevo en Layla. ¿Habría sucumbido al horrible destino de un vínculo roto? No quería imaginarse a la Omega presa del dolor y la angustia, vagando por un lugar desconocido para ella. Aún dolía demasiado pese a sus malas acciones.
―Será mejor que descansemos ― dijo Lawliet, rompiendo el silencio ―. En breve llegaremos a la costa.
El pelirrojo asintió, cerrando los ojos e intranquilo bajo el manto de la noche. A pesar de que había prometido regresar a Salitre, nada lo ataba allí. Había perdido a su esposa por traición a la corona, así como la oportunidad de amar a quien realmente deseaba. ¿Qué tenía en su reino? Ni una pequeña chispa de esperanza a su regreso, ni unos brazos que lo recibiesen con calidez. Matt supo que si llegaba su hora en el campo de batalla abrazaría a la muerte sin oponer resistencia alguna.
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⸎ Elementales ⸎ (Death Note Yaoi AU- Omegaverse - Fantasía)
FanficLight Yagami tiene un ferviente deseo. Regresar a su hogar en el Reino Oriental. Un terrible accidente, un sueño que se repite a menudo y un fulgor rojizo que evitó su muerte... El fuego siempre lo acompañó desde su nacimiento, conduciéndolo en busc...