El rey Lawliet se adentró en su dormitorio con mucha prisa, acercándose nervioso hacia la ventana desde la que podía ver gran parte del pueblo, así como la extensión del océano.
Los norteños a los que daría cobijo en el reino no tardarían en desembarcar a orillas de la playa, guiados y vigilados por sus hombres de confianza. Y él no sabía que pensar acerca de todo lo que había ocurrido aquella noche.
Su supuesto hermano había llegado a lomos de un cuervo gigante que parecía haber nacido de la misma oscuridad, exigiendo ayuda y ofreciendo mano de guerra para combatir contra el ejército oriental. Las pocas cosas que le había contado sobre su padre lo atosigaban, lo hacían echar por tierra sus creencias de una forma inaudita, exagerada. Y sobre todo, triste.
Siempre amó a su progenitor. Amó cada historia de travesías y expediciones que contaba a su vuelta de los largos viajes en barco. Como abrazaba a su madre y le traía libros antiguos sobre astros, que luego le leía con dulzura cada noche. ¿Todo había sido... irreal? ¿Ahora resultaba que su padre se dedicaba a saquear, vivir entre norteños y yacer con Omegas extranjeras? ¿Dónde quedó el orgullo de haber sido un rey respetado? Se llevó la mano a la boca, dándose cuenta de que estaba temblando.
―¿Elle? ¿Puedo entrar?
Respiró con calma cuando Light le pidió permiso para entrar en el dormitorio. Se giró hasta encarar al Omega, caminando y sentándose al borde de la cama con los nervios en cada fibra de su piel.
―Lo siento. Lo siento tanto... ― jadeó el rey, bajando la cabeza y apretando los dientes. Ni siquiera sabía el por qué de su disculpa.
Abrió los ojos del todo, asombrado cuando los dedos de Light se enterraron entre sus mechones, acariciándolos con cariño.
―Todo saldrá bien, mi rey.
Tragó saliva ante aquello. Light no podía saber con certeza lo mucho que sus palabras aliviaron su carga emocional. Ni tampoco cuanto anheló que fuesen reales.
―No, no me llames así ―susurró, sujetando la cintura de Light para acercarlo despacio hasta él. Apoyó la frente sobre su vientre y cerró los ojos ―. Quiero ser tu Alfa. El padre de tus cachorros y todo lo que necesites que sea ― elevó la vista y sus manos ascendieron con mimo, abarcando con los dedos su pálida piel, con ese aroma que lo enloquecía ―. No me dejes ahora.
El Omega clavó una rodilla en el suelo, sujetando el rostro del rey con ambas manos sin dejar de mirarlo. Delineó cada pequeña curva de su piel y después lo besó sutilmente.
―Ganaremos esta batalla. Juntos.
Lawliet besó con deseo el cuello del Omega, allí donde los Alfas solían marcar a su pareja. Lo hizo respirar con dificultad debido al intercambio de aromas, abrazándolo contra él.
―Es hora de ver al Oráculo.
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⸎ Elementales ⸎ (Death Note Yaoi AU- Omegaverse - Fantasía)
FanfictionLight Yagami tiene un ferviente deseo. Regresar a su hogar en el Reino Oriental. Un terrible accidente, un sueño que se repite a menudo y un fulgor rojizo que evitó su muerte... El fuego siempre lo acompañó desde su nacimiento, conduciéndolo en busc...