⸎ Falso rey ⸎

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No concebía el rechazo que había recibido en aquella carta. Él ofreció la tregua, su mano como rey y sus influencias. ¿Y todo para qué? Para que el maldito rey Lawliet se mantuviese al margen de la inminente guerra que comenzaría tarde o temprano. Teru Mikami estaba tan furioso que sus pobres hombres fueron las victimas de su enojo.

Había salido a cabalgar junto a dos soldados de confianza, controlando que tal avanzaba la cosecha del nuevo año y si sus aldeanos pagaban las deudas como era debido. Teru no se consideraba un mal rey, pero si era estricto y muy orgulloso. Para él, la importancia de pertenecer a una clase social elevada era muy importante. Atrás quedaron aquellos días en los que se trataba a todos por igual en los Reinos Orientales. Había conseguido generar odio, si; pero también muchos le ofrecían lealtad y sumisión por sentirse importantes frente a los demás. Sobre todo las familias adineradas que jamás vieron justa la igualdad de clases cuando la reina Sachiko gobernaba sus tierras. ¿Qué sabrían las mujeres omegas acerca de reinar una tierra tan extensa? Nada.

―Mi... mi señor... ― uno de los viejos granjeros del camino se arrodilló frente a la llegada de su rey. No había necesidad de pedirlo, ellos mismos habían aprendido a realizar aquellos gestos que tanto los avergonzaban. Hincar la rodilla ante un rey que no les agradaba no era un plato de buen gusto. Aunque arriesgar el pescuezo por no hacerlo, tampoco lo era ―. ¿Desea algo, mi señor?

Teru se bajó con elegancia del caballo, acariciándole el hocico al animal antes de elevar con orgullo la barbilla. Sus ojos inspeccionaron la granja, chasqueando la lengua ante la fruta podrida y un cerdo que agonizaba a los pies del establo.

―Desearía que los animales del reino no se pudriesen en vuestras granjas, pero por lo visto es mucho pedir ― caminó con las manos enlazadas tras su espalda, evitando pisar los charcos de agua y barro que estaban repartidos por el suelo arenoso ―. ¿Qué significa esto? ― dijo, agachándose hasta arrancar unas hortalizas que tenían muy mal aspecto ―. Esta es la comida que luego llega al castillo. ¿Por qué está podrida? Me gustaría saberlo, mi señor ― siseó con malicia, escudriñando los ojos mientras sonreía. El destino de aquel aldeano pendía de un fino hilo si no tenía una buena explicación.

―Las sequías, mi rey. Las sequías y el mal tiempo. Por favor, es la primera vez que me pasa...― gimoteó, casi arrastrándose de forma desesperada. Sobre todo cuando Teru dio la orden a sus soldados y estos se adelantaron, desenfundando sus espadas. Aún sabiendo que aquel viejo no se atrevería a realizar ningún tipo de ataque, le gustaba que temiesen a sus hombres ―. Por favor, puedo trabajar el doble si es necesario. Por favor.

Teru dejó que los segundos avanzasen lentos y agónicos para aquel viejo que lloriqueaba retorciendo sus manos mientras temblaba. Para él, fue un momento bastante satisfactorio. Encontraba un dulce y hermoso placer en presenciar la desesperación de la gente a sus pies. Hundidos, rendidos y sumisos. No había pasado por alto el dulce olor caliente que parecía salir de la casita que había justo al lado del establo.

―Dígale a la chica que salga enseguida ― sentenció, mirando hacia la fuente de aquel olor a omega. Tan exquisito que sintió como su miembro comenzaba a despertar ―. Quiero que se presente ante su rey.

Aterrado pero no quedándole más remedio, el viejo casi salió corriendo hacia la casa, apareciendo minutos después con una joven omega del brazo, que sonrojada, miraba solamente el suelo que pisaba. Tenía el cabello marrón oscuro y estaba muy delgada. Como todas las muchachas que trabajaban desde niñas en las granjas del pueblo.

El brillo del sol en sus dulces facciones, hizo que el rey se mordiese el labio impaciente.

―Levanta la mirada hacia tu rey, niña.

⸎ Elementales ⸎ (Death Note Yaoi AU- Omegaverse - Fantasía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora