CAPITULO 11

695 46 3
                                    

Al final únicamente conseguí un seis de esa fastidiosa bruja, pero cuando sus compañeros de trabajo comenzaron a molestarnos con sus insistentes llamadas, pensé que lo mejor sería dejarla marchar antes de que la plantilla de Love Dead al completo invadiera mi tienda.

Fue algo asombroso ver a Rukia derretirse en mis brazos una y otra vez, sin control alguno de su cuerpo o de su deseo. Pero por desgracia, yo tampoco tengo control en lo referente a ella.

Cuando empecé a devorarla no pude parar, y no porque buscara redimir mi ego herido, sino porque la deseaba, porque la deseo a cada instante. No sé qué ha hecho conmigo, no puedo pensar en otra cosa que no sea estar con ella. Las mujeres que se me han insinuado a lo largo de estos días son un borroso recuerdo al que apenas presto atención. Sueño con Rukia todas las noches y, después de probar la dulce tentación de su cuerpo una vez más, las duchas frías ya no son una opción.

Por lo menos he conseguido que se rinda por fin a mis encantos. Aunque sea a base de sexo, voy a conseguir que sólo pueda pensar en una cosa: en mí, como yo no dejo de tenerla presente en cada uno de mis pensamientos. Es la primera mujer que me desespera y me hace reír al mismo tiempo, la primera que me desafía en un instante y al siguiente se rinde a mi deseo. Es contradictoria, exasperante, maliciosa, intrigante, me reta a cada momento declarándome la guerra, y aun así no puedo evitar desearla como nunca he deseado a ninguna otra. ¿Qué me está pasando?

Me está volviendo loco. Si no acabo pronto con todo esto, no sé qué será de mí. Sólo sé que ansío terminar con esta mentira cuanto antes, pero a la vez no quiero que ella descubra nada de este engaño, porque entonces no volveré a verla más. Y aunque sé que ése será el resultado de esta loca aventura, no quiero que acabe nunca.

—¡Maldito seas, papá, por meterme en todo este lío! —grité desesperado, mientras me dirigía hacia Love Dead para recoger a la protagonista de mis sueños y mis pesadillas.

—¿Por qué narices tu apartamento está encima de tu negocio? — preguntó Ichigo, mientras acompañaba a Rukia a su casa.

—Porque era lo mejor para mí. Me resultaba más económico vivir encima de la tienda que buscar un caro piso cercano —explicó ella, mientras subía la escalera de la parte trasera de su edificio.

—Entonces, si yo gano la apuesta, ¿me quedaría también con tu vivienda? —preguntó Ichigo, arrepentido una vez más de haber firmado ese estúpido acuerdo.

—Tú no vas a ganar —declaró Rukia con rotundidad—, así que no te preocupes.

—Bueno, ¿me puedes explicar por qué vamos a tu piso si yo ya tenía reservada una mesa para dos en un fantástico restaurante italiano?

—Porque la cena seguramente estará lista en unos minutos.

—¡No me digas que vas a cocinar algo para mí! —exclamó él con una sonrisa de satisfacción.

—¡Oh! Yo no, ¡mi madre! —respondió Rukia, poco antes de abrir la puerta de su apartamento, dejando a un anonadado Ichigo ante una mujer bajita, unos veinte años mayor que Rukia y que, excepto por el color del pelo y de los ojos, era su vivo retrato tanto en apariencia como en genio.

¡Llegáis tarde! —los reprendió la madre de Rukia, dirigiéndole a Ichigo una escrutadora mirada—. Seguro que es por tu culpa, porque mi niña es muy puntual. ¡Ahora lavaos las manos y a la mesa! ¡Y no os entretengáis o la comida se enfriará! —advirtió Hissana, blandiendo una cuchara de madera como si de una amenazante arma se tratase.

En cuanto Ichigo se hubo recuperado un tanto de la sorpresa, se preguntó si ésa no sería otra de las trastadas de Rukia. Así que cuando iban camino del baño, la acorraló en el pasillo, dispuesto a sacarle la verdad.

HASTA QUE EL AMOR NOS SEPARE (adaptación ichiruki )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora