CAPITULO 4

655 57 3
                                    


Era catorce de febrero, día de San Valentín, a las siete y media de la tarde. Únicamente faltaba media hora para que el plazo de Rukia Kuchiki terminara. El señor Isshin Shiba estaba en su despacho, como cualquier otro día. Apenas había dedicado unos instantes de su tiempo a la alocada mujer del día anterior, seguro de que le sería imposible conseguir las mil firmas.

Sonreía satisfecho ante la idea de bajarle los humos a aquella jactanciosa joven, cuando su eficaz secretaria anunció la visita de la señorita Kuchiki.

—Señor Shiba, su cita de las ocho ha llegado.

Rukia Kuchiki, vestida con un traje chaqueta de un rojo chillón que dañaba la vista, entró lentamente en el despacho llevando una inmensa caja blanca con un hermoso y elaborado lazo rojo. La colocó en el suelo junto a ella y esperó pacientemente las victoriosas palabras del dueño del House Center Bank.

—Señorita Kuchiki, tome asiento, por favor —pidió Isshin , sonriente al ver que Rukia tenía las manos vacías—. Como salta a la vista, las cosas han sucedido tal como yo suponía... —comenzó el señor Shiba presuntuosamente.

—No, es sólo que mi nuevo ayudante está tardando algo más de lo previsto —replicó ella, mientras se sentaba sin perder de vista su presente.

—¿Se puede saber qué es lo que está haciendo su ayudante para tardar tanto? —preguntó Isshin , irritado al ver que ella no daba su brazo a torcer.

—Recoger las firmas, por supuesto —confirmó tranquilamente Rukia Kuchiki, sin dejarse intimidar por la impaciencia del presidente del banco o por el tiempo, que se estaba acabando.

—¡Señorita! ¡Faltan diez minutos para que finalice el plazo! Le advierto que si a las ocho en punto su ayudante no está aquí, el trato quedará anulad...

—¡El ayudante de la señorita Kuchiki! —anunció la secretaria, espantada, mientras entraba un hombre elegantemente vestido, que llevaba una tarjeta de felicitación del tamaño de una persona.

—Lo siento, Rukia, pero ¿sabes lo difícil que es meter este trasto en un coche? En la tarjeta que depositó ante un anonadado Isshin , unas letras de un llamativo color verde fluorescente dentro de un corazón negro, decían:

«Todas estas personas comprarían en Love Dead».

—¿Qué tipo de broma es ésta? —bramó Isshin Shiba, furioso y molesto con la tarjeta, que ocupaba gran parte de su oficina.

—No se preocupe, por si no tiene ganas de contarlas... —dijo Rukia, abriendo con dificultad la enorme tarjeta y mostrándole la firma de todas las personas que apoyaban su proyecto—. Aquí le traigo las firmas —concluyó con una radiante sonrisa, depositando además unos doscientos folios encima de la grandiosa mesa del presidente.

—¿Cómo las ha conseguido en un solo día? —preguntó el señor Shiba , asombrado, revisando uno por uno los folios y dándose cuenta de que, efectivamente, había más de mil firmas.

—Le contaré mi secreto en cuanto firmemos el préstamo.

—No pueden ser solamente firmas de sus amigos o familiares... —seguía divagando el financiero al verse vencido.

—¿Dónde está el contrato de concesión del préstamo? ¿No iba usted a cumplir su incuestionable palabra? —insistió Rukia.

—Sí, espere un momento, señorita. ¡Nanao! Redacte ahora mismo un contrato de préstamo para la señorita Rukia Kuchiki —gruñó Isshin Shiba por el intercomunicador, admitiendo al fin su derrota.

—¿Cómo lo ha hecho? ¿La apoya alguna gran compañía? ¿Ha llevado a cabo una campaña publicitaria impactante? —Todo a su debido tiempo, señor Shiba, todo a su debido tiempo —

HASTA QUE EL AMOR NOS SEPARE (adaptación ichiruki )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora