CAPITULO 14

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-¡Ichigo, para! -suplicó Rukia, rindiéndose sin embargo a sus caricias,

cuando uno de sus dedos invadió su interior.


Él mordisqueó sus jugosos pecho, mientras Rukia se recostaba contra


el coche sin poder resistirse a la pasión de aquel hombre. Le cogió la cara y le exigió un beso que acallara sus gemidos de placer. Ichigo no se lo negó y le devoró la boca sin piedad. Luego le alzó una pierna, que se puso alrededor de la cadera, para que el acceso a su húmedo interior fuera más fácil y placentero.


Con la mano hacía que vibrara de placer, a la vez que su firme y palpitante miembro frotaba contra su anhelante sexo. Rukia se arqueó entre sus brazos cuando sus fuertes manos la elevaron, sosteniéndola contra su


cuerpo, mientras su impaciente erección, aún recluida en su encierro, rozaba su punto más sensible. Ichigo la penetró con dos dedos, imponiendo un ritmo


que la hizo llegar a la culminación del deseo.


Rukia se movió descontroladamente contra él, mientras la otra mano de


Ichigo seguía torturando sus erguidos pezones, que apenas notaban el fresco de la noche. Se agarró a Ichigo con fuerza y le arañó la dura espalda por encima de la ropa. En el instante en que el orgasmo la arrasó, el grito de placer, reservado únicamente para los oídos de Ichigo, fue silenciado por los besos de éste.


Rukia pensó que todo había terminado, pero él la sacó de su error desgarrando de un solo tirón sus braguitas, en el mismo instante en que sacaba su erecto miembro de sus pantalones.


Ichigo se adentró en su cuerpo con una ruda embestida y movió las


caderas a un ritmo enloquecedor que la hizo desesperar por un nuevo


orgasmo. Él devoró sus pechos con impaciencia, aumentando su excitación y haciéndola rogar nuevamente por sus caricias.


Cuando le mordió los sensibles pezones, a la vez que incrementaba sus arremetidas, ambos culminaron finalmente gritando su pasión en la


silenciosa noche. Por suerte, no había ojos curiosos cerca.


Rukia quedó débil y expuesta a la fría noche. Volvió su rostro hacia un


lado y vio su lujuriosa imagen en uno de los espejos retrovisores.


-Ésa no soy yo -susurró, admitiendo su error y horrorizándose por lo que había hecho en un lugar público.


¿Cómo podía tener tan poca fuerza de voluntad cuando estaba en brazos de ese hombre? Él la había tratado como si fuera un simple desahogo para sus largas noches de insomnio. Ni siquiera se había desvestido o llegado a entrar en su coche. Todos tenían razón: era peligroso, un donjuán,


un playboy lujurioso que únicamente la utilizaba para divertirse.


No la había llevado a su casa para pasar una agradable velada, no la


había tratado como a una de sus apreciadas mujeres. ¿Qué era ella en esos momentos? ¡Ah, sí! Ahora lo recordaba: tan sólo una estúpida apuesta.


-¡Nunca más, Ichigo Kurosaki! ¡Nunca más dejaré que me vuelvas a


tratar así! -declaró firmemente, mientras se arreglaba el vestido, con


lágrimas de impotencia en sus ojos.


-Rukia, perdona... Rukia yo... -intentó excusar él su comportamiento, al tiempo que trataba de retenerla junto a su cuerpo.

HASTA QUE EL AMOR NOS SEPARE (adaptación ichiruki )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora