CAPITULO 22

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La desnudó por completo, mientras seguía con su atrevida lengua el
camino hasta ahora marcado con sus besos. Saboreó con dulzura todos los
rincones de su cuerpo, tentándola, pero nunca concediéndole el placer que necesitaba.
Él se despojó con rapidez de su ropa y se arrodilló ante su altiva diosa, que lo miraba con asombro desde su privilegiada posición. Ichigo admiró
ardientemente la desnudez de su amada.
La hizo arder con el simple contacto de sus manos y su deseo se
incrementó cuando introdujo un dedo en su interior. Le acarició el clítoris
mientras la penetraba con el dedo se movió en busca del placer, a la
vez que sus gemidos escapaban de su boca, inundando el silencioso lugar.
Ella se apoyó contra la puerta, próxima al orgasmo, y creyó que sus
temblorosas piernas no podrían aguantar los crueles juegos de Ichigo , pero éste le dirigió una de sus pícaras sonrisas antes de que su lengua se uniera a las caricias de sus manos. La devoró lentamente y ella tembló sin control, agarrándose con fuerza al cabello de él.
—¡Di que eres mía! —exigió Ichigo, deteniendo el asedio con su lengua,
pero siguiendo con sus insistentes y tentadores dedos.
—¡No! —contestó Rukia , sin poder negar la respuesta de su cuerpo.
—No te preocupes, tenemos toda la noche para que lo reconozcas. Si tú
no lo dices, tu cuerpo lo hará —sentenció Ichigo , volviendo a acercar la lengua a su punto más sensible, conduciéndola a un arrollador orgasmo que la hizo gritar su nombre.
Sus temblorosas piernas no aguantaron más tras su clímax y Ichigo la dejó caer lentamente, pero no abandonó sus perversas intenciones, así que,
cogiéndola de los tobillos, la tumbó en el frío suelo y abrió nuevamente sus
piernas al calor de su lengua, mientras sus manos jugaban con los sensibles senos.
Acarició y pellizcó sus excitados pezones al tiempo que, con la lengua, torturaba su húmedo interior con los lentos y profundos roces. Esta vez, la
mantuvo una y otra vez cerca del orgasmo, pero le negó el placer que
ansiaba, mientras ella se retorcía inconscientemente, buscando el calor de su cuerpo.
—Ichigo —rogó, entre lágrimas de frustración.
—¡Di que eres mía! —exigió él de nuevo.
—¡No! —negó otra vez Rukia , apartando su rostro avergonzado de suinquisitiva mirada.
Ichigo se alzó sobre ella y la penetró de una profunda embestida. Se
movió despacio, atormentándola. La miró, satisfecho con la respuesta que su cuerpo no le negaba, pero molesto con la verdad que sus labios se negaban a confesar.
—A pesar de lo que digas, tú y yo sabemos que entre nosotros sólo hay
una única verdad, y ésa es que me perteneces —le susurró Ichigo al oído, a la vez que incrementaba el ritmo de sus acometidas y conseguía hacerla gritar su nombre.
Rukia le arañó la espalda mientras se movían como un solo cuerpo.
Finalmente, llegaron juntos a la cúspide del placer, gritando de felicidad ante la dicha del éxtasis.
Por unos segundos, ambos olvidaron el odio, las peleas y la rivalidad y
se abrazaron como si sus corazones fueran uno. Pero cuando Ichigo la miró con una sonrisa llena de satisfacción, Rukia apartó la cara, sintiéndose nuevamente culpable por haber caído en las garras de un experto embaucador.
Se vistieron sin dirigirse una palabra o una mísera mirada. Cuando los
dos estuvieron listos, Ichigo intentó acercarse de nuevo a ella, pero Rukia se alejó.
—¿Sabes, Ichigo ? Aunque mi cuerpo diga que soy tuya, mi corazón
nunca dirá tal mentira —se le enfrentó al fin, contemplándolo con su fría mirada.
—¿Por qué demonios no puedes admitir lo que ambos sabemos? —
gritó él, furioso.
—Porque no confío en ti —replicó Rukia , impasible, abriendo el
pestillo de la puerta y saliendo a la calle.
Ichigo la siguió, mientras ella daba por finalizado su día de trabajo,
cerrando las puertas de Love Dead.
—¿Y en él? ¿En él sí confías? —Ichigo señaló la figura solitaria de kaien , que esperaba pacientemente en la acera de enfrente a que ella
terminara su tarea.
—Él es mi amigo. Tú solamente un rival —replicó Rukia , dejándole
clara su posición en aquel juego.
—¿Te acuestas también con tus amigos?
—Eso no es de tu incumbencia —lo cortó ella.
—Ya veo. Entonces, por ahora no tengo que preocuparme por kaien.

Dime, ¿soy sólo yo o te tiras a todos tus rivales? Porque si eso es lo que te
excita, creo que ahora tienes una larga lista en las manos —comentó
sarcásticamente, resentido por su desplante.
Rukia le dio una fuerte bofetada que borró su hiriente sonrisa.
—¡No te preocupes, Ichigo ! ¡A partir de ahora, no me permitiré olvidar
ni un solo instante que tú eres el enemigo! —gritó airadamente, con ojos llorosos.
Él miró los ojos de su amada llenos de dolor y supo que había ido
demasiado lejos con sus palabras. Los celos lo habían dominado haciendo
que estropeara lo que más quería.
—Rukia , yo... —intentó excusarse y reparar algo del daño que sus
palabras habían causado en el inescrutable corazón de ella—. Lo siento... —susurró a la nada, pues Rukia se había alejado de él para refugiarse en los brazos del hombre que Ichigo más temía: su hermano. Alguien que todos los que lo rodeaban siempre le habían recordado que era mejor que él. Y él mismo también empezaba a creerlo, viendo la sonrisa que volvía a asomar en el rostro de Rukia.
Si fuera un hombre mejor, si fuera una persona más honrada, la dejaría
con el hombre más adecuado. Pero como era un codicioso egoísta, nunca
abandonaría un bien tan preciado en manos de nadie que no fuera él. Así
que cruzó hacia donde se encontraba la alegre pareja e interrumpió
impertinente su conversación entregándole a Rukia sus braguitas.
—Se te olvidaba esto —dijo, dirigiéndole una triunfante mirada a su hermano.
Rukia lo miró avergonzada y furiosa por la osadía que mostraba ante su
amigo, pero rápidamente olvidó su vergüenza al ver su rostro lleno de dicha y su combativo carácter salió a la luz para poner a aquel hombre donde se merecía.
Cogió con brusquedad la delicada prenda y, acercándose a Ichigo , le dio un frío abrazo mientras metía las braguitas en el bolsillo de su chaqueta.
—No te preocupes, creo que hoy no las necesitaré —le susurró sugerente al oído.
Después lo besó displicente en la mejilla, antes de cogerse
cariñosamente del brazo de kaien y alejarse del furibundo necio que había osado provocar su ira.
Ichigo los miró alejarse de él como una amorosa pareja y maldijo una y
mil veces su maldito e impulsivo carácter. Lleno de rabia y de celos, golpeó la puerta de su propia tienda, que solamente constituía un inconveniente más entre él y aquella mujer. Dirigió su puño a ciegas y golpeó uno de los cristales de la puerta. El resultado fueron unos nudillos bastante lastimados y un cristal agrietado.
Ni siquiera el dolor de la mano lo hizo olvidarse de que esa noche Rukia se había marchado con su hermano.
Como todos, ella había preferido al perfecto Kaien Shiba. Y él, que
nunca había envidiado demasiado la vida de su hermano, ahora envidiaba su lugar al lado de la única mujer que conseguía herir su corazón con el frío de sus palabras.

HASTA QUE EL AMOR NOS SEPARE (adaptación ichiruki )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora