CAPITULO 40

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Ichigo se hallaba en estado de shock y le costaba respirar, y no se debía
precisamente al golpe que había recibido al empotrarse contra un autobús.
¡Iba a ser padre! ¡Joder, iba a ser padre! Según lo que Rukia le había
gritado a través del teléfono, dentro de poco iba a tener un pequeño demonio correteando por ahí, o tal vez fuera una hermosa diablilla, que haría que se deshiciera con una de sus sonrisas.
—Voy a ser padre —musitó, ausente, al hombre que le exigía los papeles del seguro.
Ichigo rellenó el parte, totalmente perdido en sus pensamientos, y en
cuanto la grúa se llevó el vehículo, se sentó en una cafetería a pensar cuánto había cambiado su vida en unos segundos.
Había muchas cosas que planificar y poco tiempo para hacerlo: tendría
que comprar una casa adecuada para los tres, ropa y todo lo que necesitara
el bebé... Por cierto ¿qué cosas necesitaba un bebé? También tendría que asegurarse de que Rukia era atendida por el mejor médico y, lo más importante de todo, tendría que planificar una boda, porque lo quisiera o no, ella iba a casarse con él.
Pero no podía llevar a cabo ninguno de sus planes si no hacía volver a
aquella rencorosa mujer.
Que lo perdonara tal vez le llevara algo más de tiempo, pero cuando Ichigo quería conseguir algo, nunca daba su brazo a torcer. Y menos aún cuando lo que estaba en juego eran su futura esposa y su hijo.
Llamó al teléfono de la última llamada entrante y esperó con
impaciencia a que Rukia descolgara, pues tenían muchas cosas de que
hablar. Pero quien respondió fue su protectora madre, que se negó a dejarlo  hablar con ella y a la que tuvo que suplicar para saber dónde se hallaba Rukia .
Tras mucho insistir, y después de revelarle cuáles eran sus
intenciones, al fin consiguió la dirección.
Cuando Ichigo colgó, esbozaba una sonrisa de satisfacción. La primera
parte de su plan ya estaba en marcha, ahora sólo faltaba que el resto saliera
como lo había calculado. ¡Qué pena que con una mujer como Rukia Kuchiki nunca pudiera saber lo que iba a pasar! Pero ese rasgo formaba
gran parte de su encanto.
.
.
.
Rukia estaba tumbada tranquilamente en el sofá, leyendo uno de los libros sobre el desarrollo del bebé que Ichigo le había mandado, pero apenas podía leer una línea, porque no podía dejar de pensar en Ichigo y en su respuesta ante la noticia de que iba a tener un hijo. Después de revelarle que
estaba embarazada y de huir como una cobarde, había vuelto a casa de su madre llena de miedo y dudas sobre la posible respuesta de un hombre que había jugado con su corazón. Hisana le dijo que Ichigo había llamado y le habló de sus intenciones de casarse con ella.
Rukia sabía que si un hombre como él le proponía matrimonio, sólo era
por el bebé. Si no estuviera embarazada, seguro que no volvería a llamarla siquiera y que olvidaría muy pronto su número de teléfono.
Por lo menos no había dudado de su paternidad y, a juzgar por los
numerosos regalos que comenzaron a llegar el día después de que recibiera
la noticia, le gustaba la idea de ser padre.
Lo más inquietante era que Ichigo no le mandaba ningún regalo a ella,
nada de asfixiantes ramos de flores, ni empalagosos peluches. Comprendía
que ella no existía para él, y que la idea de matrimonio que había dejado
caer frente a su madre era sólo una excusa para obtener el apoyo de ésta, ya que a ella no le había hablado de eso en ningún momento.

Ya había pasado una semana desde que Ichigo se enteró de lo del
embarazo y ni siquiera la había llamado. Todas sus atenciones y sus
ostentosos regalos eran únicamente para su hijo y Rukia tenía que admitir
que eso la hacía sentirse un poco celosa. Nunca pensó que llegaría a echar tanto de menos su atención, o su brillante sonrisa, o sus bonitos ojos ,que no hacían otra cosa que desafiarla a cada instante.
También añoraba sus apasionadas discusiones, que casi siempre
acababan conduciéndola a sus brazos. Por lo que le habían contado sus
compañeros de Love Dead, la «señorita Lapa» había ido una y otra vez con sus empalagosos dulces, pero Ichigo la rechazaba siempre amablemente, aunque se le notaba que empezaba a perder la paciencia.
¿Qué debía hacer? Tal vez sería buena idea volver y enfrentarse a él cara a cara para resolver sus problemas; debían arreglar sus diferencias por
el bien de su hijo. Pero temía derrumbarse en cuanto lo viera. Le
aterrorizaba saber que le perdonaría el inmenso dolor que le había causado,porque lo amaba, y lo más seguro era que aceptara sin dudarlo su propuesta de matrimonio, cometiendo con ello el mayor error de su vida, porque todavía no sabía si las palabras de amor de Ichigo eran ciertas o sólo otra de sus mentiras.

Se encontraba absorta en sus pensamientos, cuando llamaron al
teléfono. Por unos segundos, pensó si debía responder o no. Llevaba días sin recibir llamadas de Ichigo y tampoco le había dejado aquellos interminables mensajes en su buzón de voz. Como muy pocas personas de su entorno tenían el número de casa de su madre, lo más probable era que fuera una llamada de ésta antes de salir del trabajo, preguntándole si quería algo especial para la cena.
Rukia se decidió a contestar. Al hacerlo, le extrañó oír la chillona voz
de su tía Mira.
—¡Hola, querida! Tu prima quiere saber si el día catorce puede llevar
acompañante y si el vestido debe ser largo o corto.
—¿De qué narices estás hablando, tía Mira? —preguntó Rukia ,confusa.
—¡De tu boda, niña! ¡No me digas que lo has olvidado! ¡Seguro que es por el aletargamiento del embarazo!
—¿Quién te ha dicho que estoy embarazada?
—¡El padre, por supuesto! En el instante en que recibimos la invitación para el casamiento, llamamos al número que se adjuntaba para confirmar nuestra asistencia, y cerciorarnos de que no era una broma, claro. Ichigo nos explicó muy amablemente que él era quien lo estaba organizando todo, porque en tu estado no quería que te estresaras...
—¡Cuando coja a ese hijo de...! —masculló Rukia , sumida en sus
pensamientos.
—Entonces, ¿cómo vamos? ¿De largo o...? —Las preguntas de Mira
fueron respondidas por un grosero silencio en cuanto Rukia , furiosa, puso fin a la llamada.
A los pocos segundos, llamó al móvil de Ichigo en busca de respuestas.
Tras varios intentos, lo único que consiguió fue oír un escueto mensaje
que le aclaró todas sus dudas. Definitivamente, Ichigo se había vuelto loco.
—«Éste es el buzón de voz de ichigo shiba, en estos momentos estoy
muy ocupado organizando mi boda. Por favor, deje su mensaje después de
la señal.»
—¡Ichigo ! ¡Tu forma de pedirme matrimonio apesta, maldito mal nacido, hijo de...!

Espero que les guste el capitulo 😋😋😄

HASTA QUE EL AMOR NOS SEPARE (adaptación ichiruki )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora