CAPITULO 9

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Aparcamiento privado, vestíbulo con varios vigilantes que parecían armarios roperos, y un amable conserje que, sin duda alguna, a juzgar por su físico y su temible apariencia, en algún otro momento habría formado parte de las Fuerzas Especiales. Ésas eran algunas de las medidas que sobreprotegían al famoso empresario en su elegante residencia.

Era normal que ninguno de los mensajeros de Love Dead hubiera podido llegar más allá de la entrada a la hora de intentar entregar sus regalos. Finalmente, un lujoso ascensor que llevaba hacia el ático era el último paso para llegar al hogar del conocido dueño de Eros.

—Así que ésta es la guarida donde planeas maldades contra mi negocio —comentó Rukia burlona, mientras observaba con atención un gran salón decorado a la última moda, pero sin calidez.

—¿Debo recordarte quién empezó esta guerra, Rukia? —dijo Ichigo, mientras servía una copa para él y otra para su invitada, que ya se acomodaba en su confortable sofá de diseño.

—Yo no tengo la culpa de que tú seas un hombre un tanto susceptible, que salta ante la menor provocación —replicó ella, tomando la copa que le ofrecía.

—De modo que, según tú, me debería haber quedado quieto y no hacer nada ante las provocaciones de tu negocio —resumió Ichigo, deleitándose con el exquisito licor.

—Sí, eso es en definitiva lo que hacen los niños buenos —respondió Rukia, burlona.

—Oh, Rukia , ¿quién te ha dicho que yo soy un niño bueno? —Ichigo sonrió lobuno, mientras se inclinaba repentinamente sobre ella, haciéndola reclinarse en el gran sofá de piel.

—¿Qué haces, Ichigo? —preguntó, sorprendida por su gesto.

—Terminar la velada tal como la tenía planeada: comida, música y sexo, mucho sexo. Supongo que al haber espantado a mi cita, será que quieres tomar su lugar... —Sonrió pícaramente, a la vez que le arrebataba la copa y la dejaba a un lado, en una mesita de cristal.

—Creo que puedo dedicarte unos minutos —contestó Rukia sarcásticamente, intentando pinchar el hinchado ego del adonis.

—Bien, entonces en unos minutos estarás gritando mi nombre —dijo él y sonrió ladinamente, mientras repasaba su cuerpo con una lasciva mirada.

—Espera un momento...

Él acalló sus posibles protestas con un apasionado beso con el que devoró su boca, luego introdujo su lengua exigiéndole una respuesta, que no tardó en hacerse notar, cuando un gemido escapó de los labios de Rukia mientras respondía gustosa, atrayéndolo hacia su cuerpo.

Las ágiles manos de Ichigo le acariciaron lentamente el cuello y bajaron lánguidas por su costado hasta dar con el final de su ceñido vestido negro.

Se lo levantó levemente, acomodando su cuerpo en el proceso para que ella pudiera sentir su intenso deseo, que palpitaba impaciente por tomarla una y otra vez.

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Mientras con una mano le alzaba el trasero, pegándola más a su excitado miembro, dirigió la otra, impaciente, hacia el escote del vestido, que bajó bruscamente para acariciar aquellos exquisitos senos que tanto lo atraían.

No pudo resistirse ante los apasionados gemidos de deseo de ella, y abandonó su boca para dar un poco más de placer a ese cuerpo tan receptivo que lo acogía con tanta necesidad. Lamió su delicado cuello y dejó un camino de pequeños besos hasta llegar a donde sus gloriosos pechos lo esperaban anhelantes. Besó los enhiestos pezones por encima del sujetador, se los succionó, humedeciéndolos, y los mordisqueó sin que abandonaran su prisión. Luego se los acarició juguetonamente con los dedos, haciéndola gritar de placer y sopló malicioso sobre los excitados pezones, al tiempo que introducía su osada mano por debajo de sus braguitas, para comprobar la evidencia de su deseo. Sus dedos acariciaron su húmedo interior, haciendo que se retorciera de placer.

HASTA QUE EL AMOR NOS SEPARE (adaptación ichiruki )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora