CAPITULO 7

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—¡Vaya mierda de día! —gritó Rukia Kuchiki, frustrada, tirando a la basura un nuevo aviso del abogado, junto con otra notificación de demanda de la empresa Eros.

—¡Joder! ¿Por qué nos demandan ahora? —preguntó Renji preocupado, mientras recogía la carta de la basura.

—¡Y yo qué sé! Tal vez el culo de nuestros muñecos se parezca al del dueño. ¡Y a mí qué me cuentas! ¡Quisiera tener una vez delante a ese gilipollas prepotente para apalearlo como a las piñatas que vendemos!

—Todo esto comenzó hace once meses —le recordó Renji—. ¿Estás segura de que no te metiste con alguien o hiciste algo que no debías? —Renji, mira a tu alrededor, ¿a qué se dedica mi negocio? ¡Pues claro que me he metido con alguien en los últimos meses! Concretamente, ¡con todo el mundo! Me gustaría ver al dueño de esa despiadada cadena.

—¿Para disculparte con él? —sugirió Renji, esperanzado.

—No, ¡para darle una verdadera razón para demandarme y no esas estupideces por las que somos llevados a juicio! Esos idiotas siempre hacen lo mismo: poco antes de que se celebre el proceso, la empresa Eros retira la demanda con una sonrisa y yo me hundo cada vez más en las deudas por el dinero que tendré que pagarles a las sanguijuelas de mis abogados.

—La última vez te recomendé a un buen amigo.

—Y gracias a Dios que es un buen hombre, porque no me cobró nada y me explicó que ésta es sin duda una estrategia de la empresa Eros para arruinarme. ¡Y al parecer lo están consiguiendo! —gritó furiosa, haciendo una bola de papel con sus facturas pendientes de pago y encestándolas en la papelera.

—Rukia, lo he comentado con todos y no nos importa bajarnos el sueldo hasta que tú puedas hacer frente a los pagos.

—¡Y una mierda os voy a bajar el sueldo por culpa de esos cabrones! —exclamó ella—. Le he pedido dinero a un amigo y ha decidido ayudarme en todo lo que pueda. Aunque no sé cuánto más podré aguantar. Si al menos dejaran de llevarnos a juicio por cada estúpida similitud que ven en nuestros productos...

—Algunas de las cosas de las que nos han acusado eran ciertas: nos aprovechamos demasiado de cualquier parecido que pudiéramos tener con ellos para hacernos un nombre en el mercado.

—Sí, pero los uniformes de nuestros mensajeros ahora son totalmente diferentes —comentó Rukia, señalando un mono negro con el eslogan y el logotipo de la empresa—. Y los envases de nuestras rosas olorosas son también de distinto color y están plagados de advertencias.

—Sí, pero seguimos aplastando sus cajas de bombones —puntualizó él. —Renji, ¡déjame disfrutar de la única satisfacción que me queda! —se quejó Rukia—. Ya sabes que el juez consideró que como nosotros ofrecemos el servicio de aplastarlas y no las vendemos haciéndolas pasar por un producto nuestro, no es plagio en absoluto.

—Tuvimos suerte con el juez Urahara, creo que fue el único que desestimó una demanda de Eros.

—Sí, sobre todo porque es uno de nuestros mejores clientes: cada San Valentín le regala un expresivo peluche a su exmujer.

—Bien, veamos cómo nos quiere joder ahora la maravillosa cadena de tiendas Eros —dijo Renji, cogiendo la carta de la papelera y leyéndola en voz alta.


        Estimada señorita Kuchiki:

       A las oficinas centrales de Eros Company nos ha llegado el rumor de que sus peluches de Cupido guardan cierta similitud con los que nosotros ofrecemos este año como regalo con motivo del quinto aniversario de nuestras tiendas. Por lo que le rogamos encarecidamente que retire sus provocativos muñecos de su lista de productos o tendremos que proceder, una vez más, a demandar a su tienda.

HASTA QUE EL AMOR NOS SEPARE (adaptación ichiruki )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora