CAPITULO 30

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—¿Qué haces tú con todos estos cuadros? ¿Por qué los compraste
todos? —quiso saber Rukia , bastante interesada en obtener una respuesta,
tras observar detenidamente el apartamento de Ichigo y su nueva decoración.
—Porque no quería que nadie más que yo viera de cerca tu hermosa
sonrisa. Esa que últimamente no puedo hacer resurgir —contestó él,
apenado, acariciando su rostro con gran ternura.
—Me morí de celos al verte con esa pelirroja —confesó Rukia ,buscando sus caricias.
—Yo estuve tentado de cometer un asesinato cuando te vi marcharte
con ese idiota.
—Sólo me acompañó a casa. Kaien es todo un caballero —explicó Rukia , haciendo que Ichigo se apartara, enfadado—. Pero al parecer, a mí me
atraen más los sinvergüenzas —añadió ella, consiguiendo una ávida mirada llena de deseo.
—La pelirroja se fue en un taxi. Tu imagen fue la única que me
acompañó a casa ese día —reconoció Ichigo , señalando los hermosos retratos de Rukia que adornaban su salón.
—¡No me digas que tuviste pensamientos indecorosos conmigo ese día! —bromeó ella, mientras le rodeaba el cuello con los brazos.
—Cariño, tengo pensamientos indecorosos contigo todas las noches y alguna que otra mañana —contestó él desvergonzadamente, acercándola a su cuerpo para mostrarle lo mucho que lo excitaba.
—Entonces sólo tengo una cosa que decirte —murmuró Rukia ,rodeándole la cintura con las piernas y sujetándose con fuerza a sus
hombros—: llévame a la cama —susurró sensualmente junto a su oído, poniendo fin a la conversación de la noche.
Después de que llegaran juntos a la cima del placer, Rukia se derrumbó
sobre él, terriblemente cansada, pero con una gran sonrisa de satisfacción en su bello rostro.
—Ésta es una sonrisa que kaien nunca tendrá el placer de retratar —se
jactó Ichigo , contento, acariciando su hermoso perfil.
Rukia sabía que tenía razón, por eso no contestó. Simplemente le dio un
beso en el pecho y se durmió tranquilamente entre los brazos del único hombre que había conseguido hacerse con su corazón. Aunque aún no le diría la verdad. Todo tenía que ser perfecto. Buscaría la mejor oportunidad para confesarle que había ganado esa estúpida apuesta, junto con su eterno amor.
A la mañana siguiente, Rukia aún no podía terminar de creerse que se
hubiera enamorado. Después de tantos años protegiéndose, al final iba y caía ante el hombre más inadecuado: uno que poseía un negocio ñoño, era cien veces más educado que ella y mucho más guapo también, que siempre mantenía hipócritamente las formas, comportándose con demasiada
amabilidad con todos, y, para colmo de males, uno al que las chicas se
pegaban como moscas.
No, si al final esas estúpidas tarjetas de San Valentín iban a tener razón
y el amor era ciego. De hecho, ellos dos no pegaban ni con cola, pero había ocurrido: el maldito Cupido se había vengado de todas las putadas que ella había hecho en su nombre y la había emparejado con el hombre menos indicado.
Pero eso a Rukia le daba igual, porque el Ichigo que ella conocía, con su
astuta sonrisa, sus atrevidas jugarretas y sus excitantes juegos, también era, a la vez, el que más podía comprenderla: el único hombre que se había enfrentado a su genio sin salir huyendo, el único que entendía lo que ella necesitaba a cada momento, la persona que siempre estaba allí para ayudarla y el que, finalmente, había conseguido que volviera a confiar en alguien.

Ichigo siempre sería el amor de su vida. Aunque el futuro los separase,
nunca podría olvidarse de él. Por eso, en la nota que le había dejado en esa
ocasión le ponía un siete, junto con el burlón comentario «Progresas
adecuadamente». Después de todo, no había que dejar que su ego se hinchara demasiado o a saber entonces lo que podía ocurrir.
Cuando llegó a su trabajo estaba pletórica de felicidad, y poco podía
imaginar que al final de ese mismo día no le quedaría ni una pizca de esa alegría.

«Un siete.» Eso era señal de que iba mejorando. Ichigo sonrió ante la
impertinente nota de Rukia en la solitaria cama. Tal vez no lo molestó tanto porque un siete era más que el mísero tres que recibió el primer día, o porque ya estaba acostumbrado a sus bromas pesadas.
La noche anterior había sido distinta a las otras. Sintió como si para
ambos se convirtiera en un nuevo principio, en algo que los unía como
nunca antes lo habían hecho sus encuentros sexuales. Rukia se había
comportado como si estuviera empezando a sentir algo por él, como si la coraza de su corazón hubiera caído, dejándolo entrar. Aunque la oscura sombra del contrato aún se interponía entre los dos, no era tan pesada como la verdad de lo que Ichigo había planeado para ella en un principio.
Si Rukia llegaba a enterarse alguna vez de que había querido quitarle su
tienda y del motivo para hacerlo, nunca lo perdonaría. Por de pronto,
disfrutaría de los momentos de felicidad que le aportaba estar con ella, y en Navidad se desharía de aquel fastidioso contrato que tanto lo molestaba.
Tal vez al cabo de un tiempo pudiera confesarle la verdad sin hacerle
demasiado daño, pero Ichigo sabía que antes de poder descubrírselo todo,tenía que ganarse tanto su corazón como su confianza, porque, si no, Rukia lo alejaría para siempre de su lado y él no podía permitir que eso le pasara con la mujer que había atrapado finalmente su corazón.


HASTA QUE EL AMOR NOS SEPARE (adaptación ichiruki )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora