CAPITULO 42

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Tras recibir de su hijo la alegre noticia de que finalmente iba a ser abuelo, Isshin shiba había buscado incansablemente el paradero de Rukia y finalmente dio con su número de teléfono.
Tomó aire, preparándose para una llamada que no sería fácil para nadie, pero como padre que era, tenía que hacerlo por el bien de su hijo y de
sus futuros descendientes.
—Si es usted otro de esos malditos periodistas, le diré que no me
entretuve en medir el miembro de Ichigo , simplemente lo utilicé. ¡Y me niego en redondo a revelarle las posturas que realizamos en la cama, ya que no es de su incumbencia...!
—Señorita Kuchiki , me alegro de que se niegue usted a hablarle de esos temas a la prensa, pero me alegraría aún más que dejara de esconderse—dijo el banquero.
—¡Ah, es usted! ¡La vieja urraca de ese famoso banco que no tuvo las
agallas suficientes para enfrentarse a mí y me envió a sus dos hijos! ¡No se
preocupe, no pienso formar parte de su eminente familia! Además, ahora
tiene usted lo que tanto deseaba: ¡me he marchado lejos y ni usted ni ellos
volverán a verme nunca más!
—Eso sería perfecto para mí, señorita Kuchiki , si no fuera porque el idiota de mi hijo Ichigo se ha enamorado de usted como un loco.
—Ese cuento aún no acabo de creérmelo —replicó ella, escéptica.
—Pues debería confiar más en el que va a ser el padre de su hijo —opinó Isshin ante aquella irritante mujer que tanto lo sacaba de quicio.
—No se preocupe, no voy a molestar a su hijo con la gran responsabilidad que supone la paternidad. ¡Yo sola soy muy capaz de encargarme del bebé!
—El problema es que tanto él como yo queremos formar parte de la vida de ese niño, y no sólo económicamente.
—¡Le digo una vez más que este bebé es mío y de nadie más y no voy a permitir que le meta a mi hijo en la cabeza sus estúpidas ideas sobre
heredar su imperio, o lo acabe manejando a su gusto como a sus dos       
  vástagos!
—Yo no soy tan manipulador como usted cree, señorita Kuchiki . De hecho, no hay ninguna posibilidad de que yo haya influido en Ichigo en modo alguno en lo que a usted se refiere.
—¿Se supone que debo creerle?
—¡Exijo que vuelva inmediatamente a la ciudad y deje de esconderse
como una cobarde!
—No me estoy escondiendo, solamente me he tomado unas largas
vacaciones, ya que su hijo parece haberse quedado con todo lo que me
importaba.
—Pues sus largas vacaciones deben finalizar ya, señorita Kuchiki . Yo no soy tan complaciente como Ichigo . Si para el próximo pago del día cinco no entrega usted el dinero en persona, olvídese de la tienda que tanto le
importa, porque le juro que cierro Love Dead para siempre, aunque tenga que no volver a hablar en la vida con mi insufrible hijo —finalizó Isshin con un tajante ultimátum, antes de colgar el teléfono.
Ahora sólo le quedaba esperar que sus amenazas hubieran surtido efecto y que ella se decidiera a volver, aunque sólo fuera para enfrentarse a él y a su banco.

A partir de ese día, contaría las horas que faltaban para que Rukia Kuchiki volviera a la ciudad, y guardaría en secreto su agresiva amenaza.
Sus hijos no conocerían el retorno de la joven hasta que él lo decidiera.
Después de todo, tenía mucho de lo que hablar con ella, la protagonista de todas sus pesadillas y sueños; porque, aunque fuera difícil de tratar, sin duda sería una gran madre para su futuro nieto.

El cinco de febrero, Rukia salió temprano de la casa de su madre.
Aunque aún no se decidía a dar la cara, por nada del mundo consentiría que Isshin shiba acabara con el sueño que tanto trabajo le había costado
fundar. En esos momentos se encontraba frente a Love Dead, oculta en su destartalado coche.
Rukia miraba su adorada tienda, que no había perdido nada de su
habitual esplendor. Los escaparates estaban un tanto anticuados, tal vez
deberían cambiar de nuevo la postura del oso, pero por lo demás, Ichigo parecía no haber desatendido su negocio en absoluto. Ella había pensado que, después de ganar la apuesta, delegaría en alguno de los trabajadores de Love Dead para el día a día y no se acercaría a la tienda.
Desde su desvencijado escarabajo pudo observar que todo lo que sus
empleados le habían dicho era cierto: los trajes de ich6 habían pasado a
mejor vida y ahora vestía de una manera elegante aunque informal,
resaltando aún más su atractiva apariencia. Manejaba todos los asuntos con bastante eficacia, y a juzgar por su rostro cansado y sus ojeras, parecía que se hubiese enfrentado a fondo al desafío que era dirigir aquel lugar con todos los problemas que conllevaba.
Esperó con impaciencia que Ichigo se tomara un descanso o que hiciera
alguna gestión fuera, ya que todavía no se sentía capaz de verlo.
Se quedó en su coche cerca de dos horas, con la única compañía de una
chocolatina y un botellín de agua, hasta que vio salir a Ichigo en dirección a la furgoneta junto a Renji , para hacer el reparto, algo que nunca hubiera creído posible de tan orgulloso personaje. La furgoneta no era la suya vieja, que hacía un ruido ensordecedor cada vez que arrancaba, sino otra totalmente
nueva. ¿Qué le habría pasado a la otra, y desde cuándo su negocio podía permitirse tal lujo?
En cuanto vio arrancar a Ichigo , no perdió más tiempo, salió de su coche
y entró en Love Dead. ¡Dios, cuánto había echado de menos aquellas cuatro paredes que eran toda su vida!
Rukia se dirigió directa al gran jarrón donde recogía las monedas de un
centavo con las que pagaba a aquel odioso banco que tantos quebraderos de cabeza le había dado. Entró como si nada, como si no hiciera ya más de un mes que los había abandonado a todos para esconder la cabeza en el agujero más cercano.
Sus empleados miraron boquiabiertos cómo, tras un simple «Hola», Rukia se encaminaba hacia el saco que guardaba tras el mostrador, lo cogía y empezaba a llenarlo volcando el enorme jarrón. En el mismo instante en que intentó alzar la vasija, tres pares de manos la detuvieron, mientras la vieja Agnes la reprendía:
—¡Qué narices intentas hacer, Rukia ! ¡En tu estado!
—Isshin shiba me ha amenazado con cerrar la tienda si no le llevo el pago yo misma. Y tal vez pueda obligarme a salir de mi escondite, pero ¡por nada del mundo pienso renunciar a las tradiciones de este negocio! —
manifestó Rukia.
—Me parece muy bien que por fin hayas salido de tu escondrijo, niña,
pero de ninguna manera vas a llevar un saco tan pesado tú sola —insistió Agnes, advirtiéndole con su firme mirada que nada la haría cambiar de
opinión.
—Ya os lo ha dicho Ichigo , ¿verdad? —preguntó ella, resignada a que
todos supieran la noticia de su embarazo.
—¡¿Que si nos lo ha dicho?! ¡Ese hombre se ha dedicado a gritar a los
cuatro vientos que va a ser padre y cada día nos persigue con uno de esos libros, dándonos la lata con un capítulo nuevo sobre desarrollo y lactancia y yo qué sé...! —la informó Ran.
—Ayer tocó el del color de la caquita del bebé... ¡Puaj! —se quejó Barnie, vaciando el contenido de la enorme jarra en el saco.
—Hoy creo que tocaba el capítulo de cómo cambiar al bebé, ya que lo he pillado poniéndole un pañal a uno de los peluches de Agnes —explicó
Amanda, mientras cerraba el saco, repleto con el pago de ese mes.
—No creí que se tomara tan en serio la noticia. Por su fama más bien
pensaba que se desentendería de ello —comentó Rukia .
—Pues déjame decirte que te has equivocado con ese hombre —intervino la anciana, sacándola de su error—. Después de que te fueras, se
derrumbó. ¡Iba de acá para allá como alma en pena!
—Sólo porque no podía deshacerse de esta tienda —musitó débilmente Rukia
—¡No te engañes, niña! —replicó Agnes—. Podía haber delegado en
cualquiera de nosotros, pero en cambio tomó las riendas y dijo que no pensaba permitir que nadie destruyera tu sueño, que lo mantendría en pie hasta que tú volvieras a reclamar lo que te pertenecía.
—Ése no es el Ichigo que yo conozco —dijo Rukia , sorprendida con el
comportamiento del hombre al que había odiado durante tantas semanas.
— ¡Y eso no es todo! ¡Echó a las cotorras de aquí de muy malas formas cuando comenzaron a insultaros a ti y a tu hijo! ¡Llegó incluso a pedirle la
pistola a Agnes! —señaló Amanda, alabando la loable hazaña de Ichigo .
—¿Incluso a la rubia con cuerpo de modelo que es incapaz de despegarse de él?
—Ésa fue la primera —respondió Barnie.
—Aunque ahora se esté comportando como un caballero, os recuerdo que los príncipes azules no existen y que él fue un completo canalla que me
rompió el corazón. No voy a perdonarle tan fácilmente —declaró  Rukia con firmeza.
—¡Quién narices te dice que lo perdones! —gritó Agnes, molesta por
su empecinamiento.
—Ponlo a prueba, haz que te demuestre que merece tu amor —propuso ñ Amanda, aleccionada en los problemas del corazón.
—Pero ¡por el amor de Dios, deja de esconderte o ese hombre nos volverá locos! ¡Si me lee un capítulo más sobre lactancia, te prometo que me suicidaré atiborrándome a bombones, o enfadaré a Agnes hasta que me
pegue un tiro! —suplicó Barnie a su indecisa jefa.
—Yo nunca desperdiciaría un tiro en tu gordo culo —replicó amablemente la anciana.
—No sé qué hacer —reconoció Rukia —. Por ahora, sólo quiero enfrentarme a ese mezquino de Isshin shiba y entregarle el pago de este
mes antes de que se decida a cumplir sus amenazas.
—Yo te acompañaré —se ofreció Barnie, levantando el saco con
ligereza y cargándoselo sobre un hombro mientras se dirigía a la salida.
—¡Por favor, no le digáis a Ichigo que he vuelto! Todavía no sé si es lo
mejor...
—Rukia , si ese hombre no está enamorado de ti, no sé lo que es el
amor. Porque aunque tú no creas en los príncipes de los cuentos, que matan dragones para salvar a las princesas, él definitivamente los está matando por ti —dijo su amiga Ran , haciendo que ella reflexionara sobre los fuertes sentimientos que aún persistían en su corazón.
Rukia se alejó en su viejo coche hacia el banco, acompañada de Barnie
y, mientras conducía, no pudo evitar pensar que tal vez huir no había sido la mejor opción, pues sus problemas y temores seguían esperándola.

HASTA QUE EL AMOR NOS SEPARE (adaptación ichiruki )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora