CAPITULO 2

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Rukia Kuchiki creció expresando lo que sentía de un modo algo peculiar, pero las reglas impuestas por su madre eran claras: sólo podía hacerlo el día de San Valentín. Así que mientras ella odiaba intensamente ese día, sus compañeros comenzaron a temerlo.

En el momento en que llegaba esa festividad, Hisana , la madre de Rukia, siempre era llamada al colegio por algún maestro. El director, acostumbrado ya a esta situación, se alejaba del despacho cuando la impetuosa señora Kuchiki llegaba para entrevistarse con alguno de los maestros.

-Señora Kuchiki , ¡su hija ha armado un gran escándalo en este hermoso día!

-¿Qué tiene de particular este día para ser hermoso? -le preguntó Hisana a la maestra, sin dejarse amilanar por sus demandas.

-¡Hoy es San Valentín! ¿Es que eso no significa nada para usted? -replicó la anciana mujer, un tanto ultrajada.

-Ya me dirá si tiene ganas de celebrar San Valentín cuando su marido, después de doce años de matrimonio, la abandone por otra y le deje sus deudas como regalo -le comentó irónicamente Hisana a la ingenua que aún creía en ese día.

-Lo siento mucho, señora Kuchiki , pero tal vez debería ser más comedida al expresar sus sentimientos respecto de su divorcio delante de su hija, así ella no incurriría en ese absurdo comportamiento.

-¿Qué ha hecho que sea tan terrible y abominable como para que yo haya tenido que perder un día de trabajo para venir a hablar con usted? - repuso Hisana un tanto cansada de las sandeces de la maestra.

-Hoy hacíamos trabajos manuales, así que he ordenado a todos los alumnos que hicieran un pequeño buzón de cartulina y unas tarjetas de San Valentín. Su hija ha dibujado una calavera en su buzón y ha añadido en letras chillonas «¡Peligro!». Cuando se ha negado a hacer la tarjeta, diciendo que no le gusta ningún niño, la he amenazado con un suspenso, advirtiéndole debidamente que no debía dibujar ninguna calavera en la tarjeta y que debía escribir un mensaje expresando sus sentimientos con contundencia y brevedad por alguien de la clase.

-¿Y qué ha hecho ella? -quiso saber Hisana, expectante ante las travesuras de su pequeña.

-Ha cogido una cartulina negra y ha dibujado un corazón partido por la mitad.

-¿Y el mensaje?

-¡Véalo usted misma! -contestó sulfurada la anciana.

Hisana cogió una hermosa tarjeta con un perfecto corazón roto por la mitad. Abrió la tarjeta lentamente esperando una de sus típicas frases irónicas tipo «¡Odio San Valentín!», rodeadas de corazoncitos, o la de los últimos años «¡Muerte a Cupido!». Lo que no había esperado encontrar era ese expresivo mensaje que la ayudó a olvidarse de sus problemas y la hizo reír sin parar durante unos segundos en los que la rígida maestra la fulminó con la mirada.

-Está claro que la ha obedecido al pie de la letra: el mensaje es breve y contundente.

-¡No me hace ninguna gracia, señora Kuchiki!

-¿Y me puede decir quién ha sido el pobre que lo ha recibido?

-Sí, por supuesto. He sido yo misma... ¡Señora Kuchiki, deje de reírse! -exigió exaltada la ofendida maestra.

-Hay que admitir que ha hecho todo lo que usted le ha dicho, aunque de una manera un tanto especial. Ese dedo corazón tan rígido sin duda expresa lo que mi hija sentía por usted en esos momentos -se burló Hisana, sin poder enfadarse por las trastadas de Rukia en ese señalado día.

-Señora Kuchiki, ¿es que no va usted a amonestar a su hija por su terrible conducta?

-Mañana la castigaré, hoy no -le dijo Hisana seriamente.

HASTA QUE EL AMOR NOS SEPARE (adaptación ichiruki )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora