OO3.

2.3K 142 3
                                    

Me fui a casa bastante confusa, por alguna  extraña razón no podía parar de pensar en ese chico ¿cómo era posible que hubiera desaparecido? Y lo peor ¿por qué se había ido? Abrí la puerta de mi departamento y al entrar escucho como alguien corría hacia mí. De pronto empecé a oír unos chillidos.

- ¡¿Se puede saber dónde estabas?! ¿Sabes qué hora es? ¿Es que no sabes llamar por teléfono? Me tenías muy preocupada – No me dio tiempo apenas hablar y cuando iba a hacerlo se abalanzo sobre mí y me dio tremendo abrazo que casi me deja sin respiración.

- No vuelvas a darme este susto.

Esa loca histérica era Ashley, mi compañera de piso. Llevábamos juntas desde pequeñas y siempre nos habíamos llevado muy bien. Teníamos caracteres muy diferentes por lo que a veces podíamos chocar pero nos ayudábamos mutuamente. Ella lo era todo para mí y creo que yo para ella. Nuestros padres murieron cuando éramos muy pequeñas y desde entonces nos hemos refugiado la una en la otra. Comparto piso con ella y vamos a la misma universidad.

- Lo siento... La próxima vez te llamaré.

- ¿Se puede saber dónde has estado? No me digas que de ligoteo.

- Es una larga historia y estoy muy cansada. Buenas noches – Y dicho esto me fui a mi habitación. De fondo podía escuchar sus reclamos.

- ¡No me dejes así! Dime qué has hecho... ¡No me ignores! – Y así siguió diciendo un sinfín de cosas hasta que se cansó y paró.

Estaba tan calentita y cómoda en mi cama que al escuchar el despertador mi primera reacción fue tirarlo pero con tan mala gana que pegó contra la pared lo que provocó un gran ruido y que el despertador siguiera sonando. Me levanté hecha una furia y con el sonido del despertador clavado en los tímpanos lo apagué. El silencio invadió la habitación pero no por mucho tiempo pues de repente empecé a escuchar chillidos. Salí de la habitación a toda prisa y me encontré a Ashley gritando como una loca frente a la ventana.

- ¿Que se supone que estás haciendo? – Ashley se giro y me miró.

- ¡Es el maldito vecino! Me tiene más que harta.

- ¿Qué ha pasado esta vez?

- ¡Me ha tirado toda la ropa al patio!

- Ah...

- ¿Sólo vas a decir ah? ¡Esto es el colmo! – De detrás de la ventana alguien había hablado, era el vecino que protestaba.

- Sólo las dejaré en paz, cuando acepten una cita conmigo y mi hermano. – Dijo el vecino.

- Ja! Listos, ya pueden esperar sentados. – Esta vez fui ya la que hablo.

- Entonces sométanse a las consecuencias – Y tras tirarnos un beso cerró la ventana.

- ¡Este tipo me tiene hasta las narices!

- Tranquila Ashley, no te desesperes ya sabes tus arrugas – De pronto Ashley corrió hacia un espejo.

- ¡Oh no! Se me ha marcado una. – Yo comencé a reír, siempre funcionaba. Ashley miró el reloj y dejó escapar un gritito.

- ¿Qué pasa? – Le pregunté.

- ¡Vamos a llegar tarde a la universidad! ¡¿Has visto qué hora es?!

Finalmente después de mucho correr llegamos a la universidad llegábamos media hora tarde así que tendríamos que esperar a que acabara la clase.

- Voy a la cafetería a tomar algo. ¿Vienes? – Me preguntó.

- No, yo me quedo aquí luego te alcanzo.

- Está bien.

Fui a los jardines a caminar, necesitaba estar sola. Comencé a pensar en el chico de la noche anterior. Había sido todo tan raro, sobretodo la forma en que había desaparecido. De pronto sentí como alguien se acercaba a mí pero no me dio tiempo a girarme pues ese alguien me había apuntado con un objeto metálico.

- No te muevas. Vas hacer todo lo que yo te diga.


Secuestrada en mi propia casa. ➳ j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora