OO5.

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- ¿Por qué te escapaste del hospital? – Fue lo primero que se me ocurrió preguntarle.

- Te dije que no quería ir al hospital, pero tú no me hiciste caso.

- Solo quería ayudarte.

- Nadie te pidió ayuda.

- Pues vale si hubiese sido por mí, te dejo que te murieras ahí solo. – Él soltó una carcajada.

- No me hagas reír, sólo me desmaye a causa del cansancio, seguramente podría haberme puesto en pie enseguida.

- Como se nota que no te viste. ¡Dabas pena! Tu aspecto era asqueroso, y yo soy incapaz de rechazarle la ayuda a alguien y menos en tus condiciones.

- Tú lo que querías era meterme mano pero la cosa se complico, ¿no? – Ante este comentario reí. Por un momento se me había olvidado la realidad de la situación.

- Sabes, me has pillado. ¿Cómo lo has descubierto?

- Lo vi en tus ojos. Se nota que te gusto.

- Quisieras... ¿No será que yo te gusto a ti y por eso haces esto?

- Sabes me sorprende tu actitud, estoy seguro que si se lo hubiera hecho a tu amiga se abría puesto a gritar como una loca y ahora mismo estaría inconsciente por el golpetazo que me habría dado. Has tenido ocasión de escapar y no lo has hecho.

- Yo no soy como las demás.

- Ya lo veo.

- Aunque tengo que reconocer que estuve a punto de pegarte con la puerta del coche al subir pero...

- ¿Pero qué?

- No lo hice por curiosidad.

- ¿Curiosidad?

- Si, quiero saber porque te escapaste ayer, y porque me tienes como rehén.

- ¡Definitivamente estás loca!

- Puede, pero no bajes la guardia porque eso no quiere decir que no me vaya a defender...

- Y tú tampoco... porque nunca se sabe cuando dejare de contenerme.

- ¿Contenerte para qué?

- Para besarte.-

Pero hay terminó nuestra conversación pues habíamos llegado a mi casa.

- Bueno supongo, que la pistola es de juguete y todo esto era una broma, ¿no?

- Baja del auto.

- Pero te he dicho que la bro...

- He dicho que bajes del auto. – Él me sonrió desenvolvió la pistola de la camiseta y la dejó a la luz.

Para mi desgracia no era una pistola de juguete sino todo lo contrario. Mi cuerpo al verla se quedo paralizado. Mis sentidos no respondían y es que no podía creer que estaba pasando. Estaba a manos de un psicópata y yo lo único que pensaba era en besarlo... Por una extraña razón cada vez que me hablaba, unas ganas irremediables por besarlo se apoderaban de mí. Saqué esas ideas de la cabeza y bajé del auto. El miedo impidió que saliera corriendo así que él volvió a apuntarme con la pistola.

- Así me gusta. Ahora vas a entrar en tu casa. Si te encuentras con alguien no quiero ver cosas raras, si preguntan por mí, soy tu primo lejano, ¿entendido?

- Yo no tengo primos lejanos.

- Pues ahora sí.

Yo iba caminando lentamente. Sabía que no podía hacer nada por huir. Él sabía todo de mí. Donde estudiaba cuál era mi auto, donde vivía y lo peor de todo había visto a Ashley. Yo no quería que nada malo le pasase por mi culpa a sí que debía hacerle caso en todo. Por desgracia y su suerte no nos encontramos a nadie. Cuando estaba a punto de abrir la puerta escuche como alguien me llamaba.

- ¡Amy! – Me giré era el vecino pesado de enfrente.

- ¿Qué quieres?

- ¿Te apetece salir esta noche?

Ese nunca se cansaba. Me lo había pedido tantas veces que había perdido la cuenta. Tanto Ashley como yo estábamos hartas de él y su hermano. Se pasaban el día haciéndonos la vida imposible y nosotras no nos quedábamos atrás. Pero dada las circunstancias era una oportunidad que no podía escapar. Si le decía que si pasaría a buscarme a casa y podría escaparme de él.

- Clar...

- No puede. ¡¿Qué te crees?! ¿Es que no ves que soy su novio?

- ¡¿Novio?! – Repetimos juntos mi vecino y yo.


Secuestrada en mi propia casa. ➳ j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora