10. Tu cabello.

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Amy Martins:

Mierda.
Mierda.
¿Que hice?

La culpa y el pudor aparecieron, mi mente no dejaba de reprocharme mis actos mientras me vestía para salir de la habitación de Steven y marcharme.

—Eh, ¿te pido un... Eh, taxi? —Inseguro Steven ofreció apenas me reuní con él en la sala.

—¿Te da cargo de conciencia ofrecerte a pedirme un taxi? —Me burlé intentando disminuir la tensión de nuestro reencuentro, al menos ya estábamos vestidos.

—Las mujeres con las que salgo no se toman muy bien el hecho de que les pida un taxi —aclaró.

—Yo no soy como las mujeres con las que sales —mas que para él, hablé convenciéndome a mi misma de eso—. Así que, gracias por la sutileza.

—Vale —dijo removiendo sus hombros, como si buscara relajarse—. Te acompaño a la...

Inmediatamente me negué, caminando hasta la puerta, sentí sus pasos detrás de mí, no me molesté en voltear. Lo único que deseaba era marcharme, ¿a la izquierda o a la derecha? Mierda, ni siquiera recordaba el camino a la salida. Decidí dirigirme a la izquierda.

—Amy, para el otro lado. El ascensor está al final de este pasillo —lo escuché hablar haciendo un esfuerzo por no reír—. Y una última cosa...

—¿Qué? —pregunté cuando giré para tomar la dirección correcta, Steven caminó a mi lado hasta el final del pasillo y se detuvo en la puerta del ascensor, presionado algún botón.

—Tu cabello —dijo con una sonrisa maliciosa, mientras se arreglaba el suyo con gestos exagerados—. Luce como si hubieras tenido una envidiable noche de sexo con tu enemigo.

Abrí mi boca ante la falta de tacto de él, su boca retenía una sonrisa llena de satisfacción y mis mejillas ardían. Estiré mi brazo, golpeando su ridículo y trabajado abdomen, rápidamente se quejó.

—Jódete —entré al elevador que afortunadamente llegó a tiempo Steven estiró sus labios lanzándome un beso, le dediqué una seña obscena con mi dedo como respuesta.

Habían dos cosas de las que estaba segura, lo primero era que el sexo con Harvet había sido bueno y aunque al principio estábamos incómodos, parece que la tensión disminuyó poco a poco, ¿lo segundo? Era algo que no iba a volver a suceder.

Dediqué tiempo a arreglar mi cabello, el espejo del elevador le había dado la razón a Steven. Lucia fatal.

Al regresar a casa hice lo mejor que pude para verme decente, agradecí que mi padre estuviese en el trabajo y Elizabeth apenas le diera importancia a mi llegada, por lo que en silencio subí a la habitación, para ducharme y quedarme en cama. No tenía muchas ganas de nada, ni siquiera de ir a clases.

El resto del día no fue diferente, mi estado de ánimo empeoró al igual que la culpa aumentó. ¡Steven y yo no debimos hacer eso!
¿Lo peor? Tuve que recordarlo toda la tarde mientras realizaba el trabajo que me pidió: Investigar en internet sobre juicios exitosos de defensa propia. Pasé aproximadamente cinco horas acalorada e investigando y lo único que encontré fueron tres casos exitosos en el país.

Mi móvil sonó por décima vez, continuaba evitando las llamadas de Belu. Aunque no había nada entre nosotros empezaba a sentirme culpable. Cuando decidí apagar el móvil comprobé que quien estaba llamando era Steven por lo que contesté.

—Buenas noches, Amy —escuché su voz ronca tras la línea—. ¿Has encontrado lo que te pedí?

—Hola —estoy bien, que amable gracias por preguntar. Pensé—. Tres juicios.

Miénteme otra vez [PARTE 1] | BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora