23. Una oportunidad ¿O Dos?

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Steven Harvet:

La semana siguiente resultó ser mucho más dura de lo habitual, me sentía agotado, dejé todos mis esfuerzos en encontrar a mi cuñada pero había sido en vano.

Mark y Amy apenas se quedaron quietos, pero tampoco tuvieron éxito... Ninguno comprendía lo que estaba sucediendo, lo único que rogaba es que ella estuviera bien.

Por alguna razón mientras más investigaba sobre su desaparición más me recordaba a la manera en la que huí de mi familia.

¿Pero porque Rach querría escapar de los que la aman?
Ella era una mujer libre e inocente ¿De qué huiría?

—Así que Mark y la señorita Lombardo se han ido de luna de miel —la voz de Ildet detrás de la línea me regresó a la realidad—. Sí Steven, no creas que he sido estúpido al no darme cuenta de que me mentían.

—Bueno, al menos evitaste que empezáramos una disputa. Da igual que sea Mark o yo —aclaré mientras continué conduciendo a casa de Amy—. Mark, Rachel y Amy están pasando por una situación difícil.

—¡No me importa! —gruñó—. Tu hermano no se ha presentado ni un día de esta semana. Es el profesor.

—Vale, haré que vaya el lunes —ofrecí.

Obteniendo la repuesta que quería Ildet colgó, tomé aire profundamente sabiendo que Mark no iría, pero ya pensaría en un plan, en aquel momento lo único que me interesaba era asegurarme de que Amy estuviera bien.

Esa se había convertido en mi rutina antes de ir al trabajo, pasar por casa de Mark y después a la de Amy.

Cuando llegué a mi destino, estacioné el coche y fui hasta la puerta donde fui recibido por Mishell, la ex novia de mi gemelo y hermanastra de Amy.

—Danes aún no llega de su viaje —dijo apunto de cerrarme la puerta en la cara, pero la detuve.

Por supuesto que sabía que Danes no estaba en su casa, pero tampoco se encontraba en Italia, su regreso al país fue notificado ayer, y me intrigaba, él dijo que se quedaría en Italia tres días. ¿Por qué me mintió y le mentía a su familia?

—No vengo por él —dije con desagrado. Esa mujer colmaría mi paciencia. Entré por la puerta y la escuché chistar.

—Vienes por Amy. Ahg. ¿Qué les sucede a los gemelos, tiene un cerebro para los dos y por eso les cuesta pensar? Les encanta fijarse en niñas estúpidas.

—¿Y tú tienes gemela? ¿O con quien lo compartes? —me miró ofendida.

Continué mi camino hasta las escaleras alejándome de los gritos de la insoportable mujer que me recibió, ansioso por ver a Amy, entré a su habitación.

Ella alzó su mirada al verme, sus ojos estaban rojos, se veía aún más demacrada y triste que antes, se encontraba abrazada a su almohada.

—Hola, mi preciosa pelinegra —me acerqué a ella logrando que me hiciera un espacio entre su cama, me deslicé por su cuerpo apartando la almohada y ocupando aquel lugar, abrazándola—. ¿Desayunaste? ¿Almorzaste?

Corregí la última palabra al pensar que probablemente falta poco para el medio día.

—No tengo hambre, luego comeré —dijo y gruñí alejando mi rostro de su pecho para mirarla.

—¿Quieres enfermar? —mi tono sonó como un fuerte regaño que no pude controlar— Y sí, no estoy nada contento.

Soltó una pequeña risa y mi enojo desapareció.

—Pensé que mi padre estaba de viaje —aunque su comentario era una broma su tono continuó melancólico y volví a abrazarla—. Necesito saber de ella.

Miénteme otra vez [PARTE 1] | BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora