Steven Harvet:
"Su piel ardía bajo mis dedos, escucharla maldecir, comentar con rabia y gozo lo mucho que me odiaba, era maravilloso.
Un gruñido salió de mi garganta, había estado esperando aquel momento, necesitaba tomarla, la necesitaba a ella.
Me deslicé entre sus muslos con ímpetu, elevó sus caderas hacia mí al mismo tiempo que la poseía, jadeante murmuraba mi nombre y el eco de su voz se fusionó con el sonido de la unión de nuestros cuerpos.
— Mírame —dije y ella obedeció a mi ansiada petición, me preguntaba si el tono de mi voz me había delatado. Anhelaba ver sus ojos mientras la hacía mía"
Desperté al escuchar el timbre, me llevé las manos al rostro al sentir las dolorosas emociones que ella causaba en mí y ni si quiera tendría la oportunidad de aliviar el dolor, pues la persona que tocaba el timbre... ¡Seguía insistiendo!
—Un momento, joder —hablé a lo alto con mal humor.
Arreglé mi bóxer, tratando de ocultar mi erección, la cual era normal por la mañana, pero no tan jodidamente molesta como en aquél instante. Busqué unos pantalones deportivos y me los coloqué.
Con pereza fui hasta la puerta, por mi mente pasó que fuese la misma mujer con la que había soñado, hacia un día que no la veía, pero por supuesto que la vida no era lo suficientemente buena.
—Buenos di.... Menudo golpe —comentó Deborah al asomarse por la puerta, la invité a pasar—. ¿Qué te pasó?
—¿Trajiste lo que te pedí?
Ignoré por completo su pregunta, no deseaba recordar a Danes Martins y su hazaña por fastidiarme en la noche anterior, interrumpiendo también mi caliente llamada con su hija.
—Sí —Deborah elevó su mano para mostrar un pequeño bolso de maquillaje.
—Haz lo que tengas que hacer —gruñí malhumorado.
—¿Debería empezar por mejorar tu mal humor? Que ya veo a qué se debe —con descaro, fijó su mirada en mis pantalones.
Mi secretaria cerró la puerta a su paso, una sonrisa traviesa le apareció en el rostro al acercarse y con su dedo índice empezar a recorrer mi abdomen.
—Deborah... —Le advertí—. No estoy de humor.
—Que aburrido estás últimamente —volteó los ojos, mientras sus manos continuaban jugueteando hasta seguir el camino a mis pantalones—. Te extraño.
Suspiré exasperado, ella cayó sobre sus rodillas, dejando claras sus intenciones, sus manos acariciaban la dureza de mis pantalones por encima de la tela, llevé mi cabeza hacia atrás. Los recuerdos de Amy vuelven a mí mientras disfruto de la atención que Deborah le da a mi amigo.
Siendo un completo bastardo.—Párate —ordené antes de que fuese demasiado tarde, ella se rehusó y la
tomé de los hombros, logrando que obedezca—. Es mejor que te vayas.Ella rodó los ojos, caminando hacia el sofá, resignada.
—Ayer que estuvo Eker en la oficina tenía esperanzas de que te convenciera —soltó de repente—. Los extraño.
—Deberías superarlo, Deborah —dije fastidiado—. Solo pasó una vez y no volverá a suceder. Se terminó el tema.
De mala gana ella accedió, dedicándose a preparar los productos que iba a usar en mi rostro, aproveché para ducharme y vestirme. La sangre de mis venas ardió al verme en el espejo el moratón a la altura de mi mandíbula y mi labio partido.
ESTÁS LEYENDO
Miénteme otra vez [PARTE 1] | BORRADOR
RomancePor error, Amy conocerá a Steven Harvet... El gemelo del hombre al que ella deseaba enfrentarse. *** Historia de romance, humor y drama. Pd: Esto es un borrador de la historia.