32. Una boda

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Varios días después...

O cómo descubrí que según internet la falta de sexo provocaba perdida de memoria, mal humor y otros efectos que no recordaba ni una mierda.

—¿Y bien, de qué me querías hablar? —Preguntó Mark interrumpiendo mis pensamientos.

—Amy —suspiré, retomando al asiento detrás de mi escritorio—. ¡Amo a esa mujer!

Mark se echó a reír, elevé una ceja mirándolo con mal humor.

—Déjame adivinar —empezó divertido, mi hermano parecía fresco y probablemente su reciente reconciliación con Rachel tendría mucho que ver—. ¿Sigue molesta?

—Sí y no —aquella respuesta estaba llena de frustración por lo que Mark volvió a reír—. Es decir, ella dice que no pero parece que sí.

Solté un bufido, menudo lío el que era mi novia.

—¿Aún sigues pensando que las mujeres son fáciles de entender? ¿Dar la razón y ya está? —continuó burlándose. Mark lo disfrutaba, me estaba haciendo pagar mis burlas pasadas hacia él.

—No...

O quizás sí, era lo que funcionaba con las mujeres que antes había conocido pero no con Amy.

—Deberías aclararle que aceptar el caso de las gemelas no es salir con ellas.

—Hermano —clamé—. Por supuesto que lo hice y ella aceptó. ¿Sabes lo que significa eso?

—Algo anda mal —meditó.

—Exactamente.

—O puede que simplemente haya decidido ser madura al hecho de que trabajes para tu ex amante.

—Y ex cuñada —aclaré recordándole su romance con una de las gemelas.

—Pasado —remarcó.

—Un pasado muy molesto que incentiva la abstinencia de mi novia —gruñí.

Todo estaría bien si ellas no hubiesen irrumpido en mi departamento y Elena, no detallara a Amy explícitamente lo bien que nos llevamos en el pasado.
Ella no comentó al respecto, pero fue donde mis males empezaron...

Sin dramas y sin sexo.

—¿Cuántos años tienes hermano, quince? —sus ojos verdes me miraron antes de que empezara a reírse de mi sin complejos— Controla tus hormonas.

—Lo dice quien se encerró en el baño con mi secretaria —chisté orgulloso. Mark asintió como si me diese la razón.

—Totalmente agradecido —sonrió enérgicamente—. Trata de no estresarte y entender que no siempre los problemas entre un hombre y una mujer se resuelven en la cama.

—¡Pero al menos se intenta! —exclamé y mi hermano se echó a reír.

—El mensaje de Amy es claro, Steven. Adiós gemelas, adiós abstinencia.

—Lo sé y sin decir una palabra ella me advirtió todo —exclamé admirando la astucia de mi chica—. Y ya que no tengo secretaria, tú deberías quedarte.

—Hablando de eso, gracias por dar permiso para que Rachel se presentará en la entrevista con la universidad —me encogí de hombros, no había nada que agradecer.

—Sabes que haría lo que fuera por ella o por ti —expresé, era evidente que emocionalmente no estaban en su mejor momento, Mark se había enterado de la muerte de su suegra y se que le dolía aquella pérdida tanto como ver sufrir a Rach.

Miénteme otra vez [PARTE 1] | BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora