16. Si me gustaran idiotas

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Amy Martins:

Lo que quedó de camino al departamento de Mark se estableció un incómodo silencio, aunque era consciente de lo que yo merecía en la vida, escuchar a Steven hablar sobre ello era extraño.

— Venga hermano, es mejor que duermas en tu habitación.

Siguió la lucha entre los gemelos, Mark insistía en dormir en el sofá de su casa. Fue una discusión que llevó media hora y finalmente terminó cuando el cuerpo del profesor en apuros cayó dormitando sobre él.

La ventana del salón resplandeció con luz propia producto de la fuerte lluvia que empezó a empañar el vidrio.

—Hablando de tormentas —el idiota reflexionó oscureciendo su tono de voz ligeramente.

—Será mejor que me vaya... Necesito ver a Rach —anuncié, nerviosa.

—Es tarde, es conveniente que ella descanse y que tú también lo hagas —Steven suspiró llevándose la mano al cabello—. Además, no creo que podamos salir con esta lluvia.

—Seguramente solo será por unos minutos.

—Hans, ¿pronostico del clima? —preguntó a su móvil y este no tardó en darle una respuesta.

—Hola Steven. El clima de hoy: Lluvia ahora, temperatura de ocho grados. Se prevé una humedad de ochenta y ocho por ciento. Chubascos toda la noche —terminó la voz robótica.

—Quédate —ofreció—. La calefacción no sirve en el cuarto de visitas, pero puedes dormir en la habitación de Mark.

—No creo que...

—Vamos mono, no es como si te estuviera invitando a su habitación un desconocido —dibujó en su cara una sonrisa ¿seductora?

—No es tu habitación —contradije.

—Y tampoco soy un desconocido, de hecho, me conoces y muy bien —sonrió con descaro—, quédate Martins, yo dormiré en la habitación de invitados.

—Yo prefiero... ¡Ah! —paré mi protesta ante el nuevo relámpago que alumbró el departamento. Steven río—, me quedaré si no vuelvo a verte la cara durante la noche.

Mi advertencia le divirtió y la furia creció en mi interior, al recordar sus desplantes, actitudes; Todo de él.

—Así será, Amy — dijo completamente serio—, no tengo intenciones de ir de hurtadillas a la madrugada y follarte como si lo hubiese soñado toda la semana. Vamos.

Echando chispas, da zancadas hacía la habitación de su hermano. Me toma algunos minutos retomar la calma, tantos que cuando decido ir hasta Steven él ya ha cambiado las sábanas por una nueva. Se desplazaba tan ágil por el lugar que la curiosidad por cuestionárselo me ganó.

— ¿Haces a menudo esto? Meter mujeres en la casa de tú hermano sin permiso —La voz acusatoria que me delató sorprendió a Steven y mucho más a mí.

—No Martins, nunca lo hago. De hecho, odio que mi familia conozca a las mujeres con las que me acuesto — me miró con enojo—. Y si, eres la maldita excepción, ¡Felicidades! Puedes ir a contárselo a Deborah.

Su comentario era un reproche sin rodeos, era evidente que su secretaria le había reclamado. ¿Le importa? ¿No era lo que quería, sacársela de encima?

—Qué descarado.  ¿Y la mujer que te acompañó en la reunión que hizo Rach por sus galletas? —preferí cambiar el tema, pero me arrepentí al ver que mi comentario parecía un reclamo también .

— Una amiga, como el tal Belu —los ojos de Steven me acusaron—. Lo olvidaba...  Tu ex.

La ironía de sus palabras provocó que volteara los ojos, sin embargo, no dije nada, evidentemente discutir solo agregaría más tensión al momento.
Steven por otro lado, tampoco ocultó su mal humor, incluso sus facciones se crisparon frías cuando poco a poco abandonó la habitación.

Miénteme otra vez [PARTE 1] | BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora