Amy Martins:
Al caer la oscuridad y bajarnos del coche fue entonces cuando se reveló el lugar misterioso que Steven propuso para nuestra cita, nos encontrábamos a cuarenta minutos de la ciudad en la que vivíamos.
El viento empezaba aullar con más ímpetu, provocando que las ramas de los árboles se movieran y las calles se volvieron más polvorosas, observé lo que parecía un vecindario, casas pegadas a otras, la mayoría de un piso por no decir todas con excepción de una, sin mayor seguridad que las mismas puertas de las casas.
Todo parecía tranquilo, las luces de los hogares alumbraban las calles con mínima intensidad, cuando sentí a Steven a mi lado giré mi cabeza para observarlo.
Su boca mostraba una sonrisa genuina llevaba una maleta en cada mano, la mía era blanca y algo pesada, me cuestioné la fuerza que tenía al cargarla junto a la otra que supuse era suya, él se encogió de hombros como si adivinara mi pensamiento.
—Es por aquí —informó elevando ligeramente su cabeza hacia el frente siguiendo la dirección de la casa, ambos dimos unos cuántos pasos, hasta subir cuatros escalones para llegar a la puerta mientras él dejaba el equipaje en el suelo—. Siéntete en tu hogar, Martins.
Comentó apenas la llave que hizo crujir la cerradura nos invitaba a entrar.
—Gracias, Harvet —hablé agradecida.
La sensación familiar me invadió cuando las luces se encendieron y el lugar se mostró, me recordaba a la casa de playa de mi madre, hogareña e igual de acogedora.
Era aún más pequeña de lo que imaginaba, en un solo espacio se encontraba la sala con un sofá grande, en el otro lado una cocina y refrigerador, seguido de una puerta.
—No sé si sea el mejor lugar para una cita, pero quería mostrártela —me giré para observarlo, él dejó las maletas dentro y cerró la puerta antes de centrar su mirada en mí—. Después de terminar la carrera fui incapaz de volver a casa, así que decidí comprarla, no contaba con mucho dinero como puedes ver.
—¿Cuándo fue la última vez que estuviste aquí? —La curiosidad me ganó, pese a que habían pasado años, el lugar se mantenía ordenado y cuidado.
—Hace unas semanas —dio unos pasos acercándose—. Cuando estuvimos juntos en mi oficina.
Su confesión me aceleró los latidos del corazón.
—¿Qué hacías aquí?
—Pensar en ti —sonrió, sus ojos estaban brillando. Dios... Esa sonrisa obtendría toda mi atención—. Hace años este lugar me ayudó a encontrarme conmigo mismo por eso desee conservarlo, cuando me sedujiste en la oficina y caí, me sentí perdido, extraño... Y tuve miedo, deseaba recordar al hombre que había formado estás cuatro paredes.
Y la soledad.
Concordé con la vocecita en mi cabeza.—Yo no te seduje —protesté, Steven curvó sus labios moviendo ligeramente su cabeza de un lado a otro.
—Mírame un segundo... Te dije que solo un segundo —citó las palabras que alguna vez le dije y rodeándome el cuerpo con el brazo mientras que una de sus manos me sostenía el mentón, obligándome a mirarlo—. ¿Cómo iba a dejar de mirar a la mujer por la que mi corazón se estaba torturando?
—Quería probarme a mi misma que no era una más en tu lista —confesé y me sentí avergonzada—. Lo siento.
—No lo sientas, no lamentes nada de lo que nos trajo hasta aquí —suspiró envolviéndome entre sus brazos y estrechándome hacia él—. Justo a este momento perfecto contigo, eres una persona única Amy, por supuesto que no eres una más en la lista, nunca lo fuiste ni serás.
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Miénteme otra vez [PARTE 1] | BORRADOR
RomancePor error, Amy conocerá a Steven Harvet... El gemelo del hombre al que ella deseaba enfrentarse. *** Historia de romance, humor y drama. Pd: Esto es un borrador de la historia.