12. Una menos.

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Amy Martins:

Viernes por la mañana fui a clases e informé a Steven que iría al trabajo en la tarde. La rutina era cómoda, o al menos lo había sido la semana pasada, Steven estuvo concentrado en sus casos, apenas lo veía y había sido un alivio.

Aproveché el tiempo para hablar con mi mejor amiga e ir almorzar junto con su novio, podía notar lo nerviosa que estaba al presentarnos oficialmente, aunque ya conocía a Mark y no precisamente por ser profesor de la universidad a la que asistimos, si no por su antigua relación con Mishell, mi hermanastra.

De vez en cuando Rach contaba anécdotas de nosotras o de su relación y Mark constantemente mostraba detalles de cariño y atención hacia mi amiga, incluso si Rach le pedía un elefante que volara, estaba segura que él iría a buscarlo y probablemente lo encontraría.

A decir verdad ver la versión educada, seria y cursi de Steven, era extraño.
Intenté buscar alguna diferencia física, pero fue imposible.

—¿Así que trabajas con mi hermano? —preguntó Mark, asentí terminando la comida de mi plato—. ¿Y qué tal te parece?

—¿Quién? —dije apunto de atragantarme.

—El trabajo, Am —Rach añadió divertida.

Oh. Mierda.

—La comida no puede hacerse esperar —hice una señal para terminar mi último bocado, dando la más estúpida razón. Rach me mostraba sus dientes, acusándome con la mirada, mientras a Mark parecía convencerle mi respuesta—. Decía qué ¿Quién podría decir que trabajar en un bufete no es genial?

¿Genial. En serio?
Se burló la voz en mi cabeza.

—Estaba segura que te gustaría —la emoción de Rach delataba su doble sentido.

—Es normal —concordó su novio y sentí mis mejillas arder—. Las leyes y negocios internacionales son carreras que...

—Se complementan —continuó Rach.

Amaba a esa chica pero su indiscreción iba a terminar de causarme un infarto.
Negué con la cabeza y me uní a la risa de mi amiga cundo Mark aprovechó para cancelar la cuenta.

—¡RACHEL LOMBARDO! —fingí indignación—. Ya te lo dije, solo fue un beso. No volverá a pasar. Además, qué raro es ver a un tipo parecido al que me besé, enamorado de mi mejor amiga.

Contarle una verdad a medias de mi desliz con Steven había ocasionado que sus ilusiones aumentaran. Si supiera que nos acostamos, ella ya nos estaría casando.
Rach se echó a reír.

—Tienen sus diferencias —suspiró enamorada—. Y tú... Las encontrarás Amy Martins Yanes.

Soltamos carcajadas; Nuestra complicidad era evidente, amaba a mi mejor amiga, ella me complementaba, era mi familia. El tiempo a su lado pasaba volando y ese momento no era la excepción, pronto tendría que marcharme y apenas Mark regresó me despedí de ellos.

***
A la una de la tarde estaba llegando al bufete, el ascensor parecía estar averiado o algo parecido, esperé varios minutos y empecé a desesperar, presionando los botones una y otra vez.

—Aunque presione mil veces no llegará más rápido —escuché y deseé explicar que llevaba esperando un buen tiempo, pero el rostro arrugado y mal humorado del hombre me detuvo—. ¿Lo ve?

Y cómo si el elevador solo quisiese hacerme una pasada, llegó. El señor entró primero renegando por lo impaciente que era la juventud.

¡Pero si él solo tuvo que esperar unos segundos! Probablemente fueron mi insistencia que hicieron llegar el ascensor a tiempo.
Respiré y me mordí la lengua, dejé que el presionara el piso a donde iba, para mi mala suerte era el mismo al que yo me dirigía. Ignorándolo por completo, me dediqué a ojear mi móvil y los grupos de mis clases.

Miénteme otra vez [PARTE 1] | BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora