4. Libertad

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CAPÍTULO 4

Nuevo día, nuevas desilusiones y un mismo corazón que no deja de romperse.

—Voy a solucionarlo, amor —la voz de Dylan  detrás del móvil me tranquilizó.

Sabía que podía contar con su ayuda, tal como él lo había mencionado en la llamada, iba a conseguir mi libertad.

—Martins, tiempo terminado —una de las guardianas de la celda avisó y sin dejar que me despidiera colgó el móvil dejándolo en la cabina.

Respiré profundamente, recordándome que ella solo hacía su trabajo.
Arrastrando los pies, acepté volver a la celda en la que, afortunadamente no tenía compañeras dignas de película de terror, cuando entré temía porque estuviese acompañada de alguna.

¿Merecía lo que me estaba sucediendo? Por supuesto.
¿Estaba asustada? Muchísimo.
¿Lo volvería a hacer? Por el bienestar de Lucah, sí y mil veces si.

Cansada, por mis pocas horas de sueño, me senté en la pequeña cama de la habitación, tomé aire, preguntándome cuánto tiempo más estaría en ese lugar, encerrada, sin poder contemplar la foto de mamá, sentir los abrazos de mi mejor amiga o su madre, que también consideraba mía, hacer videollamada con Tory y Lucah.

Aquellos pensamientos se profundizaron más, los extrañaba... Tanto.

«Basta, Amy. Tú te lo ganaste» Me riño al sentir mis ojos llenos de lagrimas. Al menos, me sentía tranquila de que el idiota de Steven Harvet cumpliera con su promesa de no contarle a su hermano o a Rach sobre lo que estaba pasando.

—Amy Martins —la guardiana, que apareció varios minutos después, me atrevía a asegurar; Una hora, logró distraerme de mis pensamientos—. Tienes visita.

¿Dylan? ¡Gracias a Dios, sabía que podía contar con él!
Ilusionada, acomodé la coleta de mi cabello y el tonto uniforme naranja que vestía. Mis manos estaban heladas, ansiaba verlo con la misma intensidad con la que me avergonzaba contarle las razones de mi detención.

A pasos apresurados, seguí a la guardiana hasta la sala de visitas y mis esperanzas se borraron, al mismo tiempo que la sonrisa de mi rostro.

—Belu —dije con amargura, mientras avancé, y me senté frente a él.

—Es un miserable —empezó, el tono de su voz reflejaba impotencia—. ¿Cómo puede hacerle esto a su hija? Amor... —Lo interrumpí soltando risas llenas de ironía—. Amy... Quiero decir, Amy voy a hacer que...

—No vas a hacer nada y por favor Belu ¿Amor?, no seas hipócrita.

—No lo soy Amy —continuó—. Aunque yo mismo provoqué que dudes de mi amor por ti, te amo. Como mi amiga, como mujer... Y voy a sacarte de aquí, te lo prometo.

Intentó tomar mi mano, pero lo evité. Fijé mis ojos en él, quería creerle, de hecho, una parte de mí lo hacía, pero ya tenía suficientes decepciones por parte de personas que amaba, no deseaba más. Prefería mantener ese muro que me ayudaba a protegerme.

—¡Guardiana! —Llamé a la encargada del área de visitas, ella apareció enseguida y me sonrió.

—¿Visita no agradable? —Cuestionó con empatía, asentí, estaba tan agradecida con ella.

Miénteme otra vez [PARTE 1] | BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora