29. Esta vez . . .

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Si debía sacar algo positivo de la pelea de ayer con Danes era a Amy quedándose en mi departamento. Extrañaba verla descansar, acurrucarse a mí...
Lo perfecto que hacia esa mujer mi amanecer, despertar a su lado era la mejor manera de iniciar el día, caricias, amor y sexo. El sexo con Amy debía ser considerado la octava maravilla del mundo. Aquella mujer me mostraba cada jodido segundo lo bien que se sentía amar sentimental y sexualmente a alguien. 

Suspiré, ojalá quedarme en cama con ella todo el día fuese posible, pero lamentablemente no era así.
Debía asistir al bufete, agradecí que Amy se ofreciera a ser mi asistente por estos días.
Cuando salí de la ensoñación de mis pensamientos me encontré con sus ojos clavados en mí, tenía los brazos cruzados por encima de sus bien formados pechos y fue el momento exacto en el que recordé que eran los culpables de los calientes pensamientos de mi cabeza.

—Te ves preciosa —comenté con voz ronca al verla parada frente a mi escritorio, no me había percatado de su regreso.

—¿En que piensas? Tus pupilas dilatas, tu rostro rojo —comentó sentándose frente a la silla de mi escritorio—, estás excitado...

Y sí, maldita sea. Lo estaba.
Para entonces yo ya sufría de una terrible erección, incluso el tono de mi voz me había delatado.

—Pensaba en ti —admití, levantándome de mi asiento para caminar hasta ella, la manera en que mordió su labio me la ponía más dura. Joder... La necesitaba ya.

—Aunque me encantaría —admitió poniéndose de pie, acercándose—. Mark no tardará en llegar.

—¿Crees que sea muy puntual? —Gruñí.

Ella asintió. Por supuesto que mi hermano lo era y estábamos seguro de que pronto llegaría, lo habíamos citado para hablar con él sobre la razón por la que nunca encontramos a Rachel.
No era como si las cosas cambiaran del todo. Aunque Danes pagó a mi detective, Rachel nunca hizo un esfuerzo en aparecer o insistir por dar una explicación y eso me seguía asustando...

Existía la posibilidad de que ella no quisiera estar cerca de nosotros.

—Apenas Mark llegue debemos ir a buscarla —comentó Amy y negué—. Steven no podemos simplemente quedarnos a esperar a que mi padre o tu ex detective nos digan donde se encuentran.

Estaba molesta y la manera en que se alejó de mí me lo confirmaba.

—Mono, no te apresures, hablaremos con Mark y después yo me encargaré de lo demás —bufó—. ¿Confías en mí?

—Si pero...

—Por favor, no quiero que tú o Mark se hagan ilusiones, también deseo ver a Rachel pero tenemos que ir despacio —sobretodo yo tendría que asegurarme de que ella también deseaba vernos.

—No quiero ir despacio —bramó, rodeé su cintura con mis manos y la pegué a mi cuerpo, musitó un pequeño gemido mientras meneaba su cadera hacia mí—, no soy nada paciente...

Continuó moviéndose, me torturaba, de ambas maneras, su falta de obedeciendo y la crueldad con la que me excitaba con tal de que cediera a su petición.
No tuvimos mas tiempo para discutir o cumplir los deseos de nuestra carne. La puerta de la oficina sonó y me quejé soberanamente.

—Llegó Mark, hablaremos con él e iremos por Rach —demandó dándome un beso rápido en los labios y volvió a sentarse en la silla.

Suspiré resignado, enojado y excitado.
Fui hasta la puerta y la abrí. Cualquier plan que Amy tendría en la cabeza o yo mismo habría creado se desarmó al ver a Mark junto a Samantha, su ex novia.
Aunque ella nos agradaba, no era un momento oportuno para visitas.

Miénteme otra vez [PARTE 1] | BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora