Ella, mi nerd (Harry Styles y tú) (En edición)

Capítulo 2

La joven se secó las lágrimas y continuó pasando las páginas de su libro con fingida indiferencia. El profesor no tardó demasiado en regresar; lo agradeció en silencio. Todos volvieron a atender sus asuntos y la clase prosiguió con normalidad, pero ella sabía que el día solo estaba empezando.

Por suerte, la mañana estuvo tranquila hasta la hora del almuerzo.

____ entró en el comedor, cogió una bandeja e hizo cola para que la cocinera le sirviese un poco de comida. Nada más emprendió la marcha para buscar dónde sentarse, cayó al suelo cuan larga era con lo que iba a ser su almuerzo sobre ella. Levantó el rostro para mirar a Harry, Harry Styles, y sintió ganas de llorar al ver que el pie con el que había tropezado era suyo. Joder.

NARRA HARRY

Nada más entrar en el comedor, Rebeca ya estaba reclamándome con sus saludos sugerentes y su cara de niña bonita mimada. Llevamos dos malditos años juntos y no entiendo por qué todavía no la he dejado. Ambos sabemos que no hay amor, únicamente sexo. Sexo, besos y más sexo. Ella parece contenta, y estoy seguro de que no soy el único que la satisface, pero yo ya no puedo más. Estoy cansado de siempre el mismo rollo.

Iba caminando hacia Rebeca, ensimismado y pensando en mis cosas, cuando un grupo de chicos empezó a reírse a mi lado y darme palmadas en la espalda, como de enhorabuena.  Miré al suelo, sin entender muy bien que estaba pasando y vi a _____. Estaba sentada en el suelo, con su bandeja sobre las piernas y su ropa llena de comida. Aunque a todo el mundo le parece gracioso meterse con ella por no sé muy bien qué motivos, ese nunca ha sido mi estilo. Sus ojos coincidieron con los míos y sus lágrimas hicieron que quisiese llorar con ella. Supongo que ya no lo recordará, pero fue mi primer beso en unas circunstancias mucho más que extrañas. Nunca volví a sentir tanta magia en un beso desde que la besé en aquel hospital cuando teníamos 12 años, a pesar de que fue un roce de labios casto con ninguna experiencia, ni mía ni suya. Yo realmente la quería, pero haber admitido aquello entonces habría supuesto no entrar en el equipo de fútbol. Debí haberlo hecho entonces, ahora los años lo han jodido todo. Cuando dejé de pensar, ella ya no estaba.