Capítulo 16.

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-¿Mamá?-pregunté confundida mientras la miraba allí de pie con los brazos cruzados.

Y allí, en medio de la sala de espera de aquél hospital en Australia, se encontraba mi madre con los brazos cruzados y furiosa.

-¿Lindsey?-murmuró papá confundido mientras la miraba.-¿Qué haces aquí?

Mamá bufó al ver a mi papá y éste se puso más pálido de lo que ya estaba.

-¿¡De verdad es lo único que tienes que decir en tu defensa Gerard?! ¿¡El qué hago aquí?!

Mi tía Jamia se llevó a mis primos a la zona de juegos que había en la sala de espera y se quedó cerca mientras veía como mi mamá le gritaba a mi papá.

-¿Cómo sabías que estábamos aquí?-pregunté y mi mamá intentó calmarse un poco.

-Salió en las noticias.-suspiró mamá.-"Guitarrista de My Chemical Romance tiene accidente de auto en Australia".

Papá intentó no llorar al recordar esas palabras y yo le tomé de la mano haciéndole entender que yo estaba allí con él.

-Sigues sin responder a mi pregunta.-dijo papá mirándola a los ojos por primera vez.-¿Qué haces aquí?

Mamá volvió a suspirar.

-Te has llevado a nuestra hija a otro país, mejor dicho, a otro continente sin mi permiso y mucho menos sin consultármelo 72 horas antes.

-¡Por favor Lindsey!-exclamó papá casi arrancándose los pelos de la cabeza.-¿¡Acaso crees en serio que hace 72 horas sabía que iba a viajar a Australia en el primer vuelo que encontrase porque mi marido se estaba muriendo?!

Mamá se volvió a cruzar de brazos.

-Gerard Arthur Way, eres consciente de que no me gusta dejar a MI hija contigo por tus tendencias homosexuales.-dijo mamá haciendo énfasis en el "mi".

Papá se enojó y yo estaba molesta con lo que mi mamá acababa de decir. ¿Eso era lo que ella pensaba de mi papá? ¿De verdad?

-Lindsey,-murmuró papá mientras se le escapaban las lágrimas por los ojos.-sé que lo que te hice fue imperdonable, pero entiéndeme por favor...-suplicó con las lágrimas cayendo por su rostro.-Es mi marido el que está allí dentro y no puedes separarme otra vez de mi hija, no esta vez.

Papá parecía determinado en no dejarme ir esta vez y mamá bufó molesta mientras me miraba de reojo y luego a mi papá.

-Creo que debí haber hecho esto hace mucho tiempo...-suspiró.-Voy a pedir la patria postestal de Bandit para mí sola.

Esas once palabras fueron para mi papá como una apuñalada en la espalda. Las lágrimas no dejaban caer por sus gordas mejillas y yo estaba en shock por lo que acababa de escuchar. ¿En serio mi mamá era tan mala persona como para intentar separarme para siempre de mi papá?

No.

Esta vez no pienso que sea así.

-No.-dijo papá mientras apretaba mi mano y la miraba firmemente.-No la vas a separar otra vez de mí.

-¿¡Qué?!-exclamó mamá indignada.

A decir verdad esta es la primera vez que veo que mi papá se opone a algo. Normalmente, por no decir casi siempre, él era el pasivo que hacía lo que todos le decían.

Por eso no luchó antes por estar a mi lado.

Porque mamá no le dejó.

-Que no te voy a dejar que esta vez llevarte a mi hija y que mucho menos me quites el poco poder que me queda como padre con ella. Bandit es mi hija y la amo y la única razón por la que no luché antes por estar con ella fue porque no quería problemas contigo y sabía que si íbamos a una batalla legal habría posibilidades de qu no la volviese a ver nunca más. Pero estoy harto Lindsey. Harto de que todos me digan qué hacer y sobretodo estoy harto de no poder pasar tiempo con mi hija por tu rencor hacia mí por haberme acostado con Frank y luego dejarte por él y casarme con él.

Mamá estaba boquiabierta y la verdad es que yo también lo estaba. Nunca había escuchado a papá decir nada parecido y mucho menos defenderse. Aunque a pesar de todo me sentía preocupada por él porque sabía que él no estaba bien emocionalmente. Ahora mismo su mundo estaba siendo hecho pedazos y parecía que nadie se preocupaba por él y mucho menos el universo.

Pero yo también me harté.

-Todo este tiempo he estado defendiéndote en los fanfics y en la vida real por ser mi madre...-dije en un pequeño murmuro a lo que ambos me miraron sorprendidos porque no había dicho nadd desde que empezaron a pelear.-¡Pero eres una auténtica bruja como te describen! ¿¡Cómo piensas si quiera en separarme de papá y aparecer así y soltarle todas esas cosas en la cara cuando su marido está entre la vida y la muerte?! ¡Eres una desconsiderada y una bruja! ¡No te quiero volver a ver en mi vida! ¡Te odio!

Salí corriendo lo más rápido que mis cortas piernas me permitieron mientras que mi papá y mi mamá corrían detrás mía para alcanzarme. Menos mal que yo era mucho más rápida y los dos fumaban mucho y eran muy viejos porque apenas podían alcanzarme.

Subí las escaleras hasta los pasillos donde estaban los pacientes y mientras corría miraba a todos lados buscando la habitación 504. Al final subí hasta el último piso, el quinto piso para ser más exacta, y en la cuarta habitación que había en ese pasillo encontré la que era la habitación que era de mi tío Frank.

Pero al abrir la puerta lo único que pude ver fue a ese enano tatuado con una benda alrededor de la cabeza y atado a millones de cables que no sabía de donde procedían. Su rostro estaba muy golpeado y parecía estar dormido.

Me acerqué lentamente hacia la camilla y me puse a su lado derecho mientras le veía atónita.

-¡Niña! ¡No puedes estar aquí!-me dijo una enfermera y lo único que logré hacer fue llorar.

-Tranquila, Maxine.-contestó el doctor Button al verme y se acercó cuidadosamente hacia mí y se agachó hasta quedar a mi altura.-¿Es tu papá?

Y yo asentí inmediatamente, porque la verdad es que para mí Frank ya no era mi tío, era algo como otra figura paterna para mí y le quería mucho.

También era mi familia.

-Muy bien.-dijo el doctor sonriéndome.-Tu papá ahora mismo necesita tiempo a solas para poder recuperarse, ¿por qué no vamos mejor a buscar a tu otro papá?

Yo asentí lentamente mientras él me tomaba la mano e íbamos hacia la puerta.

Pero en cuanto el doctor Button iba a abrir la puerta esta se abrió del otro lado dejando ver a mi mamá, a mi papá e incluso a mi tía Jamia en shock al ver el estado de Frank.

-¡Papá!-grité al ver como él se ponía pálido.

De repente parecía que sus piernas estaban hechas de gelatina y en pocos segundos mi papá se encontraba tirado en el suelo con los ojos cerrado.

-¡Traigan una camilla! ¡Rápido!-exclamó el doctor Button mientras se acercaba a él y con una linterna le comprobaba las pupilas y luego le tomaba el pulso.

Llegaron unos enfermeros y otros médicos y todos juntos cargaron a papá hasta dejarlo en la camilla y se lo llevaban en el ascensor.

Y yo solo podía sentir las lágrimas caer por mis mejillas.

Porque mi mundo también se estaba desmoronando.

Y yo solo tenía once años.

Bandit (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora