Capítulo 22. Lindsey

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Cuando Gerard y yo estuvimos juntos me sentí realmente feliz. Éramos la pareja perfecta y yo creía estar perdidamente enamorada de él y creía que él lo estaba de mí.

Los besos después de los conciertos, cuando dibujábamos y pintábamos juntos, esas bromas...

Gerard Way era el hombre perfecto para mí.

Escuchar su voz era magnífico y podría haberme pasado la vida escuchándole cantar.

Cuando me quedé embarazada no quería atarle a mí, pero a la vez no quería que mi hijo creciese sin un padre y tenía miedo de que dirían las redes sociales y los medios de comuniación sobre mí. Si ya de por sí al ser una mujer soltera te lo ponen difícil para vivir, imagínense ser famosa.

Tenía miedo y creo que es normal en los seres humanos el tenerlo y el hacer cosas egoistas a causa de esto.

Me alegré enormemente el que Gerard me propusiese matrimonio, me sentí aliviada.

En nuestra boda estuvieron nuestros compañeros de banda, pero Frank Iero no estaba y me sorprendió el no verle allí puesto que era el mejor amigo de Gerard.

Al principio estaba insegura de qué tipo de relación tenían Gerard y Frank, pero Gerard me aseguró que esos besos y todo lo demás que hacían era para las fans y lo comprendí.

No soy homófoba pero no es algo que sinceramente me guste ver.

Todavía recuerdo el momento en el que tuve aquél aborto natural.

Tuve depresión y no quería hacer nada aparte de llorar en la cama y la verdad es que sentí a Gerard cada vez más distante conmigo, pero nunca se fue de mi lado y le agradecí por eso.

Cuando Bandit nació, Gerard volvió a estar unido a mí y sentí que nuestro matrimonio volvía a ser perfecto y ahora más porque tendríamos una princesita a la que le enseñaríamos a pintar y dibujar y a amar la música como nosotros.

Todo fue perfecto hasta el sexto cumpleaños de Bandit.

"Quiero el divorcio. Lindsey perdóname pero la verdad es que amo a Frank, y lo amo desde hacía años y no puedo seguir viviendo esta mentira."

Recuerdo que esa vez, tenía una taza con leche caliente y la solté del shock y la leche se derramó sobre mis pies.

Sentí el corazón rompiéndose en mil pedazos.

Gerard se fue a formar una nueva vida con aquél enano tatuado.

Y yo me quedé sola en California sin poder superarlo.

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Estábamos en una pequeña sala de reuniones, con mi abogada, Gerard, su abogado y el juez.

Gerard se miraba nervioso rascándose su nuca y su abogado no paraba de murmurarle cosas al oído a lo que él asentía. Yo suspiré y miré hacia donde estaba el juez.

-Mi clienta ha cuidado de la menor en cuestión durante los últimos cuatro años, mientras que el señor Gerard Way se fue a la otra punta del país para irse con un hombre y abandonar a su familia.-dijo mi abogada dándole una carpeta al juez.

-De hecho, mi cliente ha cuidado de su hija todas las vacaciones posibles y siempre se ha trasladado para verla, haciendo esto para evitar una pelea ridícula como la de ahora y quedarse sin ver a su hija para siempre.-contratacó el abogado de Gerard.

Tenía que admitirlo, el abogado de Gerard y Frank era bueno pero no me permitiría perder ante esos maricas.

-Una niña que está empezando a entrar en la adolescencia necesita una figura materna para explicarle los cambios por los que está pasando con su cuerpo y aconsejarla, algo que un hombre no puede hacer.

Eso no funcionaría. Pero mi abogada quería defenderse con esos motivos.

-Estamos en plenos siglo XXI.-dijo el abogado en un tono de burla.-Creo que todos sabemos que tanto un hombre como una mujer pueden explicar estas cosas y además, la menor ya ha tenido su primera menstruación y ha sido su padre quien la consoló y le dijo cómo tenía que ponerse las compresas.

-¿¡Qué?!-exclamé enojada.-¿¡Por qué me entero hasta ahora?!

-Creí que Bandit te lo dijo.-se excusó Gerard.-Tampoco es que te iba a llamar sabiendo que me odias solo para decirte que la niña ya había sangrado.

-¡¿Así como no me dijiste que se iban a la otra punta del mundo?!

-¡Mi marido se estaba muriendo por el amor de Dios!-exclamó Gerard mientras acariciaba su vientre.

-¡Silencio!-exclamó el juez mirándonos furioso a los dos.-Señor Way y señora Ballato, me temo que no llegaremos a ningún lado y tendremos que llamar a la menor para poder tomar una decisión.-se levantó de la silla y ordenó los papeles de encima de su mesa.-Nos reuniremos mañana a la misma hora.

Suspiré cansada y miré hacia otro lado.

Esto no iba a mejorar en ningún momento.
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Al día siguiente Gerard llegó con Bandit. Ambos hablaban animadamente y con cuidado me acerqué a ellos.

-Hola princesa...-murmuré con una sonriss y me agaché para quedar a su altura.

-Hola mamá.-dijo Bandit mirándome sin ninguna expresión en el rostro.

-Quiero que sepas que te quiero mucho, y digas lo que digas siempre serás mi princesita.

-Lo sé.-respondió Bandit con una sonrisa y me abrazó.

Creo que soy consciente de que no podré ganar esta lucha.

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-Mis hermanos y yo nos divertimos juntos.-decía Bandit sin mirarme a la cara.-Pero con la que mejor me llevo es con Cherry, somos inseparables. Y también me gusta estar con mi familia y mis dos papás, y con mi futuro hermano también.

¿Papás? ¿Pero qué mierda le ha metido la cabeza Gerard a la niña?

-¿Y qué tal viviendo con tu madre?-preguntó el juez.

Bandit pensó un poco y luego siguió hablando.

-Se está bien, tenemos una casa grande en California.-respondió.-También tengo mi propio cuarto y eso, pero ahora que vivo con mi papá he notado que siempre me sentía sola...-murmuró.-Aquí no lo estoy, y no tengo que quedarme con nadie cuando mis padres están de gira porque papá ya no canta y mi papá Frank no va tanto de gira fuera.

No sabía que Bandit se sentía sola. Tuve que aguantarme las ganas de llorar. No quería que Bandit se fuese de mi lado. Es mi niña...

La asistenta social se llevó a Bandit para que esperase fuera y tanto Gerard, como los abogados y como yo vimos al juez esperando el veredicto.

-Viendo los testimonios de la niña y las pruebas de ambas partes.-dijo el juez y sentía mi corazón latiendo nerviosamente.-Ha sido difícil, pero he decidido que lo mejor para Bandit Lee es que su padre tenga la custodia total de la niña.

Mi corazón se estrujó y quise romperle la cara al juez con mi bajo.

-¿Y la patria potestal?-preguntó mi abogada.

-La seguirán compartiendo ambos padres.-declaró el juez sacando el papel diciendo el veredicto.-La madre tiene derecho de dos a tres fin de semanas con la menor, necesito que ambos padres firmen el papel.

Asentí y con la mano nerviosa firmé la hoja.

-Bien, pueden volver a sus casas.

Gerard y yo salimos a la vez. Vi a Gerard acercarse a mí y las lágrimas traicioneras se asomaban por mis ojos.

-Quiero que sepas Lindsey que nunca quise llegar a esto.-dijo Gerard acariciando su vientre.-Solo quiero lo mejor para mis hijos.

Le miré con rabia mientras seguramente mi eyeliner estaba corrido y le pegué una bofetada a Gerard haciendo que el ruido sonase por todo el silencioso pasillo.

-Que te den, maricón de mierda.

Cogí mis cosas y me fui con paso firme hacia donde estaba Bandit.

Para despedirme por fin de ella.

Bandit (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora