Fiesta

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A Noodle nunca le ha gustado socializar, eso lo tiene bien claro desde que era pequeña.

No es que la gente le parezca abominable o inferior, solamente no se le da bien, lo que termina abochornandola en la mayoría de los casos, por esa misma razón casi nunca iba a fiestas. Sin embargo ahora mismo estaba en una.

La invitó Murdoc, no sabe como diablos consiguió su número de teléfono, tampoco es como si le importara. Le agradan bastante Russel y el pero no había hablado con ellos de nuevo desde que les conoció, Stuart era el puente que le había dejado llegar hasta su amistad.

Le daba pena y pereza ir, además le explico a Murdoc que no se encontraba en tan buenos términos con Stuart, el calmado y con su voz rasposa de siempre contesto.

"Me importa una mierda, tu ya eres parte de nosotros con o sin el imbécil"

Cuando lo dijo, aun sin un tono paternal y cariñoso, hizo que sus labios temblaran.

Sus ojos querían deshacerse en felicidad, pero ella no se los permitió. Agradeció en voz clara su invitación, aceptándola de paso.

Ahora estaba frente aquel lugar, con pantalones cortos que llegaban a sus rodillas, una blusa cualquiera acompañada de una chaqueta y sus botas. Se siente pequeña cuando ve a jóvenes gigantescos pasar a su lado ignorándola.

La luz es cegadora, bastantes de diferentes colores le aturden por momentos cuando se dirigen a su dirección. Huele a cerveza y tabaco, una excelente combinación.

Rodeada de todo el bullicio, ve en una pequeña mesa una cajetilla, recoge uno de estos que se hallan adentro y lo enciende. Dedos gruesos y morenos lo apagan al instante con un poco de saliva en ellos.

Es Russel Hobbs quien le mira desaprobatoriamente, si hubiese sido alguien más lo mandaría mucho a la mierda por su intervención, no obstante es Russ de quien hablamos. El muchacho de mirada tierna y sonrisa amorosa.

Tira por algún lado el cigarrillo observando los labios del otro curvarse hacia arriba al ver que hizo caso, rueda los ojos supuestamente indignada.

-Si fumas ya no crecerás -aconseja, ella sonríe burlona.

-De todas maneras nunca lo hago -ambos ríen, el más fuerte.

Cuando llegó no pensó que la mayor parte del día se la viviría en la cocina con este sujeto, en un momento logran escuchar risas familiares y pasos que interrumpen su reciente conversación, ven a Stuart y Paula sonriendo, agarrados de las manos. Ella se congela, el también.

-¿N-Noodle? -intenta no parecer feliz, pero lo está. Instintivamente oculta sus manos que agarraban frituras en sus bolsillos, Russel nota esta acción.

-¿Que demonios hace la niñata aquí? -exige Paula con voz autoritaria -Que se vaya, no la quiero ver -voltea la mirada y suelta la mano de su novio para cruzar ambos brazos, berrinchuda.

-Esta no es tu casa tampoco, solo vienes aquí para ver al abuelo y luego te andas a la mierda -pierde todo lo que intentaba aparentar de educación, ambos varones la miran asombrados y la mujer se dispone a gritarle cuando una mano verdosa se apoya en el hombro de la menor.

-Yo la invite, ¿cual es el puto problema? -bebé un sorbo de su botella, apesta a alcohol -Este es mi maldito apartamento y si no te gusta ahí esta la maldita puerta -señala confiado, la otra queda muda, da media vuelta y sale rápidamente. Stuart va a seguirla pero antes voltea y le dedica una pequeña sonrisa a su ex-amiga, Noodle rehuye la mirada enfadada, el se va con los ánimos por los suelos sin notar antes que una suave tonalidad de rojo cubrió las mejillas y nariz de la fémina.

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