Año nuevo

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Noodle despierta de aquel sueño tan extraño, no recuerda la cara de aquel amable hombre. Siente tristeza al pensar que no lo volvió a ver pero es como todos dicen.

Las promesas son inciertas, impredecibles.

Mira a su lado su reloj, es temprano aún, no tiene nada que hacer hasta ya entrada la noche, cuando irá al hogar de los tres varones que siempre le acompañan.

Ya era costumbre ir ahí, pero hoy sería un día especial. Es treinta y uno de diciembre, año nuevo.

No sabe que ponerse pues todo le parece poco elegante o demasiado estrafalario para un día como ese. Antes nunca se había preocupado por algo así, pero ahora que estaría con aquel hombre de cabellos azules prestaba más atención que nunca a su apariencia, sabe que Stuart es el tipo de chico que te quiere por lo que eres y no por como te vistes, pero quería dejarle sin palabras y que le halagara, aunque sea una vez.

En la sección donde guarda sus vestidos, encuentra uno mas o menos de su agrado. No es cosa del otro mundo pero ya se ha cansado de buscar. Lo saca y lo coloca en la cama para no perderlo de vista, ya tiene la ropa, ¿ahora que?

Va a su pequeña sala y enciende el televisor, había una película de acción que poco después de verla le aburrió, así que le cambió a las caricaturas. Siempre hace eso, pero no le gustaría que todos creyeran que es como una bebé en el fondo, sería vergonzoso. Luego se detiene y piensa seriamente.

¿A 2D le gustaría una chica que aún ve caricaturas? Aprieta los labios y cambia enseguida a la película, si quiere estar con el, tal vez deba madurar. Se remueve en su sitio y siente el frío contacto del metal contra su piel, recuerda la corona y sonríe. ¿En que estaba pensando? Stuart es como un niño, incluso peor que ella.

Nunca la juzgaría, de hecho, tal vez hasta le diría sus favoritas y la convencería para hacer un maratón. Sonríe y regresa el canal, el control frágil resintiendo el movimiento.

En la pantalla muestran diversos personajes, pero ella solo puede ver al chico de ojos ónix.

...

-Murdoc, creí que solo sería una cena -reclama Russel y el aludido ríe, diciéndole así que se equivocó.

-Oh vamos gigantón, tu también quieres una nenas aquí -su moreno amigo cruza sus brazos, como recordándole que Noodle también estaría en la casa, suspira -Esta bien, también habrá chicos para ella -el otro se tensa y enseguida le refuta.

-¡Claro que no! ¡Solamente no la hagas! -Murdoc sonríe ante sus celos de padre y palmea su espalda, seguro de que le convencerá. A un lado su amigo de pelo azulado admiraba la escena.

-No puedo hacer eso, vamos amigo, ¿no quieres divertirte? -codea su brazo, el otro bufa -Además la vez pasada que vino no tomó nada, estaba en perfecto estado, el que se jode soy yo -Russel alza una ceja, casi cediendo -Prometo que si hago algo con una chica lo haré en mi cuarto -rueda los ojos y finalmente ve el vestigio de una sonrisa, aceptándolo.

-Pero nada de prostitutas -señala cuando nota que finalmente había salido victorioso y celebraba, lo cual le hace bajar los brazos desanimado pero asintiendo de todas formas.

El más chico de ellos estaba sentado mientras sonreía nostálgico, a Paula le hubiese encantado otra de las fiestas que organizaba Murdoc. Afirmaba que eran de las mejores a la que iba.

Juega con sus dedos y observa a la nada en ellos. Por un momento cree que cada fiesta en la que su ex-novia  desaparecía, era para engañarlo. Quiere llorar, piensa que nunca fue suficiente para ella, que no le quería con la misma intensidad que él. Mira el techo de su hogar y cierra los ojos.

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